Martes, 04 de Noviembre de 2025

Actualizada Lunes, 03 de Noviembre de 2025 a las 23:16:33 horas

RAFAEL SIMÓN GALLARDO
RAFAEL SIMÓN GALLARDO Lunes, 03 de Noviembre de 2025

El Diluvio que viene...

Dios mío. La Dana. Suena a nombre de bailaora flamenca, pero en realidad es como si Noé hubiera tenido una pesadilla febril y la hubiera soltado sobre Valencia. Agua por todas partes, coches nadando mejor que yo en la piscina del club y la gente comprobando que, contra todo pronóstico, un piso décimo puede convertirse en un ático con vistas al mar... aunque sea por causas traumáticas.

 

Y en medio del caos, como en una mala obra de teatro del off de Madrid, aparecen nuestros queridos políticos. Carlos Mazón, el hombre que pilotaba la Generalitat Valenciana, ha dimitido. Ha dicho "hasta aquí hemos llegado" y ha soltado el micrófono. Un gesto loable, aunque uno no puede evitar pensar que lo hace un año justo después de la catástrofe, cuando las alfombras ya no están empapadas sino secas y los muertos... bueno, los muertos por desgracia siguen estando muertos. Pero es un gesto, algo. Algo que en la política española brilla como un diamante en un basurero: alguien asumiendo una culpa. Casi me da un patatús.

 

Pero luego está él. Pedro Sánchez. Ah, Sánchez. El hombre que navega en el Titanic escuchando la orquesta y entra antes que las mujeres y los niños en los botes de salvamento y eso que el es el más feminista del mundo y el protector de toda la infancia. Lo verdaderamente grave, lo que te hiela la sangre más que el agua de la riada, fueron los cientos de muertos, las familias destrozadas, las vidas arruinadas y las pérdidas económicas que harían llorar a un contable suizo. Pues a Sánchez todo eso le entró por un oído... y estamos todos aquí, en vilo, esperando a ver por cual agujero natural o misterioso va a salir. ¿Será por la oreja contraria? ¿Se le evaporará por la frente? ¿Será por donde nunca llega el sol? ¿Lo transformará su máquina en un eslogan vacío sobre resiliencia y lo soltará en un mitin? Es el gran misterio. Su capacidad para que la responsabilidad resbale sobre él es sobrehumana. Es como si la culpa le tuviera alergia. Tiene ese don divino y eso que es ateo, o agnóstico, no recuerdo bien.

Yo pierdo una receta y me entra una úlcera. Él pierde cientos de vidas y su mayor preocupación es si las gafas de Dior hacen juego con la corbata mientras ríe a carcajadas por cada pregunta de la oposición que no desea contestar aunque sea sobre la apocalipsis de hace un año o la ponzoña de la corrupción. 

 

Mientras tanto, las víctimas y sus familias siguen ahí, esperando algo más que un "es muy triste" dicho con cara de circunstancias. Esperan respuestas, ayudas, algo que no sea un minuto de silencio que suena más a trámite que a duelo. Y yo, desde aquí, me pregunto si no debería enviarles a todos mis discos de jazz. Al menos son sinceros en su melancolía,  no como otros que lo máximo que han hecho es imponer el luto a todo bicho en el congreso y eso que los ujieres ya lo hacen cada día.

 

En fin, la vida sigue. Unos dimiten, otros no se enteran, y el agua, finalmente, se retira. Deja barro, escombros, muertos y una pregunta flotando en el aire: 

 

¿Cómo es posible que en un país con tanto sol, la sombra de la impunidad sea tan alargada?

 

 

*Rj. Simón, es médico y cuenta cuentos inveterado...

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