"Adolescencia" Instagram y una tragedia imposible de asimilar

. Reflexión tras ver la miniserie "Adolescencia" de Netflix
Acabo de terminar de ver la miniserie Adolescencia de Netflix, y aún me cuesta digerir todo lo que plantea. No es solo un thriller psicológico, es una historia que remueve por dentro y deja preguntas difíciles de contestar. Nos sitúa frente a una familia aparentemente común: padres atentos, una hija adolescente responsable y un niño de 13 años que, sin señales evidentes, comete un crimen brutal que rompe por completo la vida de todos. La serie obliga a mirar de frente una realidad incómoda: el abismo que a veces existe entre lo que creemos saber de nuestros hijos y lo que realmente ocurre en su interior.
El impacto de este relato no solo radica en el acto violento en sí, sino en las consecuencias devastadoras que arrastra para todos los miembros de la familia. ¿Cómo se supera algo así? ¿Cómo viven unos padres normales la revelación de que su hijo se ha convertido en un asesino?.
Adolescencia abre una puerta incómoda a la conversación sobre la salud mental, el aislamiento juvenil y, sobre todo, el papel de las redes sociales en la vida de los menores. La serie deja claro que no basta con preguntar “¿cómo estás?” o asumir que, porque un niño está en su cuarto y va al colegio, todo marcha bien.
Hoy en día, gran parte del mundo emocional y social de los adolescentes se desarrolla en redes sociales como Instagram, TikTok, Snapchat... Ignorarlas es, en cierto modo, renunciar a una parte crucial de su universo. No se trata solo de saber que están conectados, sino de entender cómo funcionan esas plataformas digitales, qué tipo de contenidos consumen, con quiénes interactúan y qué valores, retos o mensajes reciben a diario.
Muchas veces, los adolescentes no cuentan lo que sienten, pero lo muestran de forma 'simbólica' en lo que publican, comentan o siguen. Por eso, como padres, es fundamental conocer mínimamente el lenguaje, las dinámicas y los riesgos que implican estas plataformas. Estar presentes en su mundo digital no significa espiar, sino acompañar, observar y estar disponibles. Significa generar un espacio de confianza donde puedan hablar de lo que ven y sienten en ese entorno tan influyente como invisible para muchos adultos.
La reflexión es urgente: conocer el entorno digital de nuestros hijos no es invasión de la intimidad, es nuestra responsabilidad como padres y familiares. Y no se trata solo de vigilar, sino de estar presentes, conversar, generar confianza y detectar señales antes de que sea demasiado tarde. Porque, como demuestra esta impactante "ficción" o no, a veces el peligro viene del lugar más inesperado: desde el interior del hogar. Desde una habitación, un ordenador o un móvil donde se pueden esconder frustraciones, obsesiones, e incluso vínculos con la violencia que los adultos no siempre alcanzan a ver.
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