Día Miércoles, 01 de Octubre de 2025
El odiado invasor

Ah, la Navidad… con sus cosas típicas: esas luces de colores, ese consumismo salvaje, esas celebraciones familiares… Creo sin embargo que lo más típico de la Navidad no son los turrones, ni las cenas de empresa, ni las juergas, ni la lotería, ni los mensajes del guasap. Lo más típico de la Navidad es… odiar la Navidad. Probablemente debido al consumismo salvaje, a las celebraciones familiares, las cenas de empresa, las juergas, los mensajes del guasap y hasta a la lotería, que no toca nunca.
Pero si hay algo (más bien alguien) odiado en estas fechas ese es Santa Claus. “Papá Noel”- dirán algunos- “no Santa Claus, eso es de los americanos; aquí siempre ha sido Papá Noel”. Ya. Super español. Papá Noel significa Papá Navidad pero en francés (Père Noël) porque nos vino de ellos; creo que somos la única lengua que no lo ha traducido, que los ingleses tienen a Father Christmas y los italianos a Babbo Natale. Así que no me vengan con nacionalismos navideños.
Lo que jode de este señor Claus son varias cosas, me parece a mí. Una es que “es americano” y eso revienta. Como Halloween y Apple, Youtube y la Playstation. Bueno no, Apple, Youtube y la Playstation no. Pero Halloween sí. Y el Claus este también. Y es que son símbolos del imperialismo cultural americano, que nos entra por todas partes y no podemos evitarlo, como los iberos no pudieron con la cultura de Roma. Los romanos por cierto, celebraban por estas fechas unas fiestas en honor a Saturno en las que los niños recibían regalos de sus mayores. Y es que está todo inventado, como decía aquel.
Pero es que además, está el tal Santa quitándole el puesto de trabajo a tres inmigrantes (no sabemos si ilegales) que llegan de Oriente por estas mismas fechas: los queridos y entrañables Reyes Magos, que no eran reyes como ya sabrán, y mucho menos “magos” en plan David Copperfield. Es lo que pasa cuando se hace una traducción de mierda. La Biblia ni siquiera dice que fueran tres y les llama “magos” porque así se llamaba a los sacerdotes de Oriente. Por cierto, tampoco dice que uno era negro ni dice sus nombres. No fue hasta el siglo XV en Italia cuando se les empezó a representar según las tres razas conocidas en la edad Media: Melchor como europeo, Gaspar como asiático (¿han visto alguna vez a un rey mago asiático?) y Baltasar como africano. Melchor, Gaspar y Baltasar: tres nombres típicos italianos.
Así que no me sean tan duros con el pobre señor Claus, que “nuestros” Reyes Magos, tienen nombre italiano y Papá Noel francés. Y no pasa nada, oiga.
Resulta que el invasor Mr. Claus no era americano como se podría pensar sino que nació hace unos 1.800 años (nada más) en la actual Turquía. Así que olvidemos su cara de bonachón abuelo anglosajón. El caso es que Claus, que se llamaba Nicolás era un chaval muy majo hijo de padre pastoso y madre beata que a los 19 tacos repartió todos sus bienes entre los necesitados y se hizo cura. De entre las muchas leyendas que de él se cuentan hay una muy cuqui sobre un padre afligido porque tenía tres hijas casaderas pero no dinero para las dotes así que las pobres se iban a quedar solteras (horrible tragedia como todos sabemos). El caso es que el bueno de Nicolás, ya obispo, no se crean, se coló por la ventana de las chicas (ay, ay, ay…) y les dejó una bolsa de oro a cada una dentro de sus calcetines, que colgaban de la chimenea para secarse, creemos que de la lluvia aunque podría ser del sudor. Ignoro si las mancebas se casaron finalmente o montaron un negocio con la pasta. Lo que está claro es de dónde viene lo de los calcetines y la chimenea.
Fueron los emigrantes holandeses los que llevaron a su Sinterklaas (San Nicolás) a Estados Unidos y el capullo de Washington Irving el que le llamó Santa Claus, incapaz probablemente de pronunciar Sinterklaas. De los USA pasó a Inglaterra y Francia y fue un dibujante alemán el que le dio su forma de abuelete gordinflón, sonriente y barbudo. Y tengo que joderles a ustedes la creencia de que fue la Coca Cola la que inventó al Santa Claus rojo y blanco. No es más que una leyenda urbana: hay cientos de ilustraciones muy anteriores que lo representan vestido de rojo y blanco. Lo popularizó a partir de los años 30 del siglo XX, pero no lo inventó.
Y después están los detractores cristianos del pobre Claus. Y es que, a pesar de su origen como obispo, ha usurpado el protagonismo a su propio jefe: el tal Jesús del que se celebra el nacimiento.
Personalmente igual me da Santa Claus-Papá Noel que los Reyes Magos. No son más que personajes de nuestra cultura, todos ellos. Los nombres cambian pero el espíritu es el mismo. Y lo dice alguien conocido por ser un grinch.
Sea como sea, esta navidad, como siempre, los pequeñajos esperarán ansiosos sus regalos (los traiga un señor gordo vestido de rojo, tres tipos estrafalarios en camello o los cague un tronco hueco) y la mayoría de adultos seguiremos maldiciendo al consumismo salvaje yendo de compras; quejándonos de las celebraciones familiares abrazando a los nuestros; despotricando de las cenas de empresa y las juergas, poniéndonos hasta las orejas, y hablando pestes hasta de la lotería.
A no ser que nos toque, claro.
Rafa Simon | Miércoles, 20 de Diciembre de 2017 a las 13:38:50 horas
Enhorabuena
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