Día Miércoles, 01 de Octubre de 2025
El juego de la culpa y los epidemiólogos miopes

Existe un aforismo chino que dice " 重要的是因为你做的好而不是你做的好" que traducido al román paladino sonaría así "Lo importante no es el bien que haces sino el por qué haces el bien".
Las decisiones que se toman en política están viciadas siempre porque obedecen a causas perversas que no tienen relación con los problemas que se intentan solucionar. Lo habitual es que al mandatario no le preocupe en exceso la solución de la cuestión que afecte al ciudadano. Lo que le importa es evitar la reacción negativa del "qué dirán" si todo sale mal y buscar con la vehemencia de un perro en celo a quién culpar si esto sucediera.
Con esta clave de bóveda es cómo hay que analizar las decisiones de nuestros líderes, es el famoso juego de la culpa. Por tanto y con este nuevo paradigma se entenderán mejor la ingente cantidad de medidas y ordenanzas políticas que tienen por único objeto evitar la acusación de inacción y si después, nada se arregla e incluso empeora, poder afirmar sin rubor que no es culpa de los estadistas que implementaron estas medidas.
La responsabilidad compete al ciudadano que no se puso mascarillas, a los jóvenes que fueron de botellón, a las empresas que no separan adecuadamente a sus trabajadores, al colegio que no bajó lo suficiente las ratios de los alumnos, a los sanitarios que después de atender COVID se fueron de vacaciones, a los trifachitos que no apoyan los presupuestos siendo traidores apátridas y sobre todo a Diaz Ayuso que es la reencarnación del Anticristo y no merece vivir entre nosotros si no es antes exorcizada ...
Hay más derivas para estudiar. Cuando las medidas gubernamentales ante la crisis se prolongan en el tiempo, están sobreactuadas, son impulsivas y no se basan en evidencias científicas claras y comprobables ponen de manifiesto que la cualificación media de nuestro gobierno es pésima y que la obsesión en prolongar el mandato de cualquier forma terminará generando la desprotección de la ciudadanía como así ha sido.
En estas circunstancias el Gobierno de España tiende a aumentar su autoridad habitual promoviendo la pérdida de respeto hacia las leyes que les incomodan, el abuso de poder justificado por el bien general en detrimento de las libertades personales gestionando medidas restrictivas y opresivas que lesionan derechos fundamentales y definen el despotismo sin ilustración actual y los comportamientos caciquiles.
El tercer poder también importa. Los medios de comunicación han generado un pánico general por la campaña de terror que día a día nos inunda y la comunicación de las medidas promovidas, algunas excéntricas e innecesarias, otras necesarias sin más. Los medios pueden disculparse diciendo que son ignorantes bienintencionados pero no es así porque el sensacionalismo vende y esto finalmente es un negocio...
Sumen ustedes las declaraciones alarmistas de médicos que realizan aseveraciones sin lógica y sin evidencias científicas, los comunicados de los colegios profesionales médicos castigando las herejías de los que cuestionan abiertamente las medidas políticas, los epidemiólogos radicales que nos meterían a cada uno de nosotros en celdas de panal sin tener en cuenta que alguien debe de trabajar.
Todo lo anterior, termina provocando la atmósfera irrespirable que hoy nos rodea, el miedo, la desconfianza, la transformación baldía de nuestro trabajo, la pobreza que se ha instalado en nuestras casas mientra el gobierno llega de sus vacaciones más que merecidas, con la piel morena y protegida por caras mosquiteras ante la impasibilidad de muchos y el enfado de algunos que seguro serán insultados en las redes.
La solución estaría en otros registros. Pasa por la exigencia de medidas sanitarias basadas en evidencias científicas, en el olvido del interés del político como motor de la gestión, en la instauración de medidas selectivas que promuevan la protección de la población de riesgo y permita al resto seguir trabajando sabiendo a ciencia cierta que si son infectados su padecimiento será leve.
Me gustaría terminar rompiendo una lanza por los grandes olvidados durante la pandemia; los enfermos no covid. Personas que también tienen derecho a ser atendidos y algún día sabremos la mortalidad que han padecido mientras los demás vivimos bajo las botas de nuestros epidemiólogos miopes.
Yo ahí lo dejo...
* Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...
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