Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
Coged las rosas mientras podáis (4)

"Hablaron -hablan- del desgarro del parto, del sexo con hombres más jóvenes, del Dios que espía cuando una se masturba. De la vejez, de la seducción, de la patria chica. De la infancia, del conformismo, del amor que hace débil hasta a las mujeres fuertes. Dijeron me gusta aquí, me duele aquí: yo no me callo".
Raquel Lanseros y Ana Merino en Poesía soy yo
Sentada en su balcón. Miró absorta el amanecer, abrigada para resguardarse de la fría mañana que nacía ante sus ojos. El disco de fuego salió lentamente, El Sol, Dios de lo masculino le saludó sin vergüenza, como hacen los hombres siempre, le dio calor y la inundó de luz, de temperatura traicionera y falso brillo, por eso los amaneceres son tan irrealmente hermosos, son como las relaciones humanas, pensó Marta; "espejismos de realidades oníricas".
Hacía 1 año que se había divorciado, sus hijos estaban ese fin de semana con su exmarido. El día nacía prometedor, por fin de forma natural, tenía tiempo para ella misma, sin nadie, sola, sin permisos, sin discusiones, sin miedos, sin culpabilidad, sin auto-reproches. Esto era una placer añadido, no esperado y desconocido que le había proporcionado su divorcio y que a ella le había costado aprender a disfrutar.
Había quedado ese mismo día con otro hombre. Era su primer intento, era un experimento necesario. Había tardado en decidirse. Había aceptado la invitación de su compañero de trabajo. Ella sabía que a ese hombre le gustaba, lo sabía desde antes del divorcio, reconocía su mirada lejana de deseo en el trabajo, durante el café antes de empezar, al salir, al cederle el paso. Su excesiva educación y delicadeza, su lenguaje oral, sus dobles sentidos, su evidente expresión corporal que le delataba siempre y que ella no había hecho nada por reconocer ni fomentar ni favorecer en un pasado, pero en su fuero interno le agradaba, se sentía cautivada aunque no lo reconociera y después de un año, había decidido aprovechar.
Su compañero de trabajo, era hombre, educado y soltero. La trilogía perfecta. Tuvo miedo que pudiera ser un error, supo después de madurarlo durante los últimos meses, que para enfrentarse a una nueva relación, para ser libre de verdad, había que solucionar su pasado de forma definitiva. Para edificar algo con futuro, hay que construir nuevos cimientos y estos no se pueden hacer sobre bases movedizas, inestables, llenas de recuerdos fallidos. Para progresar, para dar el siguiente paso, nuestro pasado tiene que estar muerto. No es nada agradable encontrarse con zombis.
Algunas amigas le habían dicho que debía intentar seguir siendo amiga de su exmarido, sabía que estaban equivocadas, nunca lo intentó porque tenía la seguridad de que lo ideal era alejarse de él. Mantenía el vínculo con él por sus hijos. Ella solo toleraba verlo para temas en relación a sus niños, las demás cosas eran siempre secreto y no estaba dispuesta a contemporizar. El problema era que él aprovechaba cada oportunidad que tenían juntos para dos cosas; ofenderla y hacerle daño o ser maravilloso y acto seguido, intentar acostarse con ella. Cosa por cierto, que había conseguido una vez, solo una, pero eso es otra historia de la que Marta estaba realmente arrepentida.
Así es que para tener más relaciones, para tenerlas nuevas y satisfactorias, libres y sin sensación de pecado, tenía que "matar de forma definitiva" la sombra de su esposo y eso es lo que ella había programado para ese día. ¿Cómo se saca un clavo? Con otro clavo, se respondió...
Pensó que ya nada le importaba de su expareja, sabía que se engañaba pero es lo que repetía y se repetía hasta la saciedad, sin embargo, reflexionó mirando al Sol, le desagradaba reconocer con que asiduidad, con que ahínco, buscaba en internet todo lo que hubiera sobre él, muchas noches, ponía el nombre de su exmarido en el buscador de Google, espiaba en su Facebook, con que dedicación obtenía información de los escasos amigos comunes que le quedaban. Al principio de la separación, le había seguido con discreción viendo lo que hacía. Nunca encontró nada, no había juergas, no había otras mujeres, no había alcohol. Seguía siendo un aburrido. Le preocupaba que le siguiera importando, pensó que era un reflejo masoquista que le iba a costar digerir y solucionar.
