Elda homenajea a las víctimas del nazismo del municipio

La obra, realizada por el artista local Carlos Martínez García, está enclavada frente a la rotonda de las Fallas de Elda y el Mercado Central, entre las calles Santa Bárbara, Amadeo Vives y 2 de Mayo.

Se trata de una escultura que consta de un bloque de piedra natural de Bateig, de unas cuatro o cinco toneladas, al que se añaden dos miembros del cuerpo humano, una pierna y un pie, en situación de aplastamiento.

"Representa los trabajos en la cantera de Mauthausen, donde los presos trabajaban en unas condiciones infrahumanas, portando continuamente piedras de granito de veinte kilos", ha explicado Martínez García, quien se ha mostrado "muy agradecido por poder contribuir a la cultura a través de este espacio urbano" en su ciudad natal.

Por su parte, el edil de Patrimonio Histórico, Amado Navalón, ha indicado que "el homenaje a las víctimas eldenses en los campos de concentración nazis sirve para cumplir un mandato del pleno del Consistorio de Elda".

"Pero, además, mandamos un mensaje a través del monumento para no dejar indiferente a nadie", ha señalado Navalón.

En ese sentido, el arqueólogo municipal de la ciudad, Juan Carlos Marquéz, ha avanzado que en la obra se incluirán los nombres de los diez ciudadanos locales de los que hay constancia que estuvieron en diferentes campos de trabajo nazis.

"Se ha realizado una investigación muy rigurosa para concretar los nombres de estos eldenses, aunque, quizá, esta lista se vea ampliada en el futuro, porque pueden aparecer todavía más", ha apuntado Marquéz, quien ha revelado: "Dos familias de las víctimas todavía viven en Elda y acudirán el viernes a la inauguración".

Márquez ha recordado la llegada de los eldenses a los campos de concentración: "Después de la Guerra Civil, tuvieron que exiliarse a Francia, donde pasaron muchas calamidades y algunos de ellos se alistaron en el ejército francés".

Sin embargo, al rendirse Francia a los nazis a mediados de junio de 1940, durante la segunda contienda mundial, "son trasladados a los campos de trabajo", pues el gobierno franquista "no les reconoció su ciudadanía", por lo que fueron considerados por los nazis "prisioneros de guerra apátridas", según el arqueólogo municipal.

Al margen del carácter simbólico de homenaje a la memoria de estas víctimas, Márquez también ha resaltado la importancia de este monumento "como símbolo de la lucha contra la intolerancia y la violencia", ya que, ha opinado, "debe ser un espacio que no deje indiferente a nadie cuando pase a su lado, invitándole a reflexionar".