Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
Yo no he sido, yo no he sido
Antes de la digitilización mundial, vamos antes de que Skynet dominara nuestras vidas preparando la rebelión de las máquinas; antes de que telemáticamente encendiéramos las luces, la calefacción, la cocina o la temperatura de la nevera desde nuestro teléfono móvil, había vida. Los vecinos se relacionaban, se informaba uno en el bar, vermú mediante, en corrillos de variados sabios, verdaderos seres renacentistas conocedores de cualquier materia sometida a su dictamen. Germen del tertuliano televisivo Si no sabían, conocían un vecino, cuñado o amigo que de buena tinta les mantenía al día. Lo que yo te diga, solía terminar las frases.
Niños y jóvenes jugaban, dependiendo de la edad, a todo tipo de juegos callejeros. Simples pero divertidos, desde dar patadas a un balón en un descampado con dos piedras como portería, a esconderse o perseguirse divididos en dos grupos enfrentados. Bipartidismo incipiente. Al igual que los cachorros de león del Seregueti pelean entre ellos preparándose para las mortales luchas de adulto, aquellos inocentes juegos eran entrenamiento, preparación y pruebas adaptadas al futuro que se nos venía encima.
![[Img #21022]](https://alicantepress.com/upload/images/05_2021/2333_enrique-vila.png)
Poco, o nada, podíamos sospechar que el juego del yo no he sido, a saber, uno se daba la vuelta cerrando los ojos rodeado por el resto, recibía un cachete y tenía que adivinar quién le había pegado, mientras todos movían las manos diciendo “yo no he sido, yo no he sido”, iba a ser tan importante y tendría tan serias consecuencias.
Desconozco si pertenece a la idiosincrasia de la piel de toro, de nuestras costumbres y usos patrios, o es consustancial al ser humano y su propia naturaleza. Lo que sí sé es que eludir la propia responsabilidad está tan extendido y es tan común que lo extraño, la excepción de la regla, es lo contrario. Desde pequeños y ante cualquier trastada la culpa la tenían los hermanos. Se dan casos, incluso, en familias de hijo único. Si nos metían un gol, la culpa era del portero, del defensa, del entrenador e incluso del transporte escolar, nunca propia, y así, entrenando ponerse de perfil y eludir culpas, nuestra maestría ha llegado a las más altas instancias del poder. De aquellos polvos estos lodos.
Que hay que hacer frente a una catástrofe nacional, pues que asuma al mando otro y tome decisiones “yo no he sido, yo no he sido”; levantamos el Estado de Alarma, qué se coman el marrón los presidentes autonómicos, “yo no he sido, yo no he sido”. No contaban con su astusia, también están entrenados, larga cambiada y qué decidan los Tribunales que para eso cobran y saben de todo, “yo no he sido, yo no he sido”. Y así hasta el colmo de la derivación de la responsabilidad. Cualquier día dejan la decisión en poder del ciudadano. ¡Caramba (por no decir cojones) qué buena idea!. Dicho y hecho.
A ver, teniendo en cuenta los extendidos conocimientos que tiene la población en materia científico-médica, en inmunología, en desarrollo y consecuencias de los efectos de las vacunas en el cuerpo humano, es lógico que sea cada cual quién decida sobre su propio cuerpo. Tiene todo el sentido del mundo. Así pues, aquel que haya recibido primera dosis de astrazeneca tendrá que optar, bajo su exclusiva responsabilidad y previo consentimiento informado, si se inocula la segunda de la misma botella o si prefiere un combinado fresquito, mezclado no agitado.
Claro que sienta un precedente extensible a otras muchas facetas de la convivencia social. A la vista también de los amplios conocimientos que los particulares tenemos en materia económica, mantener un negocio o sustentar una familia son pruebas inequívocas de ello, debería darse la opción al contribuyente de decidir los impuestos que debe pagar. ¿No decide sobre su propio cuerpo y salud sustituyendo a las autoridades sanitarias?, pues que lo haga también sobre su patrimonio. Y así sucesivamente.
Es más, todo español guarda en su interior un escondido seleccionador nacional de futbol por lo que en esta materia, mucho menos trascendente (no para todos) que la salud e integridad física, sería necesario que la “Roja” fuera un ejemplo y que los jugadores, hasta la alineación y táctica, sea espejo de la libre y meditada decisión de los particulares, vacunados o no, con astrazeneca o cualquier otra combinación de fármacos que elija. Siempre habrá quien, ante un eventual fracaso del sistema entone el “yo no he sido, yo no he sido” y el que, ante el éxito, se atribuya la decisión.
*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.













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