Viernes, 31 de Octubre de 2025

Actualizada Jueves, 30 de Octubre de 2025 a las 15:29:33 horas

JUAN ANTONIO LÓPEZ LUQUE Domingo, 25 de Marzo de 2018

El último navío de línea

Tengo por ahí una imagen en tonos sepia del navío de línea Isabel II fondeado en el puerto de Cartagena. La tomó en 1862 (nada menos) un tal Charles Clifford y siempre me ha fascinado y entristecido a partes iguales. Un navío de línea era el buque de guerra por excelencia utilizado entre los siglos XVII y XIX, antes de la llegada del vapor, unos bicharracos de tres palos con aparejo de velas cuadras y de dos a tres cubiertas artilladas. Solo ha llegado uno hasta nuestros días: el famoso Victory de Nelson, héroe de Trafalgar, que se puede (y se debe) visitar en el dique seco del puerto de Portsmouth, en Inglaterra.

 

España tuvo el orgullo de poseer al más grande de todos, uno de los tres únicos navíos de línea de cuatro puentes: el Santísima Trinidad, un monstruo botado en 1769, “el Escorial de los mares” que decía Pérez Galdós, con casi 64 metros de eslora, 4.902 toneladas, 140 cañones y 1.100 tripulantes. El buque más grande y poderoso de su época, artífice de la captura, junto con sus navíos de apoyo y en un solo día, de 52 buques mercantes ingleses; se capturaron 1.400 oficiales y 1.600 soldados, 80.000 mosquetes, 3.000 barriles de pólvora, cantidades enormes de provisiones y efectos navales, vestuario para doce regimientos de infantería y la desorbitada suma de 1.000.000 de libras esterlinas en oro y plata. Tal fue la pérdida que la Bolsa de Londres se desplomó y provocó una crisis financiera entre los aseguradores de marina de toda Europa. Eso sí, los españoles trataron con todo respeto a los prisioneros, como se acostumbraba en la época.

 

Pero les hablaba del Isabel II. Lo que me fascina de la imagen tomada por Clifford es el hecho de poder ver precisamente un navío de línea español del siglo XIX no en dibujo sino en fotografía. Se le ve imponente con sus dos cubiertas artilladas, pintadas en sus flancos de color claro, las troneras abiertas (tenía 86 cañones), el aparejo elevándose por encima de todo el puerto, empequeñeciendo al barco que está por su proa y dándonos una idea de sus enormes dimensiones. El Isabel II fue el penúltimo navío de línea construido por la Marina española (el último fue el Francisco de Asís) pero fue el último que se mantuvo en activo: solo dos años después de la foto y debido a problemas en su casco (muy probablemente por falta de mantenimiento; la pasta, ya saben) el Isabel II se fondeó en Cartagena, de donde no saldría nunca más. Primero lo convirtieron en academia de música para las bandas de la Armada y después, transformado en simple pontón, fue utilizado como cárcel hasta 1886. Tres años después se fue a pique, fue reflotado y desguazado allí mismo.

 

Y eso es lo que me entristece cuando miro aquella foto. Que nunca, a nadie, se le ocurrió pensar que sería bueno mantener la memoria de aquellos buques que habían servido durante más de doscientos años, que podría conservarse siquiera el último de ellos, cual último ejemplar de una especie abocada a la extinción. Pero soy consciente de que, en 1889, una antigualla como aquella estaba condenada desde el principio: primero, llegó demasiado tarde, cuando barcos a vapor mucho más rápidos y manejables ya mandaban en los mares; segundo, la situación económica de España era como para restaurar barquitos; y tercero, no existía aún la figura del turismo cultural, ni el de masas, que hoy abarrota las cubiertas del glorioso Victory. En definitiva, que España perdió sus guerras y no había nada que celebrar y que nuestros vecinos ingleses pueden restregarnos por la cara el hecho de que ellos, por ser los que ganaron, sí quisieron (y pudieron) conservar la memoria de esas fabulosas naves que un día surcaron los siete mares. De todas formas podría haber sido peor, como lo de Francia. Resulta que un navío de línea francés sí que llegó hasta el siglo XX: el Duguay-Trouin.

 

El Duguay-Trouin era un navío de línea francés de 74 cañones construido en 1796 que participó en la batalla de Trafalgar en 1805 junto al Victory y al Santísima Trinidad. Según los historiadores franceses consiguió escapar de la carnicería aunque la verdad es que cuando la cosa se puso chunga, el comandante francés decidió “retirar” algunos de sus barcos para no perderlos. Huir, creo que lo llaman. El caso es que los ingleses le dieron caza y lo apresaron después de un combate feroz (el propio capitán del Dugay-Trouin murió en la lucha). Convertido en el HMS Implacable, siguió navegando y peleando para Inglaterra hasta 1844, cuando fue retirado del servicio. Entre 1855 y 1932 fue buque de entrenamiento y finalmente quedó, junto con el Victory como recuerdo histórico. Sin embargo su mantenimiento era muy costoso y, en 1947, Inglaterra ofreció a Francia la devolución del Dugay-Trouin – Implacable. 140 años después el barco podría haber vuelto a su país de origen y hoy tendríamos al menos dos para visitar. Pero Francia acababa de salir de la guerra y, a pesar de las protestas de muchos franceses, declinó la oferta. Al final, el 2 de diciembre de 1949 el Implacable- Dugay-Trouin fue remolcado al este de la isla de Wright, desarbolado y hundido con cargas explosivas. En su popa ondeaban las banderas de las Marinas de Guerra de Inglaterra y Francia y, en las dos horas que tardó en hundirse (así de bien hechos estaban) las notas de la Marsellesa y el God Save the Queen le dieron su último adiós. Quedaron para la posteridad el cabrestante, que está expuesto en Rochefort, y la ornamentación de popa y el mascarón de proa que se pueden ver en el museo marítimo de Greenwich.

 

Y mirando una vez más la foto me imagino cómo sería tener amarrado en un puerto español al Isabel II o aún mejor, al Santísima Trinidad si no se hubiera hundido aquel 25 de octubre de 1805 luchando frente a Cádiz tras la batalla de Trafalgar, cuando intentaban remolcarlo, destrozado, después de aguantar las andanadas de toda la flota inglesa.

 

Esa misma batalla que resultó la salvación para el Victory, el último navío de línea.

Comentarios
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.116

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.