Día Jueves, 18 de Septiembre de 2025
Sálvame de los diputados

Reconozco, aunque otros muchos no lo harán, que resultaba asiduo a aquel programa llamado “Tómbola” que se emitía los jueves por la noche en la extinta y resucitada Canal 9 allá por 1997. Era un formato novedoso. Los “periodistas” se enfrentaban a famosos de primer nivel y se decían de todo y por su orden. Había desplantes, chulerías, enfrentamientos y discusiones, entremezclados con bromas y ridículos hacia los famosoides más casposos que luchaban a brazo partido por asistir y ser vapuleados .
Entre los Paco Porras con su videncia a través de las hortalizas, la Bruja Lola y sus velas negras, Leonardo Dantés (nada que ver con el Conde de Montecristo) y su polémica con Tamara y los ladrillos de su madre en el bolso, caía siempre algún famoso de primer orden al que intentar sacar sus vergüenzas y ponerle frente a situaciones extremas. No era un programa cultural, de eso nada, pero desde luego entretenía, sobre todo cuando el Padre Apelés (menudo personaje) se enfrentaba a Yola Berrocal y sus airbags. Aquellos polvos nadie podía imaginar que acabaran en estos lodos.
La evolución, y supongo que el agotamiento del formato, ha derivado en bazofias infrahumanas como las que ahora hacen sus veces. Nadie puede negar que los actuales “Salvame” sea deluxe o sea decutre, o “Supervivientes” deben, como Zeus a Cronos, su paternidad a aquellos programas y formatos, tras pasar por Tomates, Salsas Rosas y Dónde estás Corazón, que también tuvieron lo suyo.
La diferencia es el que se ha secado la fuente. Tanto se ha ido a por agua, sin dejar que el manantial se renovase, que se ha agotado y sólo queda arena y piedras que, por mucho que se expriman, no dan más que polvo seco imposible de tragar. Y la solución a la sequía ha sido peor que haberlo dejado morir en paz. Como último recurso se ha optado por convertir a sus propios miembros en noticia y hasta en fabricarlas artificialmente con tal de crear polémica que les mantenga en el “candelabro”. Ahora la fórmula es mirarse el ombligo y despellejarse mutuamente, añadiendo leves pinceladas de protagonistas de cuarta división. La endogamia es la norma y el egocentrismo la máxima a seguir. Casi nada de lo que suceda fuera de sus muros existe porque, entre otras cosas, no quiere participar en su circo de una sola pista con carpa desvencijada y a pocos ya sorprenden los perros bailando a dos patas o el lanzador de cuchillos oxidados. Con su pan se lo coman.
Lo preocupante es el paralelismo que se ha instalado en nuestras más Altas instituciones. Aquel Congreso plagado de padres (y madres) de la patria que debatían y discutían las normas de funcionamiento social para el progreso del país también ha fallecido hace tiempo. Los insignes diputados con visión de futuro, de cambio y progreso general hace tiempo que descansan sus huesos en butacones alejados de aquella ilusionante y férrea vanguardia de batalla donde dieron lo mejor de sí mismos. Como en los mencionados programas han sido sustituidos por miopes personajes con vista cansada que les impide mirar a lo lejos, es decir, más allá de sus propios intereses y conveniencias personales. Algunos ni tan siquiera son diputados.
Y no son uno, ni dos ni tres, sino que como en las pecadoras ciudades de la Biblia, no se es capaz de encontrar un hombre justo que cargue con los pecados de todos los demás para salvar la ciudad, o el país. Lo importante es medrar, alcanzar o retener el poder a cualquier precio y coste, desde el primero al último.
No importa que una banda de ladrones más numerosa y cruel que la de Alí Babá, sea descubierta en el partido de gobierno; lo mismo da que los presidentes de la Comunidad Autónoma más poblada, extensa y simpática de la nación, a ciencia y conciencia, repartieran favores y dinero público a adeptos, acólitos y simpatizantes; tampoco tiene importancia que molt honorables (sólo de nombre) evadieran capitales a capazos al extranjero y sigan paseándose como si nada hubiera ocurrido; qué decir de líderes populares que escapan de sus barrios y cambian modestos modos de vida por lujosas mansiones de las que antes, a golpe de pecho, abominaban pero añoraban en su interior; igual da que ahora diga esto y luego lo contrario, ya lo dijo Groucho, “estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”.
El “Salvame de los Diputados” es lo que tiene, aunque alguno ni lo son aún. Las prioridades generales han variado a las conveniencias personales y a quien no le guste que no mire. Lo importante soy yo, si sobra algo para mí y si después, aún, sobra una migaja, para qué voy ya a preocuparme, me la quedo y ya está.
Me reconozco en uno de aquellos necios que un 15 M se ilusionó ante un movimiento de limpieza transversal y alejado de orientación política, y que ha visto como el sistema no puede dejar que eso pase, pues sería su fin aunque el comienzo de muchas otras cosas que, dudo mucho, llegue a ver.
En fin, siento referirme a D. Fernando Fernan Gómez, pero creo que les mandaría a todos al mismo sitio que le hizo más famoso aún, y además creo que han puesto columpios.
* Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados
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