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JORGE BRUGOS Martes, 22 de Enero de 2019

El pancatalanismo, y otras drogas

Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar, dice el refranero popular. Un servidor, y así deberían de encontrarse todos los valencianos, está preocupado por la deriva pancatalanista en la que se está adentrando el gobierno de la Generalitat Valenciana. Consell, encabezado y controlado, no se engañen, no por Ximo Puig, ese ni pincha ni corta, sino por Mónica Oltra. Mientras el President de la Generalitat tiene la mera misión de asistir a actos institucionales como si fuera un simple concejal o un Presidente de la Diputación, su vicepresidenta Oltra, maneja el torno para amoldar nuestra Comunidad en una prolongación de Cataluña. Todo con el beneplácito e inmovilismo marmotil de Puig, que se deja llevar y obedece las órdenes de su socia para continuar sentado en la poltrona de la Generalitat.

 

Ximo Puig es de Mónica Oltra a lo que es Pedro Sánchez de Carles Puigdemont. Una marioneta, que es capaz de renunciar a sus ideales por mantener su trasero acomodado en el sillón. Un hombre osado hasta tal punto, que puede alterar su percepción de la realidad, de España, y tildar a la Comunidad Valenciana de país, cómo señaló Toni Cantó el pasado domingo en el acto de España Ciudadana celebrado en Valencia. El mismo que apoyó a Susana Díaz en las primarias socialistas se mimetiza camaleónicamente para lamerle el culo a Pedro Sánchez y a los independentistas reconociendo la plurinacionalidad de España. Otro sujeto afectado por el síndrome del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde… Se lo habrá contagiado su jefe, ese que, sin tratarse su esquizofrenia ideológica, recorre el mundo con su Falcón hasta el infinito y más allá.  

 

El tripartito, en su empeño de calcar el modelo implantado en Cataluña, donde la administración vació la cabeza a los ciudadanos de sus ideas preconcebidas para implementarles otras sesgadas y politizadas de la realidad, ha instaurado una Ley educativa que desprecia y margina al castellano. Norma, que no hace más que prolongar y agravar la estrategia tomada por el Partido Popular. Si, el de Francisco Camps, ese que se llena la boca con la palabra España, pero cuyas medidas educativas dejaban al castellano en un segundo plano. El otro día, hablando con una allegada, esta recordaba su etapa en el instituto señalando que, en muchas ocasiones, acentuaba las palabras castellanas como si fueran valencianas consecuencia de que, en la escuela, apenas le impartían clases de español. “Solo teníamos castellano y poco más, el resto era todo en valenciano”. Parece ser que la izquierda no ha sido la única que ha discriminado a nuestra lengua. El Partido Popular, ese que ahora está rivalizando con Vox para ver quién es el que se desgañita antes gritando viva España y ondeando la rojigualda, también lo ha hecho. Los Populares, al quedarse de brazos cruzados durante su periodo en el gobierno de la Generalitat, han propiciado que formaciones pseudo-catalanistas, como Compromis, entren en las instituciones. 

 

Siglas, que se han adueñado de la televisión pública valenciana. A Punt, esa cadena, que, como afirmaba en una reciente entrevista Emilio Argüeso, Secretario de Organización de Ciudadanos en la Comunidad Valenciana, “se pretende convertir en una nueva TV3”. Cadena diseñada para dar, a costa del dinero de todos los valencianos, publicidad a las tesis pancatalanistas y a los líderes del Consell. Recuerdo cuando entrevistaron a la portavoz de Jusapol en Alicante y pese a que esta no dominaba el valenciano, le hicieron las preguntas en esa lengua. No quieres caldo, pues toma dos tazas. Obsesionados con el valenciano, pretenden metérsela a los ciudadanos, aunque sea a la fuerza, con calzador. Por muy buen médico que uno sea, si no se conoce la lengua del territorio, no se está capacitado para el puesto. Vaya paradoja.

 

Pese a ser madrileño con raíces castellanas, me gusta el valenciano. Esta lengua, es cultura, es historia. Algún domingo al azar, espero que no sea bajo el síndrome pancatalanista, escucho misa en valenciano. Un idioma, que pese a la indudable riqueza que atesora, no se puede imponer. Nada debe de ser implantado por decreto, esa herramienta ejecutiva que tanto le gusta al demócrata doctor Sánchez y a Marzá. El que quiera aprender valenciano, que lo estudie, el que no, que tenga las mismas oportunidades que al que se lo han enseñado. Es evidente, que como decía un periodista afín al PSC, ya sabemos en qué se ha convertido este partido…, que el que conoce el catalán aparte del español, es bilingüe. Pero, pido perdón si soy demasiado brusco, el valenciano no sirve para nada. Si, repito, es una lengua bella y con mucha historia, pero en el fondo, no tiene utilidad. Todavía no conozco a nadie, al que, en una entrevista de trabajo, contradíganme si me equivoco, el hecho de hablar valenciano le haya distinguido con respecto a otros candidatos.  

 

Es hora de despertar, de poner los pies en el suelo, de caer en la cuenta de que se deben aplicar los recursos a las materias importantes. Aspectos relevantes como la educación, en donde los colegios barracón se multiplican por doquier, en la sanidad, donde las listas de espera también suben como la espuma, y, dejar de dopar al valenciano malgastando el dinero de todos los ciudadanos en convertir a nuestra tierra en una extensión de los países catalanes. Porque la República no existe, idiotas.   

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