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RAFAEL SIMÓN GALLARDO
RAFAEL SIMÓN GALLARDO Martes, 19 de Enero de 2021

El Trumpismo sin Trump

Estarán de acuerdo conmigo que la cultura occidental  se ha establecido desde que terminó la II Guerra Mundial bajo instintos de respuesta a las agresiones recibidas. Siempre ha sido en contra de algo, de forma reactiva, la solución opuesta al problemas,  las antípodas, los famosos "antis" ;  anti-fascismo, anti-totalitario, anti-imperialismo, anti-colonialismo y anti-racismo, anti-capitalismo. 

 

La primera mitad del siglo XX se forjó  como resultado de las consecuencias negativas y los errores inherentes a la tradición occidental. El comunismo fue respuesta y solución a un capitalismo primigenio e implacable que ofrecía el cambio, la apertura y la salida de la pobreza  con dogmas ilusionantes que prometían  un futuro justo e igualitario que nunca llegó para terminar transformándose en el sistema opresor más eficaz y cruel de todos los conocidos en la actualidad.

 

Durante la segunda mitad del siglo pasado, vacunados claramente del fascismo y del totalitarismo y sobre todo de las dos guerras mundiales padecidas, se produjo de forma reaccionaria el espíritu en contra de todo lo que servía de nexo y era preciso para conseguir que los ciudadanos se sintieran vinculados con sus naciones,  su procedencia, familias, tradición, historia,  figuras parentales y un largo etcétera. Cualquier concepto fuerte y sólido era sospechoso inmediatamente de inadecuado, injusto, antisocial y sobre todo de políticamente incorrecto.

 

Había nacido el globalismo, una superestructura planetaria sin control que aumentaba de poder y hegemonía.  Venció al nacionalismo superando a las naciones como unidad de medida política. Se impusieron  nuevas fronteras de corrección inapelables, generales y transversales;  feminismo, ecologismo, neohistoricismo, negacionismo. Se manipuló la realidad y la historia se reescribió con intenciones interesadas. Se normalizó la formación y la información del ciudadano que perdió libertad y sobre todo, dejó de ser libre pensador. 

 

Sin embargo, el péndulo de la triada dialéctica Hegeliana es cierto; toda tesis es seguida por su antítesis y con más tiempo acaba imperando una mezcla aceptable, la síntesis aunque este resultado casi siempre pasa por la violencia. Por tanto y siguiendo este esquema, hoy renacen las ideas de fortaleza que el globalismo subyugó y tildó de nefastas. Se está generando una Nueva Derecha que critica frontalmente  los males que asolan la pervivencia de las naciones y está claramente en contra del globalismo establecido. 

 

Ante este despertar, la izquierda reacciona con virulencia en contra de la derecha que  critica sin complejos los males que nos asolan. En este caso nos dicen que la derecha solo critica pero  no aporta nada, no hay soluciones en el nuevo recetario. La izquierda se mueve  y lo hace de forma condescendiente porque actualmente se siente predominante. No tiene inconveniente alguno en manipular la realidad y se encarga de exagerar la histeria que nos rodea para general miedo, porque el miedo es el aglutinante de todos los controles. 

 

Lo que ha pasado en Estados Unidos no es más que el adelanto de lo que se cierne para todo el continente. Trump no  es el  idiota que nuestra prensa interesada nos presentó, el Trumpismo no morirá con Trump porque ha venido para quedarse entre nosotros.  Los seres humanos tenemos defectos en nuestro genoma que no se pueden cambiar tan fácilmente y uno de ellos es nuestro anhelo a favor de amores y lealtades que nos unen y diferencian del resto y en este contexto es donde la Nueva Derecha se hace fuerte.

 

Trump habló con claridad de las preocupaciones espantosas que habitan en los corazones que no nos atrevemos a formular porque son mal vistas por el consenso general pero esto no lo hace desde un populismo vacío de contenido sino que hay un ideario, una doctrina intelectual y un sustrato evidente que reacciona a sus consignas. Por otro lado, a la izquierda le pasa exactamente lo mismo. El acto está servido, sean ustedes bienvenidos a la próxima contienda bélica de la primera mitad del siglo XXI, como ven la historia se repite, sobre todo si se enseña, como es el caso, de forma torticera y pierde su principal objetivo, la de ser el recordatorio de los errores cometidos que indefectiblemente volveremos a cometer si no aprendemos la lección.  

 

Yo ahí lo dejo 

 

* Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...

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