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RAFAEL SIMÓN GALLARDO
RAFAEL SIMÓN GALLARDO Jueves, 30 de Mayo de 2024

Mitómano psicópata

La Mitomanía es una realidad inexcusable imbricada con la humanidad. El hombre ha mentido desde que se reconoce a sí mismo. El hecho de mentir, evidencia un fenómeno inevitable que permea todos los aspectos de nuestra existencia y la política no está exenta de padecer estos efectos. 
 
La ética supone un pilar crucial para la formulación  de nuestras decisiones y es el aval de las interacciones que nos definen.  En este contexto es esencial indagar sobre la conexión entre ética y mitomanía. La deontología  ofrece la posibilidad de valorar la moralidad de nuestros actos, incluyendo el hecho de mentir, es imprescindible entender cómo la ética afecta a la percepción y a la  justificación de la mentira además de delimitar las fronteras entre la realidad y la ficción. 
 
En la época actual donde la comunicación es esencial, las noticias falsas conocidas como fake news adquieren el máximo interés por ser expresión de la relación entre estas dos entidades. Las repercusiones que la mentira tiene sobre la confianza social y la forma en que se percibe la verdad, constituyen áreas de máximo interés para el estudio de la psicología,  esta vinculación expresa nuestras características más ocultas;  egoísmo,  envidia y la complejidad del comportamiento humano. Ambos paradigmas se han entrelazado desde siempre en distintos  contextos culturales y sociales, y sus interacciones determinan nuestras decisiones cotidianas. 
 
La psicopatía se distingue por una marcada ausencia de empatía en una persona caprichosa e irresponsable acompañado de una incontrolable capacidad de manipulación  y  la autopercepción de superioridad que infravalora al  resto de los seres vivos. Con estas coordenadas, el empleo de la mentira se transforma en un instrumento estratégico para lograr fines específicos, "Cum finis est licitus, etiam media sunt licita", que significa "Cuando el fin es lícito, también lo son los medios", años más tarde Napoleón apostilló:  "triunfad siempre, no importa cómo, y siempre tendréis razón". 
 
El psicópata posee un talento innato para mentir de forma creíble, no exhibe  ansiedad o nerviosismo cuando lo hace. Esta conexión entre la psicopatía y  el uso de la mentira es esencial para entender su influencia en la esfera de la política. Los políticos con rasgos psicopáticos pueden servirse de la mitomanía de forma calculada para obtener y conservar el poder, desentendiendose de las repercusiones sociales por inmorales y dañinas  que estas sean. En el ámbito político, la propensión a la falsedad provoca  perjuicios  para la comunidad, la manipulación y el menoscabo de la verdad debilitan la confianza en las instituciones y erosionan la integridad del sistema. 
 
Se publicita con la boca chica que la honestidad y la transparencia son las bases de la toma de decisiones acertadas, empero el rol de la mentira en la gobernanza es fundamental, las repercusiones de las falsedades en éste ámbito son  extremadamente severas,  comprometen la legitimidad de los dirigentes y alimentan la desconfianza de los ciudadanos. Además, existe el peligro de tomar resoluciones fundamentadas en datos incorrectos o distorsionados que impactarán  en la ineficiencia  de las políticas públicas. La corrupción y el engaño erosionan los cimientos de la democracia y deterioran la calidad de vida de la población. 
 
Cuando los líderes se dedican a mentir, las ramificaciones son mucho más amplias de lo que podríamos imaginar. No solo se trata de un acto individual, sino que tiene un impacto duradero en la sociedad. La falta de honestidad erosiona la confianza en el sistema y en sus gobernantes. Esto determina  una profunda desconexión entre líderes y ciudadanos, creando  descontento y despreocupación. A medida que los líderes promueven falsedades para obtener beneficios personales o políticos, la brecha entre los que creen en las mentiras y los que se mantienen escépticos aumenta. Esta polarización socava la cohesión social y dificulta la búsqueda de soluciones para los verdaderos problemas que enfrentan a la sociedad y cristaliza en el advenimiento de una guerra civil por llegar.
 
Se nos presenta  en primer término, el enorme desafío de identificar de manera exacta y confiable a los líderes que son psicópatas. Frecuentemente se trata de personas sagaces y competentes en disimular sus auténticas características, aunque tambien se puede tratar de individuos ineptos y obtusos con un complejo de superioridad desmedido. Además, identificados estos sujetos, se plantea un dilema moral más grave y complejo para nosotros sobre cómo manejar la situación de forma adecuada. Si se opta por la agresividad y la vehemencia, el psicópata se presentará como víctima discriminada y estigmatizada injustamente y nos exigirá  el derecho  a ser resarcido.  Si se decide el respeto y cortesía, lo percibirá como debilidad y mantendrá su actitud irrespetuosa hacia nosotros.  
 
La herramienta ética esencial para enfrentar  mentira y  psicopatía en la gobernanza radica en el concepto de  transparencia. Es crucial que los dirigentes mantengan una comunicación  con los ciudadanos eficaz y sin manipulaciones, una información fidedigna y no omitan realidades por inconfesables que puedan parecer. La ciudadanía tiene que exigir el respeto que se merece  en el escenario político, porque se trata del  elemento central sobre el que gira el resto,  financia y soporta el sistema del que el político  vive como el  parásito que es. Es conocido el aforismo de el  que paga manda porque cuando  el que paga no manda, es lo mismo que el arriero que lleva la carga permitiendole al burro  que no haga el esfuerzo. 
 
Si se toman las medidas pertinentes, todo esto puede acabar en el desarrollo de una cultura de integridad y honestidad junto a la aplicación de sistemas de responsabilidad para conseguir  retos éticos en la gobernanza. Mientras que esto no suceda, es inexcusable permanecer apáticos ante tanta mentira interesada, debemos dejar de ser los idiotas que  se miran el ombligo, dar un paso adelante y con vehemencia  gritar a la cara de quien nos mienta el adjetivo que mejor le defina, aunque sea un insulto, pero será irremediablemente mejor que permanecer callados. 
 
Ya lo saben, hagan un uso inteligente del derecho a voto, de la denuncia pública mientras que  la libertad de expresión siga indemne,  exijan  transparencia en la información, en las decisiones, en la administración de los recursos públicos y si tienen la sensación de que les mienten griten valientes a la cara de los gobernantes  "mitómano psicópata" y verán como no les aguantan la mirada porque probablemente por primera vez, empiecen a sentir  miedo al saber que su forma de vida peligra gracias a a las opiniones libres de los ciudadanos que creían ser solo corderos en el rebaño. 

 

 


*Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...

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