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ENRIQUE VILA
ENRIQUE VILA Miércoles, 03 de Febrero de 2021

Derechos menos fundamentales

Tuve la tentación de titularlo de otro modo, “Derechos más, o menos, fundamentales”, pero entonces me vino otra duda, por qué no “Derechos, más o menos, fundamentales”. La riqueza del lenguaje tiene la culpa, el matiz de la coma cambia totalmente el sentido de la frase. Los malditos signos de puntuación, esos grandes olvidados. Encrucijada de caminos y crisol de culturas, que repetían incansables aquellos sesteables programas de TVE2, precisamente en la hora sexta.

 

Al grano que me disperso. Finalmente y siguiendo aquello del camino más corto – el recto – en consonancia con los nuevos modos de testear el Covid19, quedó así. Precisamente porque para nuestros bien pagados e insignes gobernantes hay derechos más fundamentales y otros que, compartiendo título honorífico, son dignos de menor protección. Que merecen menos atención y pueden dejarse de lado. Vamos que en esta materia también hay duques, marqueses, condes y barones.

 

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Claro que si preguntas a un facultativo por el sistema, respiratorio, digestivo o nervioso, más importante – fundamental – probablemente respondería que todos, pues uno sin los otros tienen tanto sentido como los otros sin el uno. Ninguno. Los tres son fundamentales para la vida. Son todos esenciales en un equilibrio que, precisamente, posibilita simbióticamente la existencia del resto en régimen de colaboración e integración necesaria. Siempre que tuviera tiempo de responder entre entrada al centro sanitario, colocación de protecciones, asistencia a pacientes, retirada de EPIs, salida del mismo y llegada a casa, aislándose de su familia y vuelta a empezar.

 

En materia de Derechos Fundamentales parece que la cosa no es igual, no fotis nen (1). Al menos eso piensan y creen (o dicen sin pensarlo ni creerlo) los actuales dirigentes nacionalistas de Cataluña. Frente al derecho fundamental a la salud, deambulación y circulación por territorio nacional (Cataluña lo es aún), reunión y demás, priman y aúpan el deber (2) de participación en la agencia de colocación del día de los enamorados. Paradójica fecha con raíces cristianas en el coraje del santo que casaba a escondidas cristianos (y cristianas) condenados y encarcelados y que, por ello, fue decapitado en época del emperador Claudio II (3). Valor, lo que se dice valor, no es huir en el maletero de un coche a pegarse, con cargo a terceros, la buena vida mientras otros – incautos – baten el cobre o van a prisión.

 

El problema es pero que muy simple. De base. Se trata de la confusión, consciente y voluntaria, entre derecho fundamental, inherente al ser humano, e interés particular, inherente al ser político. Que en estos momentos en que no se pueda despedir a un ser querido por razones de salud pública; que no se puedan hacer velatorios de más de diez personas; que no se permitan más de diez asistentes a un enlace matrimonial; que las reuniones de más de dos personas no convivientes estén prohibidas (porque menos de dos ya no es una reunión, aunque estos zoquetes no lo sepan); que se haya cerrado a cal y canto la hotelería y que se imponen toques de queda y cierres perimetrales, se permitan, mejor, se fomenten, vulneraciones de estas prohibiciones, únicamente puede responder a intereses espurios particulares.

 

Cuando veo a mis hijos perdiendo una preciosa juventud encerrados entre las cuatro paredes de casa o del colegio; oigo las fundadas quejas de los que han tenido que cerrar el pequeño negocio familiar; veo los apuros que pasan trabajadores en ERTE cuyos pagos no llegan, o por lo menos no a tiempo; o conozco los inhumanos esfuerzos a los que se somete al colectivo sanitario sin más recompensa que cumplir con su obligación (y si no al tiempo), me sorprendo y apeno a partes iguales.

 

Causa admiración que ante semejantes esfuerzos los políticos de turno, sin excepción, tengan la desfachatez, la desvergüenza y caradura, de permitir saltarse cierres perimetrales necesarios hasta ahora, con tal que sea para asistir a mítines electorales o que, contra cualquier norma o consejo sanitario, se permita a los infectados de covid o aislados por precaución, ir a votar expandiendo el mal que nos tiene confinados y ha trastocado nuestra existencia. ¿De qué planeta proceden estos miserables?.

 

Apena y entristece que ante semejantes comportamientos, dirigidos única y exclusivamente en interés propio, sigan en sus puestos tranquila y plácidamente sin reacción alguna del pueblo al que deberían servir y hasta proteger. Carece de explicación lógica que no pase por el adoctrinamiento y sopor que han llegado a provocar en sus súbditos, otra cosa no nos consideran, para permanecer anclados en sus prebendas y privilegios per secula seculorum.

 

Qué Dios, Alá, Buda, Zeus, Odín o aquello en que cada cual crea libremente, nos coja confesados.

 

*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.

 

1.- no jodas niño.

2.- Ya sé que es un derecho, pero no hay candidato que no lo exija como deber ineludible.

3.- 213 a 270, d.C., por lo menos eso dice Wikipedia.

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