Miércoles, 01 de Octubre de 2025

Actualizada Miércoles, 01 de Octubre de 2025 a las 13:23:23 horas

JESÚS LORENTE
JESÚS LORENTE Lunes, 11 de Agosto de 2025

Papá, mamá… ¡quiero ser bombero!

Hace unos años se implantó un nuevo itinerario formativo para acceder al mundo de las emergencias: el FP de Técnico en Emergencias, con grado medio para la escala básica y grado superior para la escala de mando. Un título que capacita para trabajar en entornos de emergencias, incluidas las tareas de extinción de incendios.

Hasta aquí, todo parece un paso adelante… pero, si lo analizamos bien, también podría abrir la puerta a un debate más amplio: ¿estamos allanando el camino hacia la privatización de los servicios de bomberos? Ese tema lo dejo para otro artículo.

Hoy quiero centrarme en una historia muy real. Álvaro tiene 16 años, termina la ESO y lo tiene claro: quiere ser bombero. Sus padres lo apoyan y se matricula en el ciclo formativo. Si todo va bien, en dos años lo habrá terminado, habrá hecho prácticas en un SPEIS y estará preparado para presentarse a unas oposiciones.

 

Pero aquí llega el primer muro:

En mi comunidad autónoma, la Ley 7/2011 y su decreto de acceso establecen como requisito disponer del carnet C+E. Y este carnet no puede obtenerse hasta los 21 años, salvo que la familia disponga de recursos para pagar un costoso curso de capacitación. Es decir, Álvaro terminará el ciclo con 18 años… y tendrá que esperar tres más para poder presentarse. Tres años en los que puede que trabaje en otro sector, que pierda el hilo o que, simplemente, se enfríe la ilusión.

A esto se suma otro problema: no existen calendarios de oposiciones anuales o bianuales, algo perfectamente posible si se realizara una planificación óptima. Las administraciones tienen capacidad de estudiar las plantillas y prever las jubilaciones que se producirán cada año. Anticiparse permitiría convocar procesos de forma regular, con promociones más pequeñas y mejor gestionadas, evitando picos masivos de entrada o salida de personal.

Y mientras tanto, la consecuencia es clara: la edad media de las últimas promociones ronda los 35 años. Si seguimos así, tendremos un doble problema: jubilaciones masivas y falta de relevo generacional.

 

¿Y si le damos una vuelta al sistema?

¿Sería tan descabellado permitir que jóvenes como Álvaro pudieran opositar con 18 años, con el compromiso de obtener los carnets exigidos en un plazo de 5 años una vez dentro del cuerpo? Esto permitiría:

 

  • Aprovechar la inercia y motivación de los recién titulados.
  • Rejuvenecer las plantillas de forma continua.
  • Facilitar que el propio profesional, ya con un salario, pueda financiar su formación.
  • Planificar el futuro del servicio con una gestión más previsible y eficaz.

 

En definitiva, se trata de decidir si queremos seguir poniendo barreras que retrasan la entrada de sangre nueva en un servicio esencial, o si buscamos un modelo más dinámico, que se adapte a la realidad de los jóvenes y a las necesidades operativas de los bomberos.

Porque, al final, un bombero no solo apaga fuegos: también necesita que las administraciones apaguen los obstáculos innecesarios que impiden que la vocación se convierta en realidad. Si no lo hacemos, muchos “Álvaros” verán cómo su sueño se consume antes de encender la sirena por primera vez.

 

*Jesús Lorente, Bombero del Ayuntamiento de Alicante (SPEIS) y delegado de personal de Csif

 

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