Del Sábado, 04 de Octubre de 2025 al Jueves, 30 de Octubre de 2025
Cuando sale lo mejor y lo peor del ser humano
Ya nadie se sorprende de lo que es capaz el ser humano. De lo peor y lo mejor, pero para no quedarnos con mal sabor al terminar, empecemos por lo peor que los tiempos nos ofrecen.
Desde luego, comprobar que elementos como el tal Koldo, cuyo curriculum únicamente tiene decente el tiempo que fue portero de club de alterne, asciende a las más altas cotas de la Administración con mando en plaza y aprovecha el cargo y contactos para lucrarse del dolor ajeno, repugna. Mucho. Que tiene la nula catadura moral de timar a la ciudadanía en momentos en que los muertos se contaban por decenas y el miedo era el sentimiento diario en cada casa, en fin, no sabría cómo calificarlo sin mentar a su santa madre.
El silencio y, ahora, desconocimiento fingido de sus compañeros de viaje también habla a gritos del desolador panorama. ¡Vaya porquería de persona! Por no decir palabras más gruesas que, sin lugar a duda, se merecen unos y otros.
Desayunarse con que un cargo municipal, arquitecto en concreto, puede tener que ver con redes de blanqueo, favorecimiento a narcos y aprovechamiento de todo tipo de su puesto para enriquecerse y colaborar con la delincuencia, tampoco es moco de pavo. No deja de ser lo mismo, a otro nivel probablemente con la misma esencia. Presuntamente los dos, se me olvidaba.
![[Img #21022]](https://alicantepress.com/upload/images/05_2021/2333_enrique-vila.png)
Ambos juegan con el patrimonio ajeno. Son seres despreciables. Se jiñan en el sueño y esfuerzo de muchos que despiertan de madrugada, descansan lo justo y caen agotados por la noche. Crían prole, la atienden, se preocupan y, a veces, ni el cansancio les permite dormir de las preocupaciones que acumulan.
Y lo bueno, perdón, lo mejor del ser humano. Asistimos horrorizados al incendio del edificio de Valencia. Padecemos y rogamos al santo de nuestra devoción que no haya víctimas, sabiendo que resulta casi imposible que nuestra plegaria sea atendida. Al final pisamos un suelo de antemano conocido y viene la segunda parte.
Admiración por esos Bomberos (en mayúsculas) que ni un segundo piensan en ellos sino en los demás; que se dejan la piel, literalmente, por hacer un trabajo que es un uno por ciento empleo y el resto vocación. Por un conserje que no tiene tiempo sino para salvar a todos los que pueda a quién tienen que retener para que no vuelva a entrar entre las llamas para sacar avisar a más vecinos. Por los propios residentes que ayudan al resto de necesitados a salir del peligro. No queda ahí la cosa, es sólo una parte del todo.
Y ahora la sociedad, la buena. Bares y establecimientos cerrados abren sus puertas para proteger y servir. Cambian el cartel de “cerrado” por el de “aquí estamos para lo que necesitéis”. La sociedad acude a la llamada del grupo. Los vecinos, cercanos o de la otra punta, donan a quiénes todo lo han perdido, ropa, comida, bebida, artículos de higiene, pañales y refugio. Los médicos fuera de servicio, tras largas y mal pagadas guardias, se ponen a disposición de sus hospitales por si fueran precisos, los veterinarios se ofrecen, de balde, a tratar animales heridos, taxistas ofrecen sus vehículos para lo que se precise, psicólogos para todos, las fallas y sus asociaciones recaudan fondos y hasta los equipos deportivos se ponen a tiro para lo mismo. Todo el mundo, en estruendoso silencio, grita “hazme el favor de pedirme ayuda”. Cuando menos te lo esperas salta una lágrima.
Nada que no supiéramos. No faltan ejemplos, pero es bueno recordarlo. A la altura de esos pescadores de Santa Pola rescatando náufragos en alta mar y de tantos héroes anónimos de a pie sin pretensión de serlo.
La inevitable comparación hace que resulten más indignos, depravados y necesariamente prescindibles, los primeros. Orgullo de grupo, vergüenza de ciertos individuos.
Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.
















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.154