Marta odiaba cuando no estaban sus hijos en casa, criticaba todas las decisiones que su exmarido tomaba como "padre", ninguna las aceptaba, daba igual lo que hiciera, dijera, comprara, cocinara, improvisara jugara o viajara con ellos. Todo mal, porque con la única persona que sus hijos estaban seguros era con ella, solo con ella, su madre. Se engañaba a si misma pensando que todo este proteccionismo era por el bien de sus hijos, la maternidad no se puede obviar, se repetía a sí misma. Muchas tardes, al final de una dura jornada bebía su Beronia Reserva 2011, su favorito, su premio, buscando con la mirada un cómplice con quien compartir ese momento y al no encontrarlo, ser consciente de su soledad extrema. Su retiro empezó incomodándola pero después, con más tiempo, aprendió a gozar de esos periodos y a buscarlos con frecuencia. En esos instantes, embriagada por los vapores del vino, Marta era honesta con ella, sabía que necesitaba ella más de sus hijos, era consciente de que su hiper-maternidad en realidad escondía solo egoísmo pero también se dio cuenta de que para ser completa no necesitaba de nadie, las medias naranjas no existen.
Después, con el tiempo, empezó a disfrutar de los fines de semana solo para ella, primero con sensación de pellas, después aprendió a saborear cada segundo a solas. Sus tardes largas montando a caballo y hablando con el cuidador de animales, las películas de amor, "el diario de Noa", la historia de amor puro, verdadero y eterno que a ella nunca tendría. El gimnasio con las amigas, todas divorciadas por cierto, rodeadas de extraños que las miraban como adolescentes. Las carreras a solas rodeando su barrio a primera hora de la mañana después de ser testigo de cada amanecer. Sus duchas con agua tibia, donde su dolor se perdía por el sumidero hasta que un día, la duchas solo fueron eso, duchas, el puro placer de sentirse limpia. La lectura en casa de la novela de Almudena Grandes, "Los besos en el pan", historia de una mujer que se reinventa en el mundo rural rehaciendo su vida y el hombre que llora a solas después de ser consciente de que no hay marcha atrás en su separación.
El peor momento al principio del divorcio era cuando iba a acostarse, en los fines de semana sola, sin los ruidos de los niños, sabiendo que éstos estaban con su exmarido. Todo su hogar, caía sobre ella con alevosía y fue consciente de un nuevo concepto; la soledad, su real y dura soledad. Pero después, se fue aclimatando, aceptó su situación, aprendió a leer sola, ver películas a solas, a hacer deporte, a cuidarse para ella. No era cierto que los buenos momentos tuvieran que ser compartidos, lo que tenían que ser eran vividos.
Se levantó de la silla del balcón, se cerró más el abrigo, miró al Sol que estaba ya alto, altivo, chulesco y masculino, respiró varias veces y lo desafió. Entró en la ducha, utilizó un gel de baño con aroma neutro para no anular su perfume. Después el aceite hidratante para preparar la piel, se secó entera y por partes, sobre todo las áreas difíciles de alcanzar, los "puntos de pulso", la parte posterior de las rodillas, el escote, el cabello, lugares en los que el perfume permanecerá más tiempo y actuará con mayor intensidad. Se perfumó a conciencia con Brigitte, de Tocca, de aroma fresco y y energizante de jengibre y papaya fundidos con un corazón intenso de roa, lirio y azafrán y un fondo sexy de almizcle y sándalo. Una exquisitez, pensó.
Antes de salir de casa, ya vestida, se miró al espejo satisfecha. Estaba contenta, tenía mariposas en el estómago. Se regodeó con su imagen. Salió a la calle cantando;
"Contamíname pero no con el humo que asfixia el aire, ven pero si con tus ojos y con tus bailes, ven pero no con la rabia y los malos sueños, ven pero si con los labios que anuncian besos, contamíname mézclate conmigo".
Lo que pasó después, eso fue otra historia...
* Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...














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