Martes, 23 de Septiembre de 2025

Actualizada Martes, 23 de Septiembre de 2025 a las 19:25:15 horas

ENRIQUE VILA
ENRIQUE VILA Jueves, 23 de Febrero de 2023

Hablemos claro (Huelga de LAJs)

 
Podemos quedarnos en los titulares, headlines dicen los guays, o profundizar. Dar al tema la importancia que tiene o hacer el avestruz dejando la mayor parte, y más sensible, del cuerpo fuera mientras no vemos lo que sucede. No sería nada extraño en los tiempos que corren, es más, es la costumbre.
 
Que la Justicia no funciona, mejor dicho, la administración de justicia, es un hecho objetivo. No tiene Ud. más que preguntar a quien haya tenido la desgracia de toparse con ella obligadamente, dudo mucho que de forma voluntaria aunque patologías hay de todo tipo y condición. A quien haya tenido la necesidad ineludible de acudir en defensa de sus supuestos derechos. Sé de lo que hablo, no voy de tertuliano. Desde lo alto de estas piernas tres decenios lo contemplan.
Al principio soportaba sus desmanes, sus disfunciones, con resignada esperanza.
 
[Img #21022]
 
Creía que llegaría un día en que todo mejoraría, que era pasajero. Algún día el Estado entendería que sin Justicia, uno de sus tres pilares, no hay futuro. Al final, el elegido vendría (como en cualquier profecía) y pondría las cosas en su sitio y el pueblo, destinatario del servicio en abuso constante, saldría victorioso y obtendría un derecho que precisa, que implora, que desea y necesita, para vivir.
 
Treinta y dos años después de ejercer por primera vez, no me extraña que seamos el país que más ansiolíticos y antidepresivos consume per capita del mundo.
Una de las peores experiencias que un ciudadano puede tener es cruzarse en el camino de la administración de justicia. Sea como demandante, denunciante, demandado, denunciado, testigo, perito, querellante, querellado o de cualquier otra forma posible. Ni les cuento como abogado, procurador, forense, etc.. No mucho mejor lo tienen los funcionarios a su servicio. Magistrados, Jueces y Fiscales sobrecargados, Secretarios (hoy LAJ) igual y mal pagados, oficiales, auxiliares y agentes, desbordados y, en general, todos descontentos con razón.
 
Sinceramente, el contacto con el sistema de justicia no es agradable, al contrario, oscila entre decepcionante, en el mejor de los casos, y repulsivo, en la otra la gran mayoría. Es entendible que el carácter se agrie y se pierdan los modos.
Empatizo con los LAJs tanto como ellos no lo han hecho conmigo y mis compañeros de profesión en mi trayectoria.
 
No todos, obviamente, se dan honrosas excepciones que deberían ser, y no son, la regla. Igualmente con sus reivindicaciones salariales ante el incremento de funciones y, por tanto, de trabajo y responsabilidad. No entro cual tertuliano, me faltan datos, a opinar sobre la cláusula de enganche con la retribución judicial o cualquier otro modo de reconocer su labor pero parece justo que a mayor dedicación y funciones mayor contraprestación. Y lamento profundamente que se haya tenido que llegar a la presente situación de conflicto social para alcanzar algo tan evidente.
 
Pero los árboles no nos dejan ver el bosque. La Justicia no funciona, no ha funcionado nunca y a nadie le ha importado lo suficiente para acometer la catarsis necesaria que lleva siglos demandando. Parece increíble que uno de los tres poderes fundamentales del Estado sea tan deficiente y lamentable y mucho más que a nadie le importe. Ninguno de los gobiernos de los últimos cuarenta años ha visto la necesidad. De pequeños se nos inculca que tenemos, por el hecho de nacer en un país desarrollado y occidental, una serie de derechos. Entre ellos la Justicia. Es más, que debemos aparcar la autodefensa porque el Estado nos ampara y nos proporcionará protección. Que vivimos en un Estado de Derecho en el que la Ley impera y será impuesta a aquellos que la salten por medio de un sistema coactivo frente al transgresor y protector del obediente. Y vamos y nos lo creemos. Eso sí, hasta que topamos con el sistema.
 
 
Dicen los titulares que se han suspendido más de 160.000 vistas previstas por la huelga en curso, pero no cuentan las que se suspenden a diario. Sin huelga mediante. Miles, háganme caso, sé de lo que hablo. Cuando no falta la citación de un testigo, perito o parte, no se ha tramitado un oficio o no consta la respuesta de un organismo público o privado, remitida hace meses y comprobada al comienzo de la vista. El trato al justiciable, ya no hablo de los llamados operadores jurídicos (abogados, procuradores, peritos, etc.) es – temo la reacción – manifiestamente mejorable. Esperas interminables y tratamiento desconsiderado es habitual. Insisto, no todos pero muchos. Demasiados.
 
En una ocasión Su Señoría nos tuvo dos horas y media esperando porque era septiembre y venía de inscribir a uno de sus hijos en el colegio. No se disculpó y no es broma. Abogados, procuradores, testigos y peritos perdimos una mañana entera. Debería Ud. haberse marchado, dirán sin pensar, pero ello supone tanto esperar a un nuevo señalamiento a varios meses vista, si no años, como reprochar la conducta de quien debe decidir a tu favor o en contra. Juéguesela usted que yo prefiero pasar por el aro.
 
 
Reto a cualquiera que se tome la molestia de leer estas líneas a encontrar un abogado o procurador que no haya sido reñido o increpado, con modos incorrectos y mala educación, por funcionario o autoridad en la oficina judicial o incluso en Sala. Obviamente sin réplica, si tienes dos dedos de frente y algunos años de experiencia. La autoridad hay que saber ejercerla y en esto no hay auditorias ni controles. Hemos avanzado mucho con las grabaciones de las vistas pero no todo se graba, no todo consta.
 
