Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
¿No querías uno, pues ahí van tres?
Premio Planeta 2021_La Bestia_Carmen Mola (Pseudónimo)
Definitivamente se nos ha ido de las manos. No es que no se previera, no, se veía venir hace tiempo, pero no es lo mismo sospechar que tu pareja te tiene de sobrero en Las Ventas a presenciar en directo la faena. La sustancial diferencia reside en la esperanza de que todo sea un sueño, que desaparece engullido por la realidad.
Algo así me ha pasado con el Premio Planeta de este año y las malditas redes sociales. ¡Qué asquito pueden llegar a dar!. Tras conocer que el galardón se lo lleva Carmen Mola (pseudónimo descubierto), por la novela “La Bestia” legiones de odiadores/as y ofendiditas/os, han afilado colmillos y hasta babeado por la oportunidad de salir de su aburrida (no cabe otra explicación) existencia. Se han lanzado a la arena del anfiteatro Flavio y protegidos con la gruesa coraza del anonimato descargan golpe tras golpe frente a la desnudez del triunvirato de autores. Claro coctel de envidia y prejuicios mezclado, no agitado.
Los/as hay que exhiben impúdicamente su sabiduría asegurando saber, desde su primera novela (La Novia Gitana), que no podía ser mujer el/la autor/a; que era evidente que tenía (indiscutible) que ser hombre. ¿No querías uno, pues ahí van tres?. Quizá esta condición me haya impedido alcanzar la misma conclusión, nunca dudé de que si firmaba como Carmen, su protagonista era la inspectora Elena Blanco, su grupo integra a Chesca y a Mariajo, no había motivo para dudar de su feminidad. También es cierto que me importa menos que el futuro de Escarlata O´Hara a Red Butler. Leí la novela con placer y deseo de que tuviera secuela que no se hizo esperar demasiado (Aprende Patrick Rothfuss).
Incluso alguna muy allegada compañera estaba convencida de que bajo Carmen Mola se escondía, realmente y nunca mejor dicho, Su Majestad la Reina Leticia, quien aburrida de su vida palaciega daba rienda suelta a su vinculación con las letras sin poder identificarse tanto por pudor real como por la crudeza de los relatos. Pues no, mira, no es ella aunque si non e vero e ben trovato.
En todo caso, los sabihondos y los cuñados son inofensivos si en ello se quedan. Mucho peores, hitlerianos/as estalinistas/os, es el ejercito de odiadores analfabestias que han puesto proa al libro ganador, a sus autores, y a los anteriormente publicados y leidos con fruición mientras los firmaba Doña Carmen y no los tres machirulos portadores de próstata.
- ¡Qué vergüenza, esconder su masculinidad bajo el nombre de una mujer!
- ¡Imperdonable comportamiento hetero patriarcal, demostrativo de la subyugación femenina!
- ¡Han sido necesarios tres hombres para emular a una mujer, patético!
- ¡No pienso leerlo ahora que sé que no es autora sino autores! (*)
- ¡Si querían permanecer en secreto que hubieran firmado “anónimo”!
Estas y otras joyitas han tenido la culpa de que esté juntando letricas. Pero la que se ha llevado el premio gordo, el sumum cumlaude, la pole position, el rien ne va plus de la ruleta de despropósitos ha sido la librería madrileña de cuyo nombre no voy a acordarme, especializada en libros de escritoras, que ha retirado de su escaparate y estanterías los ejemplares de la antes afamada y admirada autora, hoy denostados autores. Siempre creí, inocente de mí, que las librerías eran el último reducto frente a la estupidez humana y los comportamientos intolerantes.
Me pregunto que opinaría al respecto Amandine Aurore, quien publicaba bajo el pseudónimo masculino de George Sand por los prejuicios del XIX, o Mary Shelley, maltratada por su cónyuge o, incluso Oscar Wilde, encarcelado y maltratado por sus tendencias afectivas quien tras su paso por el talego no volvió a levantar cabeza ni ser el ingenioso autor que era, destrozado por dentro y autoexiliado de su ingrata y neandertal patria.
La condición particular y personal del autor no debería influir en la apreciación de su obra. En el momento en que sale de él/ella/elle, cobra vida propia y autónoma, se desmiembra del brazo del dios que le dio la vida. Esa es su grandeza y su penitencia, tanto que incluso puede matar en vida al progenitor/a antes de inmortalizarlo. Cyrano devoró a Edmond Rostand quien nunca pudo alcanzar en vida tan altas cotas tras su parto. ¿Si a estas alturas se descubriera que Edmond era Edmonda, cambiaría algo? ¿sería peor o mejor su obra?
La cultura del dime de dónde viene y te diré qué pienso de ello no sólo es perniciosa sino también involutiva. Disminuye al ser humano y lo transforma, lo ridiculiza. Anula el libre albedrío y juega a los dados con él. Le convierte en instrumento de espurios intereses alejados del arte.
Si pasado mañana me dijeran que bajo el nombre de mi admirada Kathryn Biguelow (Le llaman Bodhi, Dias Extraños, K19, etc.) se esconde Paco Merlo, seguramente me limitaría a bostezar y esperar sentado las reacciones de los ofendiditos y ofendiditas cuya moral y opinión depende del signo oportunista del momento y la debilidad mental del resentido, supuestamente ultrajado.
Cada día me convenzo más de que si no somos más tontos es porque no entrenamos suficiente. Cinco minutos diarios frente al espejo haciendo el gilipollas seguro que ayudarían bastante a empeorar la situación que, por otro lado, dudo que a estas alturas tenga remedio.
- Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.
(*) Con los no leídos la solución es sencilla, no hacerlo, pero con los ya leídos ¿qué se hace? ¿borrarlos de la mente con hipnosis?, ¿provocar un bloqueo mental ante el nombre de Carmen Mola?. Dejo de dar ideas que alguien es capaz de seguirlas.
*Imagen superior: Acto premio Planeta 2021 en el canal de you tube.













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