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JORGE BRUGOS Jueves, 03 de Enero de 2019

VOX: el Podemos de derechas

Los expertos señalan que el populismo es la corriente política que predica soluciones sencillas a problemas complejos. Medidas con gancho, diseñadas como consigna para vender un proyecto atractivo en la forma, pero imposible en el fondo. El pionero en España en el siglo XXI, fue Podemos, esa formación política liderada por un tertuliano con coleta que prometía el oro y el moro a cambio de nada. ¿Quién se podía resistir a tales premisas? Los morados encarnaron el alma más radical del 15-M para marcarse un tanto arrastrando a los descontentos con las elites, con la casta, con los que se les habían vaciado los bolsillos al mismo tiempo que los poderosos aumentaban su capital. 

 

Recuerdo cuando Pablo Iglesias, el líder de Podemos, acusaba a Ciudadanos de ser un partido concebido por el IBEX 35. “El Podemos de derechas” le llamaba. El iluso de Iglesias, adelantó acontecimientos. Se dejó llevar por la emoción y el miedo del momento sin analizar la situación de otros países europeos. Homólogos, que si tenían dos polos opuestos en sus parlamentos. Los radicalismos se habrían paso entre la crispación. Los líderes de Podemos, vanidosos en su empeño de no etiquetarse como siglas de extrema izquierda, intentaban mantener un papel centrado y trasversal. Esa centralidad, coló, hasta que Pablo Iglesias decidió abrazar como un oso a Alberto Garzón y su comunismo. De centro, y comunistas. No cuela. Ese marxismo que tanto enarboló el ahora socialdemócrata circunstancial Alexis Tsipras y en el que el líder de Podemos se reflejaba. Se negaban a ver lo evidente. El panorama político occidental se estaba radicalizando. Las manoseadas etiquetas de rojos y azules ya no tenían utilidad. Ahora había una amenaza mayor, la del populismo. Esa que representa VOX, el partido de Santiago Abascal que cotiza al alza en las encuestas electorales y que tanto se parece a Podemos. 

 

Como refleja un estudio realizado por el periódico La Razón, el programa de Abascal y de Iglesias tiene un 20% de compatibilidad. Aunque les pese a unos y a otros, las dos formaciones se parecen. Ambas son populistas, tanto uno como otro promete café para todos sin decir el cómo y de donde va a financiar tanto gasto público. Analizando el programa de VOX, uno se da cuenta de que parece una lista echa por cuatro amigos en un bar para contentar a las masas. Regalan consignas baratas del estilo de, “Anteponer las necesidades de España y los españoles a los intereses de oligarquías, caciques…”. Mensajes sentimentales diseñados para llevarse votos fáciles que bien podrían estar en el programa de Podemos. Ideas anti-casta para seducir a los más desfavorecidos. Necesitados, que del mismo modo que votaron a Podemos en los anteriores comicios, ahora meten la papeleta verde para apoyar a Santiago Abascal. 

 

De ese intento de transversalidad nace el batiburrillo en el que consiste el programa e ideario de VOX. Ultra liberales, pero no mucho. Al mismo tiempo que presumen de ser los más liberales, lo que contradice su presunto autoritarismo, pretenden becar a las familias que tengan un determinado número de hijos. Es como si Donald Trump apoyara la permanencia del Obamacare mientras baja los impuestos. ¿De dónde iba a sacar el dinero para hacer frente a tal gasto social? Abascal pretende aumentar las prestaciones sociales reduciendo la presión fiscal y sin eliminar privilegios a la clase política, como reflejan sus pocas propuestas en cuanto a trasparencia. Un paraíso irreal que es bonito en la teoría, en las películas de Ciencia Ficción, pero imposible en la práctica, en la España actual.  

 

El único enorme escollo que le impide a Santiago Abascal plasmar su programa económico está en las autonomías. Se calcula que suprimiendo el régimen autonómico se ahorrarían más de 60.000 millones de euros, cantidad con la que se si se podrían llevar a cabo las reformas concebidas por VOX. Cantidad, que es jugosa y apetitosa, pero cuyo medio para conseguirla es inviable. El problema de Cataluña y el País Vasco no se solventa borrando de un plumazo las autonomías. En política no sirve el dicho de muerto el perro, se acabó la rabia. No es tan fácil. España nunca será un Estado centralista, al menos a medio plazo. Ningún partido apoya la idea centralista de VOX, por lo que en un panorama político tan fragmentado a lo máximo que puede aspirar Abascal es a la eliminación de parte de las competencias cedidas por el Estado central. 

 

VOX es un hibrido entre la extrema derecha europea y el neoliberalismo. Dos ideologías contradictorias, puesto que el autoritarismo nunca puede defender el liberalismo, aglutinadas en un partido para conquistar los corazones tanto de los más desfavorecidos como de los conservadores y tradicionalistas aficionados a la caza y críticos con la inmigración. Abascal no es Salvini, ni Fillon, es populista. 

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