Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
Tabernos, Tabernas y Tabernes...
Si, soy un tabernario, tengo sin duda la española cualidad de la tabernidad, esa que Tezanos ha desvelado con tanta intuición y ha contribuido a simplificar el abstracto mundo de la "guerra cultural" donde solo existía "la izquierda" como única voz imperante en contraposición a la mezquina "no izquierda" conocida también como FFP (fascismo fálico patriarcal o facha formal y puteado o fauna fascista poderosa) que he descubierto finalmente como el grupo al que pertenezco.
Esta guerra cultural redefinida ha servido para aclararnos que la moralidad de la izquierda nunca fue superior y que ha dejado de ser la opción limpia, presentable y optimista que se postuló al provocar el enfado de los moradores tabernarios que afortunadamente suman casi la mayoría movidos por las mentiras y la manifiesta arrogancia de los "zurdos illuminatis" que nos tratan a todos como deficientes.
![[Img #20388]](https://alicantepress.com/upload/images/02_2021/4673_rafael-gallardo.png)
Si, soy tabernario porque tengo derecho a emborracharme y no porque esté huyendo de mis fantasmas o precise de drogas soporíferas para votar a unos u otros sino sencillamente porque soy un hombre libre que ha decidido ser feliz.
Recuerdo cuando el progresismo se asociaba al hedonismo y libertad mediante el relativismo, la flexibilidad y la comprensión de lo particular y lo general. La izquierda que nos rodea actualmente se ha transformado en puritana, es sombría, sacrificada y sobre todo represora con la excusa bien hallada de los manidos criterios de salud pública aunque andan buscando motivos postpandemicos para el futuro.
A la vez la derecha se ha metamorfoseado, ha dejado de ser censora, es alegre, vital, busca la fiesta, el bar, la música con el inequívoco deseo de recuperar la normalidad pero no la "nueva normalidad" que es un concepto chusco y de izquierdas propio de mentes obtusas e interesadas sino la que siempre se tuvo, la de nuestro pasado inmediato que sin duda fue mejor.
Quiero decirles que mi tabernidad no es perezosa ni ociosa porque reivindica el esfuerzo y el trabajo como únicos elementos de mejora e independencia del Hombre. Prohibir el derecho a trabajar se transforma en el impune sabotaje que pretende desmontar la libertad de los que viven del sudor para terminar dependiendo de los "auxiliadores profesionales" que son nuestros políticos de izquierda.
Los que no disfrutan de la tabernidad, los que trabajan como yo pero lo hacen desde el cuadrilátero protector del progresismo son más tristes y oscuros que los que somos tabernarios porque además del esfuerzo necesario para el trabajo tienen que soportar el sobrepeso añadido de todo lo que llevan incluido en su tetrabrick y yo adolezco; cambio climático, maltrato animal, racismo, homofobia, machismo, fascismo... trabajar así se transforma en una asfixiante sobrecarga que inunda al individuo progresista, lo llena de contradicciones que terminan produciendo la inhibición real que no se manifiesta porque el postureo protector oculta la verdad.
La verdad es que la vida vista desde esta perspectiva es peor que el infierno de Dante: todo obligaciones con el único premio final de la autosatisfacción personal sin reconocimiento alguno. Para tales alforjas no es preciso el viaje, mejor nos iba a todos cuando éramos católicos...
Por todo esto he decidido ser tabernario y no progre a pesar del riesgo que corro con esta decisión. Quiero mantener mi vida como la he conocido y que no se transforme en la carga insoportable del progrerío aunque sea condenado al infierno en vida por la libre decisión de vivir sin miedo a las catástrofes que me auguran estos tahúres interesados. Quiero ser normal aunque al hacerlo se me tache de criminal, quiero comer carne, beber vino, usar mi moto, ir a los toros, bailar pegado...quiero ser feliz soy egoista tanto como usted mismo lo es aunque no lo reconozca...
Soy tabernario porque la taberna es el único lugar de realidad verdaderamente horizontal y transversal, es la institución democrática por antonomasia, nada sectaria, como la vida misma y no como la terrible tormenta que juran nos amenaza. Es el lugar donde censores y mojigatos no son bien avenidos, se habla de política pero no solo de eso, tambien de futbol, de la familia, de deseos, sueños, de sexo...en la taberna se juega al pasapalabra en grupo, se escucha música, se baila, se liga, se bebe y se come, se celegran los éxitos y se descargan los fracasos...
Ojalá nuestro hemiciclo fuera solo una taberna y no el circo de psicópatas en el que se ha transformado...
Dios me oiga si no ha muerto por el cambio climático...
*Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...













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