Día Martes, 16 de Septiembre de 2025
La Era de la Superstición y la Incertidumbre
En la era contemporánea, marcada por un predominante enfoque en la economía de servicio y la información, nos encontramos navegando en un mar de contradicciones. La industrialización, antaño motor del progreso económico y social, ha sido mayoritariamente delegada a otros países. Y en medio de este fenómeno, emergen potencias tecnológicas que han concentrado el control en manos de unos pocos. En esta premisa radica la preocupación que debe inquietarnos: la pérdida de la capacidad crítica y del discernimiento frente a la vorágine de información y desinformación que nos rodea.
En nuestro contexto actual, prevalece un sistema que invita, más bien, a la aceptación pasiva. Somos consumidores de información sin cuestionar su origen, veracidad o intención. Mientras, el sentido crítico, una facultad esencial del ser humano, se desvanece. No participamos activamente en la construcción de nuestras agendas sociales y políticas, permanecemos atrapados en un ciclo donde las decisiones son dictadas por lo que nos dicen los algoritmos, los medios de comunicación, los sacerdotes, los políticos y, en ocasiones, hasta los horóscopos.
Empero es un hecho irrefutable que a pesar de la incertidumbre y lo absurdo de la vida, seguimos siendo los responsables de nuestros actos y elecciones. Pero, ¿cómo se puede ser responsables cuando la capacidad crítica está en declive? Cuando, en lugar de cuestionar y buscar la verdad, nos deslizamos hacia la superstición y la oscuridad, atrapados en la inercia de lo que se nos dice que es cierto. Es preciso luchar contra lo absurdo y falso, vivir auténticamente y con conciencia de nuestras decisiones. Ahora más que nunca, es necesario reivindicar esta actitud de rechazo a la pasividad y el conformismo.
El mal ha sido banalizado permitiendo la deshumanización de las sociedades que se niegan a cuestionar sus estructuras de poder. La falta de una crítica profunda nos obliga a una aceptación ciega de aquello que nos rodea, permitiendo que se instalen regímenes de pensamiento único que simplifican lo complejo y reducen nuestra capacidad de análisis a meras opiniones sin fundamento.
Permanecemos prisioneros en la caverna, limitados en nuestra búsqueda de verdad y conocimiento a las sombras proyectadas en la pared, engañados pensamos que la ilusión es real. Así es como nos sentimos confortables con las certezas ilusorias ofrecidas del misticismo, la ideología y la superstición, olvidando afrontar el desafío de indagar y buscar la luz del conocimiento verdadero que permanece fuera de la caverna.
Hay que desligarse de la dependencia de las fuentes que manipulan la verdad y fomentan la oscuridad. La realidad es que, aunque enfrascados en la inmediatez y la superficialidad, todavía poseemos el potencial para recuperar nuestro sentido.
El enfrentamiento no es solo intelectual, sino existencial. La recuperación de la capacidad de cuestionar y discernir debe ser un movimiento personal y particular que afecte al mayor número de personas y cristalice en una sociedad más consciente y crítica. La búsqueda del conocimiento implica tener la convicción de que, a pesar de la desinformación y los caminos oscuros, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad y el poder de encontrar la verdad.
Recuperemos nuestro sentido crítico, abramos los ojos ante la realidad y resistamos la tentación de permanecer en la ignorancia. Es hora de unirse contra lo establecido e iniciar una revolución que nos devuelva al camino justo que jamás debimos abandonar y tengan por seguro que será un viaje peligroso solo tolerado por valientes y estrictos en la nueva senda de la búsqueda de conocimiento auténtico, iluminados por la razón y la curiosidad.
*Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...
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