Día Jueves, 18 de Septiembre de 2025
Pocas luces

Como Scrooge, el alcalde de Alicante, Gabriel Echavarrí, odia la Navidad. Como el personaje de Charles Dickens, uno de mis autores fetiche, el regidor de nuestra ciudad parece tener fobia a todo lo relacionado con la Navidad. Las luces, los adornos, y toda la parafernalia que tiene que ver con las fiestas le produce malestar. Detesta que las calles estén engalanadas de brillo y alegría, odia los árboles de navidad. Se le atragantan los turrones y los polvorones.
Unas arcadas y dificultad para su ingiere que seguramente tenga que ver con sus deudas pendientes con la justicia. Una situación, que le ha avinagrado todavía más si cabe. Posibles consecuencias futuras que han endurecido su ya duro carácter. No tiene ganas de fiesta, y nunca mejor dicho. No está para luces, pitos y flautas. Sabe que se le acaba el tiempo, que, con su situación, estas navidades serán de las ultimas en las que los alicantinos le paguen los langostinos. Quiere vivir tranquilo, acompañado de su soledad iluminadora, este tiempo de redención para unos y de celebración para otros.
Está por ver, que significa este ciclo para Echavarrí. Si una mera excusa para reunirse con la familia, o un tiempo de metamorfosis en donde el mismo se percate de sus errores, tenga agallas, y dimita. Lo importante es que se va a comer los mazapanes, los turrones parece que se le atragantan, sentado en la poltrona del consistorio. Un ayuntamiento gobernado en minoría, donde solo un concejal parece tener la competencia suficiente para estar en el puesto que ganó en las urnas. Los otros, como cierto diputado socialista, que dejó el Congreso para trasformar Alicante, para convertir a la ciudad en una urbe nueva, moderna y con identidad propia, no están a la altura.
Objetivo, que, de momento, está consiguiendo. Porque no vamos a ser concidos como la ciudad con las mejores playas de España, o por la gastronomía más puntera, sino de forma peyorativa, Alicante será conmemorada como el lugar más triste y Sico bélico de España. Y no lo digo por las ratas, esos es otro cantar, me refiero a los pocos adornos con los que el equipo de gobierno ha decidido pintar la ciudad de un color navideño y especial. Alicante no tiene luces, al igual que los responsables de tal calamidad. Juegan con la ilusión, con la navidad.
Mientras voy en el autobús, cuando no hablo con algún inesperado interlocutor, me gusta observar. Ver Alicante desde la ventana de un bus tiene su encanto. Atractivo que se transforma en tristeza cuando ves que, en plenas fechas navideñas, el árbol de navidad de la plaza del Ayuntamiento es más propio de un hotel vanguardista que el de una las ubicaciones principales de la ciudad. Pesar, por la pena que da la decoración navideña de nuestra localidad. Valían unas pocas luces y un poco de creatividad por allá, tampoco había que comerse la cabeza para conseguir una ornamentación en condiciones. Hasta la fachada del El Corte Inglés está más adornado que nuestras calles. Grandes almacenes que parecen ser los únicos, ya lo adelantaba su anuncio, que se han dado cuenta de que ya es navidad.
Es Pascua, no solo en sus tiendas, señor Echavarrí. Puede que sea tarde, o quizá no, pero seguramente no me haga caso, al igual que tampoco se lo hace a nadie. Bríndele a la ciudad, a los alicantinos, desde el octogenario más veterano hasta el nene más pequeño, de una decoración en condiciones. No le pedimos regalos, aunque su dimisión sería el presente que todos estamos esperando, solo una navidad a la altura de una urbe como Alicante.
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