ENRIQUE VILA Lunes, 13 de Noviembre de 2023

LOS BORG

Para los no iniciados en el universo “Treki”, es decir, los fans de Star Trek y sus secuelas, me explico. En su misión de investigar los confines del Universo, las naves estelares de la Federación, también Estelar (Enterprise o Voayager), toman conocimiento y contactan con otras especies, humanoides o no, con fines pacíficos y de mera investigación científica.

Son numerosas las que encuentran. Unas son amigables, otras hostiles y algunas mediopensionistas. De todas la más peligrosa son los Borg, una forma de vida que combina existencia orgánica con implantes cibernéticos potenciadores de fuerza y otras cualidades. Son temibles, no se paran ante nada, no tienen miedo, no cuestionan las órdenes y tienen la capacidad de adaptarse a cualquier ataque que se les haga en segundos haciéndolos invulnerables. Aprenden y se adaptan.

Cuando encuentran un individuo, de la especie que sea, lo asimilan. Es decir, lo integran en el colectivo y asumen sus cualidades pasando a ser uno más del enjambre, perdiendo este su individualidad y aceptando, sin cuestionar, las directrices del líder del grupo. Están todos conectados entre sí y con el Alto Mando constituido por un decisor supremo que controla sus pensamientos y acciones para que sean unitarias, no particulares. Si algún elemento del conjunto presenta síntomas de conciencia particular es apartado inmediatamente como apestado, analizado y reintegrado una vez “curado” de tan peligrosa enfermedad.

Esa es su esencia y mayor defensa. Su imparable fuerza y ventaja frente al resto de seres que pueblan la galaxia y barrios adyacentes. La más importante y básica, su muro y ariete. No existe, la han erradicado, la individualidad, ni hay libertad personal, no existe la opinión ni el posicionamiento, sólo la decisión del colectivo por encima de todo y de todos.

Frente a este contingente férreo y compacto, sus enemigos pierden sistemáticamente todos los enfrentamientos. Son impenetrables como falange espartana compuesta por miles de millones de formidables soldados que se reemplazan continuamente con nuevas incorporaciones. No hay, ni puede haber, fisura alguna en sus formaciones ante la ausencia de posición particular, crítica o discrepante. No importan las bajas, miles, millones, cientos de millones, siempre hay reemplazo, lo esencial es que el colectivo triunfe por encima de cualquier otra cuestión. No hay ética ni moral, no hay principios o límites, sólo el objetivo y directriz del líder incuestionado e incuestionable.

La inferioridad de sus rivales reside, precisamente, en la libertad de pensamiento y de comportamiento. Son vulnerables ante el martillo pilón del pensamiento único de contrario y el aumento de la especie por la asimilación de nuevos individuos que pierden su esencia particular y pasan a ser uno más. Desde ese momento ya no son un fin en sí mismo sino un medio, un instrumento del colectivo. Contra esto es imposible luchar. Una de sus frases preferidas y repetidas es “la resistencia es inútil”.

Si la ficción imita, copia o se aproxima a la realidad, que cada uno lo decida dentro de su libérrimo entendimiento, si lo tiene. Puede que sea la realidad la que aprende de la fantasía, aprecia sus ventajas y la adapta a sus necesidades. Si hay, o no, una función de asimilación del colectivo por sutiles medios, que cada cual se lo planteé, si quiere, y tome postura, o no, o sí, o yo qué sé que decía Arguiñano en Airbag.

Ahí lo dejo hasta que sea asimilado y me desdiga de todo ello, o mejor, hasta que cambie de opinión.

*Enrique Vila, es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.