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RAFAEL SIMÓN GALLARDO
RAFAEL SIMÓN GALLARDO Domingo, 25 de Diciembre de 2022

El Paraíso morado

Sócrates, basado en lo que denominó  "intelectualismo moral", aseguró que la virtud para existir precisa previamente del conocimiento. Para el filósofo, los actos injustos y fallidos se deben a la incultura, y por tanto, los errores son achacables a la desinformación porque la humanidad es buena por naturaleza y es la ignorancia la que al relacionarse con el resto de cualidades, genera  los defectos que conocemos. 
 
 
Si creemos esta premisa, podemos entender la actualidad de muchos hechos, ejemplos, por desgracia, existen en exceso.
 
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Cuando el ignorante es además  inteligente, se transforma indefectiblemente en malvado. Si al lego se le suma la buena fe, será un imbécil redomado. La unión de inculto y religioso en la misma persona cristaliza en el mejor de los terroristas. El tirano es un iletrado con poder. El caos existe cuando coinciden libertad y estupidez. El corrupto para su existencia,  no solo  precisa de dinero sino que deberá ser  tan básico como un tarugo. Lo más terrible de todo  es cuando la pobreza se impregna de necedad porque siempre termina en violencia, crimen y dolor.  
 
 
Es muy fácil tener moral con la panza llena, los que alardean de ser moralistas pletóricos son los que tienen la moral doble si no triple, cuádruple y así hasta reventar de falsa corrección. 
 
 
Esto no quiere decir que las cualidades provengan de sus antítesis, la verdad no deviene del error, ni la amistad del egoísmo . Esto es imposible, los elementos de valor intrínseco siempre se originan a sí mismos, lo que Friedrich Wilhelm Nietzsche llamó "Dios oculto", ese ser inaccesible y desapartado del mundo seductor y mezquino  que se comparte 
 
en los sueños, los delirios y deseos de los mortales. Por tanto, no es inusual que lo que creemos, termine convertido en lo que sabemos a la vez que será nuestra imposición como la única verdad...
 
 
A las religiones les pasa lo mismo, es un razonamiento parejo pero permutando la creencia por la fábula, mientras, se le exige al acólito la suficiente Fe para deglutir las ruedas de molino apiladas por siglos de tradición y boato.
 
 
Lo cierto es que todas las preguntas tienen respuesta en el circo de las ideas, el desconocimiento no avala la realidad porque la certeza sigue existiendo a pesar de los idiotas incapaces de adquirirla, estamos abocados a descubrir constantemente nuevas paradojas. Discernir los enigmas que nos rodean es la obligación que avala la supervivencia. La capacidad de elegir entre alternativas dispares, de hacer o no hacer, de subir o bajar, de odiar o amar... justifican la  existencia y sobre todo la libertad por estar vivos y poder elegir. Los que no existen han dejado de hacer cosas, la inacción es sinónimo de muerte, es por ello que no se puede permitir la parálisis de nadie vivo, la pregunta importante no es qué cosas se realizan sino por qué las hacemos.
 
 
Aunque suene absurdo, la razón de nuestra existencia es esta dualidad, si al vivir no hay alternativas, no se puede elegir  y no hay decisión, sencillamente hemos dejado de estar vivos...por eso son tan peligrosos los paraísos monocromáticos que vivimos actualmente...
 

 


*Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...

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