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ENRIQUE VILA
ENRIQUE VILA Lunes, 16 de Mayo de 2016

La tribu, mi tribu

A la vista de la ensalada de reacciones frente al, digamos excéntrico, comentario de Dña. Anna con apellido de Arcángel mensajero, no creo ser el único a quien le toque mucho los versículos, que advenedizos iluminatti vengan a descubrirnos la redondez achatada de la Tierra, el principio de la evolución (no siempre aplicable al ser humano), la limitación cultural de los tronistas de Hombres-Mujeres y Viceversa o la incontinencia verbal de los honorables representantes de nuestras honorables instituciones. Revelador, todo ello, de innegables paralelismos con el mencionado, insigne y popular programa de difusión científica.

 

De poco le ha servido que su “cognom” (se pronuncia “coñon” y significa apellido en su lengua madre) sea patrón cristiano de la comunicación y mensajería. O bien le ha sido esquivo, y no lo hemos entendido adecuadamente el resto de limitados mortales, o bien directamente, le ha dado la espalda ante su ateísmo activo. Hay que tener cuidado con estas cosas, no todos ponen la otra mejilla. Somos pecadores y algunos mucho. Juventud e inexperiencia, la atracción del púlpito tantas veces criticado, la tentación de adoctrinar y moldear a su gusto costumbres y maneras o la irresistible tendencia de ajustar el pasado para explicar un presente y modificar el futuro, juegan de atenuantes explicativas no de eximentes, por otro lado, innecesarias.

 

Es de agradecer, en todo caso, la carencia filtro o cedazo cerebro-vocal, “pensat i dit” (mas bien viceversa). Hasta la fecha, en mayor o menor medida, muchos “creyentes” de la misma cuerda se han untado las patitas de harina, blanqueando partes visibles de su anatomía para que otros - cabritillos confiados - crean que viene mamá a dar calor y seguridad. Enseñando solo la patita debajo de la puerta, confunden a la camada (la tribu), sin saber que una vez abierta el resto es negro y hambriento lobo, capaz de engullir siete o más en un santiamén. ¿Vendrá después mamá a abrir su barriga y sacarlos/nos indemnes o las terribles fauces habrán masticado tanto el bocado que dará igual?, es más, ¿tiene arreglo el susto?. Reservo la pregunta para “Saber y Ganar” o para Esperanza Gracia, pues esto sí me inquieta, me atormenta y me perturba.

 

Bien pensado, razón no le falta, mis hijos también se crían en una tribu. Se llama familia. La mía tiene dos jefes guerreros pero las hay de uno solo. Cuenta con consejo de ancianos que atienden con sabiduría y cariño las carencias, cuidando a sus miembros cuando no pueden hacerlo otros, transmitiendo conocimiento y experiencia a quienes les quieren oír. Se une y junta en celebraciones; se apoya en lamentaciones; y se defiende en tortuga romana frente a intromisiones. Alimenta el cuerpo y alma de sus jóvenes miembros hasta que, arrojados al campo a buscar su pluma de águila, la piel de un oso o el colmillo de un lobo, sean capaces por sí mismos, de crear su propia tribu.

 

Mantiene contacto con otras tribus de parecidas, no idénticas, características. Se interrelaciona y mezcla y se echa una mano. Casi todos, quizá no Dña. Annna (de cognom Gabriel), somos miembros más o menos voluntarios de alguna. Yo mismo pertenezco a varias.

 

Cómo no, la tribu de mis vecinos, a quienes puedo dejar a cargo de los jóvenes sabiendo que les alimentarán, si tienen hambre, les darán de beber, si sed, y atenderán si sufren cualquier percance. Soy miembro también de la tribu de mis amigos, siempre ahí, algunos más silenciosos que otros, dispuestos a ayudar y consolar en lo que se presente, cómo y cuando se presente. Algunos de ellos, soy afortunado, lo somos desde EGB y nos aprovechamos, recíproca y tribalmente, de nuestras habilidades. Si necesito un fontanero llamo a mi amigo... Si es una revisión ocular, a... Si quiero que me firmen un libro sobre el Hércules, pues eso, ya lo sabes. Un problema informático, una tasación de finca o vivienda, un consejo pedagógico, transportar algo, en casa, la mejor coca amb-tonyina de Alicante, etc... Desgraciadamente, algunos de ellos también, a veces, necesitan de mi.

 

La tribu de los padres y madres del cole (¡qué aburrimiento de género¡) funciona como un reloj suizo. Se crean vínculos y suplen en complicados –aterradores-, momentos de desesperación. Cumpleaños (¡Uf¡), deberes y libros olvidados mandados por guasap (¡Uf¡, ¡Uf¡), deportes y eventos escolares ( ¡Uf’¡ x 10n). Los compañeros/as (la próxima en femenino y termino antes) del trabajo, con quienes casi paso más tiempo que con mi tribu directa. Y, en ocasiones señaladas, hacemos reuniones de tribus vinculadas, en las que los jefes exponen sus pareceres, los ancianos sabios su sabiduría y los jóvenes su energía en forma de travesura. No todo es armonía, ni mucho menos, para eso se inventaron los cuñados con propiedad conmutativa, es decir, si tienes cuñados eres cuñado. Pero ese es otro tema digno de un monográfico.

 

En fin, somos más gregarios que los lobos unidos en mutua defensa. Claro que también los hay solitarios, a lo Chuck Norris, pero no es lo habitual. Así que no me hablen de tribus y comunas, a estas alturas, quienes creen haber descubierto la cuadratura del círculo, porque me nace aclararles que ni Stravinski tenía un problema ocular, ni hay una torre “infiel” en París, ni el de Rodas era goloso, ni verse apurado es poner en un membrete.

 

*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados

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