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JUAN ANTONIO LÓPEZ LUQUE Sábado, 25 de Marzo de 2017

Cicatrices y corales

Los corales no son plantas sino animales. De hecho son muchos animales juntos. Un coral es como una urba pero sin piscina. Miles de bichillos que se llaman pólipos viven allí comiendo lo que coño coman los corales, plancton o algas, que dependerá de la dieta de cada uno. El caso es que estos simpáticos animalillos son blanditos e insignificantes así que se construyen una especie de esqueleto para protegerse, pero un esqueleto por fuera no por dentro. Esos esqueletos son lo que todo el mundo ve y dicemira, un coral.

 

Cuando los animalejos se mueren (como todo hijo de arrecife) sus esqueletos se quedan allí poco tiempo porque como están hechos de calcio y son muy frágiles pues se desmenuzan y dejan una capa de polvillo. Se ve que dios también le dijo a los corales eso de polvo eres y en polvo calcáreo te convertirás. Y sobre ese mismo sitio pues nada, otra vez llegan los corales flotando como minúsculas larvas y se quedan allí. Y, hala, a hacer otra casa de calcio para vivir todos juntos. Así for ever and ever. Por supuesto, el grosor de una capa de corales muertos es como una hoja de papel, no más.

 

Ahora asómense a la ventana más cercana (si están fuera no hace falta que entren para mirar a través de la ventana) y busquen una montaña. Mis primos de Lanzarote no, que esas montañas son volcánicas y no valen para lo que les quiero contar. Muy probablemente, si está usted en la mitad oriental de España (a la derecha del mapa, para entendernos), esa montaña será de roca caliza; y adivinen dónde y cómo se formó. Pues sí, en el fondo del mar, matarile, y fueron los corales. Capa a capa. Una hoja de papel no levanta mucho del suelo pero 200 millones de guías de teléfono (¿eso existe todavía?) pueden llegar muy alto. Ahora imagínense los años que tardó por ejemplo el Puig Campana, por decir una montaña conocida aquí en Alicante, 1410 metros, en formarse capita a capita teniendo en cuenta que los corales viven unos cuantos años, no se crean, algunos cientos de años…; es por ello que encontramos fósiles marinos en la cima de Aitana, por un decir.

 

Así que un bicho insignificante como el pólipo ese, cuando se junta y se le da tiempo es capaz de formar kilómetros de roca compacta que, con los movimientos de la tierra, muchas veces salen a la superficie y forman nuestras maravillosas montañas. Lo más pequeño forma lo más grande. Qué bonito, oyes.

 

Pues aquí igual oiga: la vida de cada uno de nosotros es insignificante pero juntos somos capaces de cualquier cosa. Mala, casi siempre. Somos por ejemplo el único animal capaz de cargarse las montañas que miles de billones de generaciones de coral formaron con el sudor de su, eh, pólipo.

 

Me pregunto qué cicatrices, qué huellas dejaremos una vez que nos extingamos (que lo haremos, no se equivoquen, es solo cuestión de tiempo). Imagino que nunca podremos igualar a los corales y nunca seremos tan beneficiosos para el planeta. Y, aparte de las pirámides, estoy seguro de que no dejaremos montañas como ellos.

 

De hecho probablemente no dejemos ni corales.

 

*Ilustración: "Corales", de Juan Antonio López Luque.

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