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JORGE BRUGOS Lunes, 11 de Marzo de 2019

Líderes y sumisos 

Están los líderes con mayúsculas, y luego los “líderes” entre comillas. Los primeros, son los que han llegado arriba, a la cúspide de poder por sus propios méritos gracias a su capacidad, esfuerzo y lucha. Aquellos que saben dónde ir, guiando a los parroquianos con determinación hacia el objetivo marcado. Los segundos, en cambio, esos cabecillas circunstanciales, son los que han terminado haciéndose con el bastón de mando gracias a unas circunstancias ajenas a su voluntad. No son ellos los que han conseguido ser la cabeza, sino que el caprichoso destino, es el que ha dictado que ellos son los que encabecen el proyecto mientras unos entes en la sombra dirigen al sujeto como una marioneta.

 

En política, como retrató mi querido amigo Pascual Rosser, en su columna "Un líder, ¿nace o se hace?", hay mandatarios de todos los colores. Aquellos que son líderes natos, esos que la biología ha querido que sean luz, u los que no han tenido tanta suerte, teniendo que trabajar con sudor y lágrimas esa figura alargada para gestionar un proyecto. Caudillos innatos, y progresivos. Los que han sido siempre líderes gracias a una cualidad congénita de su ADN, y los que se han hecho jefes con el paso del tiempo tras atravesar vivencias anómalas y trágicas, sabiendo sobreponerse a ellas y marcando el territorio. Ejemplo de ello, podría ser Barack Obama, un hombre hecho a sí mismo, un jefe que despierta la ilusión de sus seguidores por su carácter y carisma. El ex Presidente de los Estados Unidos hizo historia al ser el primer hombre de color en asaltar la Casa Blanca tras una campaña de marketing personalista con aires de populismo en el que su figura era el principal reclamo. Recuerdo en aquel 2008, cuando Obama se metió a la gente en el bolsillo de forma tan evidente que los votantes acudían a las urnas con la esperanza propia del que presencia la llegada de un mesías. Ese, Yes we can!, el lema de campaña del candidato demócrata, cautivó a los norteamericanos para que le votaran en masa en las elecciones con más participación de la historia del país.

 

En el lado opuesto, coexisten los caudillos sin carisma y sin liderazgo, que han ascendido al poder gracias a una serie de afortunadas desdichas. Mandatarios circunstanciales, que son manejados como títeres por poderes facticos ocultos del aparato de su partido o de las altas esferas para conseguir un fin. Personas caídas de rebote en la poltrona, que a veces, son fieles a sus amos y en otras ocasiones se revelan transformándose en niños de verdad como Pinocho y zafándose de las cadenas que les oprimen. El turista catalán en Waterloo, Carles Puigdemont, es un líder circunstancial. Terminó siendo el President de la Generalitat de Cataluña gracias a que la CUP vetó la investidura de Artur Más. El ex President, y una de las cabezas del procés, empezó gobernando Cataluña desde la sombra mientras Puigdemont obedecía agachando la cabeza. Pero en un momento determinado, el sumiso, torno en rebelde, se soltó de la mano de su guía y comenzó su desvarío narcisista. Él era el Presidente de la República catalana, tenía que convocar un referéndum vinculante para liberar a Cataluña de las garras de la opresión del Estado español. A la burguesía catalana, se le había ido de las manos, Puigdemont estaba fuera de control. Su ego, había derrotado al seny. El mismo Artur Más tildaba de arriesgada e inoportuna la declaración unilateral de independencia mientras su ex esbirro vivía en una esfera paralela donde Cataluña ya era una República independiente. 

 

Pero no todos los líderes circunstanciales son iguales, hay algunos que permanecen dóciles e impasibles ante las ordenes de sus amos. Obedecen y asienten sin rechistar por temor a que un ápice de insumisión les cueste la integridad de su cabeza. Caudillos como Quim Torra, que al igual que él mismo repite una y otra vez, no es más que una marioneta de Carles Puigdemont que gobierna Cataluña desde Bélgica mientras su secuaz acude a recibir órdenes día sí y otro también a Waterloo. Oportunistas, que ni pinchan ni cortan y que tan solo reciben decretos manados de escalas superiores. 

 

La palabra líder tiene muchas matizaciones. Están los líderes reales, esos que son jefes de verdad, aquellos que sus órdenes son deseos, y los que, sin embargo, no son más que cabecillas imaginarios en los que los preceptos no son más que mandatos dirigidos por poderes facticos.          

 

     

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