Día Jueves, 18 de Septiembre de 2025
La Sumisión y la Fuerza: la Pasividad de la Costumbre
En un rincón polvoriento de la historia de Francia, en el año 1577, un joven Étienne de La Boétie se atrevió a lanzar al viento un grito de rebeldía. En su "Discurso sobre la servidumbre voluntaria", este pensador nos recuerda que la peor forma de sumisión no es aquella que se impone con un puño de hierro, sino la que se cosecha en la inacción y la indiferencia, en la rutina de lo cotidiano. Un llamado a la reflexión que resuena con fuerza en nuestros días, cuando la desidia y la apatía parecen haberse convertido en el pan de cada día.
La Boétie, al igual que un pintor que mezcla colores para crear una obra maestra, traza un retrato sombrío de la humanidad. Nos invita a mirar más allá de la opresión manifiesta, hacia las cadenas invisibles que nos atenazan: la costumbre, esa madre de todas las servidumbres. La sumisión más peligrosa, la que se arrastra como un fantasma, es aquella que hemos aceptado sin cuestionar, como un viejo abrigo que nos protege pero que también nos pesa. La indiferencia, ese veneno silencioso, nos convierte en cómplices de nuestra propia esclavitud.
Es curioso observar que, en un mundo donde la fuerza se utiliza como herramienta de control, la verdadera batalla se libra en el terreno de las ideas. La violencia puede doblegar cuerpos, pero nunca puede doblegar voluntades que han despertado. La Boétie, con la agudeza de un espadachín, nos recuerda que la libertad es un acto de valentía, una elección que debemos hacer cada día. La amistad, el conocimiento y la reflexión son las armas que necesitamos para desarmar el sistema que nos quiere callados y obedientes.
Pero, ¿qué nos impide levantarnos de esta pasividad? ¿Es el miedo, la costumbre, o tal vez la sensación de que el cambio es un leviatán imposible de desafiar? En este sentido, la historia nos brinda ejemplos que parecen susurrar respuestas. Pensemos en aquellos que, en el fragor de la lucha, decidieron romper con la inercia de su tiempo. Desde los revolucionarios franceses hasta los activistas de hoy, todos han sido tocados por la chispa de la rebeldía que La Boétie defendió con tanto fervor.
La reflexión sobre la servidumbre voluntaria no es solo un eco del pasado, sino un espejo que nos muestra nuestra realidad. En la política contemporánea, la indiferencia se manifiesta en la falta de participación ciudadana, en la incapacidad de cuestionar lo que nos rodea. "Lo que no se nombra no existe", decía un viejo sabio, y quizás sea hora de empezar a nombrar nuestras cadenas. La lucha por la libertad no es una batalla que se gana solo con palabras; requiere acción, compromiso y, sobre todo, un despertar de la conciencia.
Así que, querido lector, te invito a seguir el rastro de La Boétie. Cuestiona, indaga, y sobre todo, no permitas que la costumbre te convierta en un espectador de tu propia vida. La peor versión de la sumisión es la que se alimenta de la pasividad, y en un mundo que sigue girando, cada uno de nosotros tiene el poder de ser el cambio que desea ver. Al final, la libertad no es un regalo, sino una conquista diaria, un acto de resistencia ante la fuerza de la costumbre.
*Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.31