Día Martes, 16 de Septiembre de 2025
La idealización de los idiotas

Oigan amigos, hoy me voy a explayar con un concepto interesante: la idealización. Puede parecer a priori, que todos sabemos a lo que me refiero, pero no es así. Si de lo que se habla, es de la idealización en el amor habrá menos dudas, todo el mundo se ha enamorado alguna vez, aunque queden desgraciados o afortunados, según se vea, que no lo hayan catado. Si de lo que hablamos, es de la idealización de los padres, necesaria en la infancia y derribada en la adolescencia si se quiere progresar, casi todos lo recordamos o lo hemos sufrido. Pero si de lo se discute, es de la política, todo se complica.
Señoras y señores, hoy hablaremos de "la idealización de los idiotas".
Primero, deberemos decidir lo que es realmente idealizar. Es fácilmente entendible cuando nos referimos a la persona deseada, a nuestra amado-enamorado (neutro a propósito, declinen todas las vocales al final de la palabra según los géneros que acepten) pero cuando de lo que hablamos, es de política, la cosa cambia un poco, ¿qué digo poco?, cambia un huevo, si me lo permiten ustedes y las gallinas-gallinos que también tienen huevos.
En el amor, primero idealizamos y después, un día, tras años de roce y convivencia, nos topamos de sopetón con la cruel realidad. Lo que de novios era una hermosa peca equidistantemente posicionada en la cara más hermosa que conocimos, se transforma en la verruga más fea de una abyecta bruja. Si nuestra novia era bajita, diremos en cada ocasión que se presente, y en las que no vaya a cuento también, aquello de que los perfumes caros van en botellitas pequeñas para un día, de golpe, comprando en Mercadona a su lado, nos daremos cuenta de que sencillamente es enana y punto. Y así cantidad de ejemplos que obviaré para no ser más prolijo que después mi esposa me dice que soy un pesado y escribo mucho.
Analicemos pues, las formaciones políticas tras las elecciones y la política de pactos, el objeto del deseo cambia de la noche al día por transmutación transgénica, pero en sentido inverso a lo que pasa en el amor. En la política, se pasa del odio al amor mientras convenga. En el amor, se pasa del amor al odio casi siempre. Cosas que pasan.
Bien, en política, las opiniones de unos contra otros se transforman directamente proporcionales con la necesidad que se tenga para poder ganar las investiduras, creándose paradojas conceptuales muy interesantes. Se pasa de ser una boñiga seca a una joya de la corona, de ser un culo incontinente a ser el ano eficaz madrileño o valenciano, de ser un monstruo de Frankenstein a ser un médico afamado sin solución de continuidad alguna y por interesantes intereses interesados.
Les recuerdo el texto de una película épica que viene al caso de lo que hablo;
IGOR
¿Doctor Frankenstein?
FREDERICK
Fronkonstin.
IGOR
¿Me toma el pelo?
FREDERICK
No. Se pronuncia Fronkonstin.
IGOR
¿Dice usted también Frodorick?
FREDERICK
No. Frederick.
IGOR
¿Y porque no es Frodorick Fronkonstin?
FREDERICK
Porque no. Es Frederick Fronkonstin.
IGOR
Muy bien.
FREDERICK
Usted debe de ser Igor.
IGOR
¡No! Se pronuncia Aigor.
FREDERICK
A mí me dijeron que era Igor.
IGOR
Pues estaban equivocados, ¿sabe?
Nada importa, que durante los mítines de la campaña, se hayan dedicado unos a otros y muchos con todos, a insultarse, burlarse, despreciarse, humillarse y un largo etcétera de vejaciones que sería indecoroso describir. Nada importa que hayan jurado por Snoopy, prometido por Blas y Epi, apalabrado por Ramón y Cajal, u obligado por Oriol y Junqueras a que jamás pactarían unos con otros, algunos con muchos y unos pocos con nadie.
Además, han sido testigos ustedes y yo mismo, de la creación de elevadas murallas insalvables, de condones sanitarios máximos, de fronteras militarizadas con radares nocturnos para asegurarnos que nunca jamás se juntarían con sediciosos, golpistas, ultraizquierdistas, ultraderechistas, separatistas y creo también con diabéticos o reumáticos, no lo recuerdo bien, formando todos ellos, el catálogo de faunas políticas al uso y sus posibles combinaciones.
Todo cambia y muta cuando las elecciones terminan y después de que el pueblo hable, ya no lo escucha ni Dios, si alguna vez estuvo atento a semejantes paridas. Los políticos ya no precisan de los ciudadanos para nada, han pasado la reválida mínima para seguir su senda hacia los pactos, hacia el poder que es más interesante que la ciudadanía. Entonces, donde se dijo Diego, se dice después Pedro o Pablo, o Pedro sin Pablo, lo que les interese para sus fines y a otra cosa mariposa. La aritmética y las matemáticas elementales, pasan a ser las ciencias que todo lo pueden; separan y juntan como Dios lo hace, o lo hacía, con el hombre, la mujer y el matrimonio.
Idealizar, es ver al que durante las elecciones era el más acérrimo enemigo político, después de un maquillaje global rápido con el que le damos una lavada de cara transformando al monstruo en ángel y tras la puesta a punto, esté más a tono con lo que andábamos buscando, con lo que realmente se necesita y todo, señoras y señores por España, sin pestañeo epiléptico y así, el que olía a mierda, huele ahora a perfume francés y a otra cosa mariposa que se hace tarde y lo que nosotros votamos y el por qué lo hicimos les importa un huevo de pato, suponiendo que los huevos tengan patos.
Idealizar es hacer algo parecido a la conversación de Caperucita cuando creía que el lobo era la abuela;
LOBO VESTIDO DE ABUELA Abascal
-¿Y te gusta esta nariz tan grande que tengo?
CAPERUCITA Pablo casado
– Sí, porque es para oler mejor.
LOBO VESTIDO DE ABUELA Abascal
– ¿Y no te parecen feas estas orejas tan grandes que tengo?
CAPERUCITA Pablo casado
– No, porque oyes mucho más lejos.
LEÑADOR Albert Rivera
¡¡No hables con tu abuela, no pactes que es Abasca!!l
Les propongo que reflexionen, la idealización se termina cuando con serenidad nos preguntamos:
¿Pero qué coño les vi?
¿Merece algún polistroide de los actuales mi respeto?
¿Está justificado que les siga idealizando como hice con mis padres o mis novias?
Por favor, no podemos seguir respetando a impresentables, es hora de ver sus verrugas, sus enanismos mentales, sus egoísmos y sus falta de escrúpulos.
Así son nuestros políticos, nunca fueron buenos, superiores ni buenas personas así que a ver si algunos de nosotros, tomamos por fin buena nota y dejamos de idealizar a idiotas.
* Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...
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