 
Si hay algo más aburrido y desesperante que acudir a un evento, boda, bautizo, comunión, separación o jubilación, sentado a la mesa con varios médicos, es con abogados. Todos tenemos anécdotas de padecimiento judicial. Señalamientos con dos o más años de espera, tasaciones de costas eternas (parte esencial de nuestra retribución), suspensiones perpetuas (recuerdo un juicio penal suspendido cinco veces en que había testigos del norte de España cuya última vista se justificó porque la nuera de una testigo había salido de cuentas), dilación de procedimientos injustificada (siete años lleva un cliente esperando un señalamiento de juicio por estafa), ejecuciones paralizadas por bajas laborales interminables y repetidas, etc. En fin, podría seguir pero para qué. Como dice el anuncio, el que lo ha vivido lo sabe.
 
Nos desayunamos ahora con la mediática huelga pero el problema no es, ni mucho menos, el ejercicio de este derecho constitucional por parte de los afectados. Como tampoco lo es la cancelación de vuelos en Semana Santa o Navidad por paro de los controladores aéreos o los tripulantes de cabina, por mucha jodienda que nos suponga lo uno o lo otro. Sólo son las consecuencias de dejar de lado el problema. Los problemas que se descuidan, a la larga terminan convirtiéndose en crisis (1).
 
Dos cosas son esenciales para solucionar el asunto, y ambas sencillas si hubiera voluntad, si oviesse buen señor. Proveer de medios y personas. De los tres pilares en que se apoya el Estado de Derecho la hermana pobre, la Cenicienta, es la Justicia. Quizá sea por tener el deber y poder de controlar a las otras dos y eso no suele gustar. Ya sé que pido la Luna, pues supone equiparar, incluso superar, los medios que el legislativo y el ejecutivo tienen a su disposición para entregárselos a la hermana fea y que controle, censure y castigue, a las guapas. Qué no podría hacer la administración de justicia si contara con los medios de la Agencia Tributaria. Soñemos.
 
Además no es materia de debate electoral. Nadie va a manifestarse por una Justicia pública en contra de la privada. No cabe, siempre ha de ser pública por definición. Veremos y oiremos insultos y debates sobre la Sanidad pero jamás sobre la Justicia y ello porque todos, sistemáticamente todos, la han abandonado. De uno y otro signo y sin el menor interés por ella. ¿Es más importante la Sanidad que la Justicia?. No lo creo, ni tampoco que lo sea menos. ¿Puede desarrollarse y avanzar el ciudadano sin un sistema efectivo de justicia?. De ninguna de las maneras, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.
 
Hoy una revista especializada denuncia la suspensión del juicio penal por impago de pensiones y alimentos denunciado hace 10 años, obviamente por la huelga de LAJs. Nos mesamos los cabellos y ponemos el grito en el cielo. Empatizamos con el afectado y su letrado pero ¿por qué?. Por la suspensión del juicio o por los diez años, diez años, diez años repito, que ha tardado la justicia (minúsculas, no se merece más) en dar respuesta al problema. No se asombren, es algo normal según la acepción de la RAE (2). Pregunte Ud. a cualquiera que conozca el percal.
 
Los números de procedimientos son consecutivos y el cálculo de carga de trabajo es sencillo. Un Juzgado de Primera Instancia de Alicante puede numerar a final de año por encima del procedimiento 2.200. Si la cantidad de días laborables al año es de 251 (google dixit) tocan a 8,76 asuntos por día, es decir, 1,25 asuntos a la hora sin parar ni para desayunar. Materialmente imposible no hacer tapón aún sin levantar la mirada del papel, sin bajas y sin descansos. No crean que en Instrucción, Penal, Social, Contencioso o Menores la cosa mejora. Lo mismo de lo mismo si no peor. Si vamos a las Audiencias que reciben provincialmente los recursos de todos los Juzgados, la cosa se complica considerablemente.
 
Nos asustamos porque un médico de atención primaria debe dedicar, al menos, 10 minutos por paciente. Es la Sanidad, algo básico y fundamental. Un derecho inalienable, un logro social sin parangón. ¿la Justicia es menos importante? ¿Que alguien decida sobre nuestra vida y patrimonio, sobre otros derechos fundamentales es de inferior consideración?. Eso parece.
 
Si se quiere hablar claro no se puede culpar a los LAJs de la situación por su reivindicación. Ejercen un derecho fundamental como cualquier colectivo descontento dentro de un sistema enfermo. No son sino una importante, fundamental, tuerca del motor obsoleto de la justicia que se ha soltado cansada de ser apretada una y otra vez. El problema es el motor no sus piezas, ya no da más de sí. Funciona por inercia, por esa fuerza metafísica intangible que es la fuerza de la costumbre. Aceptamos como corderos (en silencio) que vaya mal, que sea tardía, que no sea efectiva ni atenta con el ciudadano porque siempre ha sido así y rezamos no topar con ella. Pleitos tengas y los ganes, dice la maldición calé. Cerramos acuerdos injustos, prestamos conformidades penales y valoramos en la balanza si compensa o no la incertidumbre (temporal y material) de someterse al sistema en clara rendición frente a un implacable enemigo que, vaya paradoja, no sólo pagamos sino que debería ser nuestro amparo y protección.
 
 
 
*Enrique Vila  es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.
 
 
(1) De la película “El rey”, de 2.019, me encantó la frase.
(2) RAE “normal” .- Habitual u ordinario. Que sirve de norma o regla

Etiquetada en...

Comentarios
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.136

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.