Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
La desvergüenza política frente a unos recursos cada vez más escasos
Vergüenza de especie
Cuando cursaba Derecho, ahora lo estudio (no lo hagas y verás), recuerdo que el tercer año se impartía Derecho Administrativo, parte general. También que, en una de las escasas ocasiones que me fugué del Club Social para ir a clase, el profesor decía que la Administración tiene el poder-deber (porque puede y porque debe) de administrar los recursos escasos con pleno sometimiento a la Ley y al Derecho (1). Oye y tan pichi. ¡Precioso principio jurídico y ético!
Probablemente tenía razón desde la perspectiva “debe” que su gemelo “puede”, le ha corregido desde su nacimiento el 29 de diciembre de 1.978 en que vio su primera luz bajo el signo de Capricornio.
Intacto el deber, mero principio, y quebrado el poder, es decir, la que habilita la desfachatez, mezquindad y desvergüenza de quien mete mano en dichos recursos escasos que a todos nos pertenecen, el hachazo y cortafuegos sabemos ubicarlo. Otra cosa es que se quiera. Tanto preventivamente como a posteriori. En origen, con controles institucionales independientes (institución independiente, aunque lo parezca no es imposible); tras la fechoría, mediante especiales graves consecuencias. Claramente (Shakira dixit), mediante un desproporcionado, incluso, incremento de las sanciones penales – con reducción o imposibilidad de remisión – para los delitos de corrupción. Penal y administrativamente, con largas inhabilitaciones para ostentar cargos públicos y similares, así como para acceder a licitaciones públicas para particulares, normalmente empresas corruptoras y corruptibles. En el orden judicial, mediante sanciones del mismo grado para quién (escasos pero posibles) se prestaran a tapar o incumplir su sagrado deber.
El problema, que venga alguien y me lo discuta, es que quién debería tomar esta iniciativa es quién, en el presente o en un cercano futuro, puede salir beneficiado de su ausencia. Encargar a la zorra que cuide a las gallinas aunque jure su cargo con la mano en el corazón. Casi mejor que lo hiciera con el corazón en la mano.
Que nadie se extrañe de la desafección, mejor desprecio, ciudadana con respecto al poder, sea o no más o menos democrático. Y lo digo porque si democracia supone dar poder total, omnímodo, a personas que carentes de valía personal, preparación, capacidad, ética, moral y principios, en poco o nada se diferencia del régimen feudal. Únicamente en la forma de llegar. Si entonces se alcanzaba por designación real y línea sanguínea, hoy se accede por propaganda mediática. Una vez conseguido se tienen prebendas: ausencia o reducción de impuestos, control de los medios de producción, de información, aforamientos especializados, residencia, desplazamiento, dietas, viajes y vida pagadas por todos, familiares contratados en la pública y sueldos de por vida a cargo del esfuerzo común. Lo que se dice mucha, mucha diferencia, en la práctica no veo.
Lo que sí es democrático. mucho, es que estos sinvergüenzas no tienen ideología ni color, pueden ser morados, rojos, azules o azules oscuros, su gama cromática es el arcoíris. Únicamente más democrática la muerte y la defecación, que a todos alcanza y afecta por igual. Caga el rico, caga el pobre y caga el Papa, y del cagar nadie se escapa. Triste consuelo.
Y en llegando a esta pasión, un volcán, un Etna hecho, que decía Calderón (2), pregúntese qué piensa al respecto el joven mileurista (sobradamente preparado) que viviendo peor que sus padres a su edad, paga ochocientos euros por una mísera habitación con baño compartido y sin visos de mejora; el autónomo sin horario, pequeño empresario, que pasa tres meses llenando un pozo del que bebe a sorbitos para que venga la AEAT (que no somos todos por lo visto) y lo vacíe para subvenir los desmanes de golfos, sinvergüenzas y desalmados; el asalariado, privado o funcionario, que llenaba su carro de la compra con cien euros y ahora cuenta los céntimos para pasar el mes; el miembro de las FFCC de seguridad que carece de medios y equipo para enfrentarse a los delincuentes jugándose la vida a diario; el bombero de sueldo congelado enfrentado al fuego con treinta kilos a la espalda; el médico, tras seis años de carrera y tres de residencia, que concatena infinitos contratos temporales y sueña con escapar de la tiranía pública a la libre esclavitud privada; el enfermo y su familiar de ELA que ve como no hay dinero público para ayudarle a vivir dignamente lo que le quede; el enfermo/a grave o leve al que dan cita a años vista; quién tiene la desgracia de acudir a la justicia (minúsculas) para resolver sus problemas y no tomársela por su mano con esperas insoportables, ilógicas e inexplicables.
Y qué opinión tenemos todos sobre que ministros, secretarios de estado, subsecretarios y demás cargos, vivan del erario público en áticos en las mejores zonas de la capital y se los reformen a su gusto pero a nuestro cargo. ¡Qué problema de vivienda ni qué problema!. Que se defienda la sanidad pública y se acuda, obviamente por estos nobles privilegiados, a la más costosa y prestigiada privada. ¡Qué problema de lista de espera ni qué problema!. Que se ensalce la educación universal y pública pero que inscriban a sus retoños en carísimas escuelas privadas. ¡Qué problema de educación ni qué problema!
Mientras, Koldo, Avalos, Cerdán, Paqui, Acciona y cía, el Presidente y expresidente de la Diputación de Almería y otros muchos que aún desconocemos, muy “supuestamente” merman estos escasos recursos en su beneficio particular y encima, por si fuera poco, hablan de dignidad, honorabilidad y respeto mientras sus parejas, sobrinas/os y allegados/as, derrochan a manos llenas el patrimonio general, también “supuestamente” obtenido.
O que se promueva una drástica reforma procesal penal relevando a los jueces de instrucción de investigar y la dándosela al noble cuerpo, pero jerarquizado, cuyo jefe, dependiente del gobierno (Pedro dixit) acaba de ser condenado por saltarse la ley con pértiga incluida.
Indignante, lamentable, rastrero y vil es quedarse con lo ajeno, mucho más si es escaso y de todos, pero ¿qué catadura, qué bajeza, hay que tener para aprovecharse de una crisis mundial con fallecidos a miles?. Prefiero no tener respuesta y ni hacerme la pregunta Como decían los famosos payasos de la tele (menores de cuarenta ni los conocerán), no me hago preguntas porque siempre me respondo tonterías.
Quisiera no compartir ni especie con estos miserables. Cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro.
*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Vila, Corell y asociados.
- Artículo 103 CE
La Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho.
- En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
(La vida es sueño)














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