Te lo juro por Snoopy

Lo veo y no lo creo. Miento, lo creo porque se venía venir, aunque hayamos adoptado la defensa del avestruz. O precisamente por eso. Eficaz postura que esconde la cabeza bajo tierra esperando no ser vistos, dejando partes sensibles de la anatomía a disposición del contrario. Listos, lo que se dice listos, no somos. Espabilados tampoco.
Ya no se trata de que, en el mejor de los casos, quedemos entre los cinco últimos puestos de Eurovisión; a todo se hace uno. Bendito, arcaico y soporífero Festival de la OTI, ejemplo de un imperio musical en que no se ponía el Sol. Ni de que, aún así, año tras año e ilusionados nos empeñemos en participar. Tampoco me refiero al sorprendente éxito de la avalancha de culebrones turcos. Esos que reparten melaza, sirope y merengue, a partes iguales y doble de azúcar. En los que un típico nacional de la puerta Oriente a Occidente, y viceversa, de metro noventa y cinco de estatura, rubio como el trigo en agosto, ojos turquesa y piel lechosa le dice a su compañera de reparto – también prototípica nacional otomana – algo tan cotidiano en pareja como “he venido a verte para que nuestros corazones latan acompasados”. Subidón de glucosa al canto. O que siga anunciándose lo de ¡Me gustan las gafas!, por eso te regalo tres pares y un lavado de coche gratis. A tomar por saco el gafitas cuatro ojos capitán de los piojos; hala vete de la mano de Manolito Gafotas. Ponte gafas aunque no necesites, caramba, que hay que dar salida al stock.
Meras anécdotas sin importancia superadas de lejos por otro fenómeno de dimensiones planetarias que diría la Pajín. Me refiero, cómo no, a la jura o promesa de la Constitución por los cargos electos. ¡Qué espectáculo!. Eso sí es una feria con tiovivo, forzudo y mujer barbuda. Ahí es dónde se aprecia, claramente, el nivel summa cum laude, king size, top level de quienes nos representan. La de horas de insomnio que habrán padecido para ser originales; para acatar sin acatar (antes se llamaba mentir), el texto fundamental del Estado de Derecho en que, se supone, residimos.
La llave de la Caja de Pandora una sentencia (1). Aquella que dio por bueno lo de juro o prometo “por imperativo legal”. Y el regalo de boda de Zeus a Dora (entre los amigos) que encerraba las penurias humanas se abrió dejándolas campar. A Caja abierta, manzana mordida y alzada la veda, en su interior sólo quedó la esperanza (de ahí que sea lo penúltimo que se pierde (2)), dando paso a fórmulas mucho más floridas y artísticas de burlarse del ordenamiento jurídico y su norma suprema. Festival de la coña marinera y maestros del cachondeo.
Aquel “juro/prometo por mi conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones de mi cargo y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, etc” bueno – vale, de acuerdo, para ti la perra gorda – suena un poco encorsetado: Pero de ahí a lo que se ha visto y se verá media la fosa de las Marianas. Si a ciertos temas se le quita liturgia y escenificación pierden el sentido.
En fin, los tiempos mandan y no aceptarlo, dicen, es retrógrado, obsoleto y rancio. Da igual que se prometa aceptarla “hasta cambiarla” (Podemos); “hasta la Constitucion catalana” o “hasta la constitución de la República catalana” (innecesaria identificación); “por la soberanía del pueblo, por una España nueva, per la fraternitat entre els pobles. Nunca más un país sin su gente y sin sus pueblos” (Errejón); “en defensa de la diversidad nacional y de la plurinacionalidad” (Gloria Elizo); o exclamando “visca els paisos catalans” (Tardá). Jurar sobre una Biblia “por Dios y por España” (Vox en Comunidad Valenciana); “para continuar la lucha feminista” (Cristina Cabedo); "por una madre tierra viva y en armonía" (Beatriz Gascó); "por una verdadera sociedad inclusiva que refleje su diversidad y cumpla con los derechos humanos" (Pilar Lima). Todo vale y no quiero quedarme atrás.
Así que propongo diversas fórmulas para la próxima constitución del Congreso de los Diputados. Hay que empezar la legislatura en condiciones, que no se diga. El juramento o promesa estilo concurso de belleza no se ha oído aún, ahí lo dejo, “prometo la Constitución por la Paz Mundial”; el deportivo permitiría fidelizar aficionados, algo como “prometo por la próxima Copa de Europa del ………….. (a gusto del hincha)” o “por el ascenso a Primera División del glorioso Hércules de Alicante” (tan difícil como la Paz Mundial o casi); el liberal “por el libre mercado”; el pesimista “por si nos quitan lo bailao”; la promesa escondite egoísta “prometo por mi y por todos mis compañeros, pero por mi primero”; el famoso juramento Sergio Leone “juro por un puñado de dólares”; el prudente “por si acaso”; el autónomo “por que esto acabe pronto y volver al trabajo”; el informático “por apaga y enciende”; el impuntual “por los pelos”; el refranero “por la boca muere (o vive) el pez”; o el del abogado ejerciente “por todo lo dicho por quienes me anteceden o sucedan, aunque lo renunciaren”. Y así podríamos estar toda la legislatura.
Para el Senado, cámara territorial, no me atrevo. Depende de la procedencia y estereotipo del lugar. Pero vamos, de ahí a que alguien le eche valor y la jure por Snoopy en el libre ejercicio de su derecho a la sorna, que posteriormente sea refrendado por los Tribunales, hay un suspiro. Si no al tiempo.
* Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.
(1) Tribunal Constitucional, en sentencia 119/1990 de 21 junio
(2) Cronológicamente, lo último es la vida y lo antepenúltimo la dignidad.
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