Día Miércoles, 01 de Octubre de 2025
El largo y cálido verano
Ninguna época del año mejor que el verano, y dentro de él agosto, para darnos cuenta de lo mucho que nos gusta clasificar y ordenar. Debe ser una necesidad mental de la modorra vacacional. Las neuronas se relajan y organizan los pensamientos de modo que nos sea sencillo entender todo lo que nos rodea. Nos encanta simplificar, clasificar y definir, vamos estereotipar. Sandalias con calcetines, alemán seguro, y si además lleva tirantes en lugar de cinturón sobre abultada tripa, no cabe duda. Piel rosada, más bien quemada, pantalón corto sin camiseta y pinta de cerveza en la mano sentado en el bar viendo futbol, británico. Si además canta con voz grave, galés, mientras que si sonríe a todo el que le mira amistosamente y sin pudor, más que probable escocés.
Dulce, o más bien empalagoso, abundante cabellera negra y nariz aguileña, italiano al acecho con intención de extender el imperio hace siglos perdido. Cara seria, piel blanca, extenso pelo rubio, ojos claros y largas piernas, valkiria nórdica. Camiseta con jugador de polo, tan grande que se aprecian moscas acosando al caballo, cuello levantado, escaso pelo engominado con rizo nucal, pijo madrileño con mono de playa. Tatuajes varios y peinado extravagante, futbolista amateur; muy extravagante, profesional. Pantalón vaquero corto, escaso, estilo pin-up con cintura sobaquera, adolescente; corto con tres vueltas abonbachado mostrando muslo depilado y tupé, otro adolescente también esclavo de la moda. Y así, casi sin querer, gastamos el cálido deseado verano, entre fiestas y descansos, libros y amores fugaces de juventud o no tanto. Agoniza agosto y se despereza septiembre con sus depres. Las revistas cambian los pareos, bolsos playeros y chanclas de regalo por colecciones de motos, barcos históricos, obras maestras del pensamiento y otras colecciones arrinconadas en almacenes de los que escapan Platón, Freud y Ramón y Cajal (los cuatro) en fascículos. Kilos de más, ofertas de gimnasios y voluntariosas intenciones tan fugaces como escarceos estivales.
El colegio y los libros
Vuelve la escuela y sus exámenes (creo, tanta modificación educativa me pierde), caras largas y agobios familiares. Compra de viejos nuevos libros, imprescindibles para minar la economía familiar. Despedidas en aeropuertos por estudios. Inicio de la liga deportiva profesional y amateur que ocuparán fines de semana de padres y abuelos. Nuevas temporadas de antiguas series de televisión dan la bienvenida e intentan recuperar al espectador que harto de reposiciones cansinas opta por el terrible hábito de leer algún que otro libro o conversar con familia y vecinos. Hay que erradicar estas malas costumbres y hacer volver al redil al consumidor díscolo antes de perderlo por completo a manos de la cultura, antes de que sueñe con pensar por sí mismo.
El Sol que con fuerza salió en julio, brilla resplandeciente en agosto y atardece y se pone en septiembre cansado, obligándonos a cambiar camisetas por corbatas, sandalias por zapatos, espetos y ensaladilla por ensalada, caña por isotónico y disfrute por deseos de una corta espera. Si debe o no ser así es lo de menos, es y punto. Repetiremos, un año más viejos, el mismo ciclo solar, con las mismas o distintas tendencias y estereotipos, quién sabe qué será cool dentro de un año o qué sentencias dictarán los gurúes de la moda en su momento. Ahora toca engrasar las neuronas y echarlas a andar hasta conseguir que trabajen con normalidad, aceptando dónde y cuándo estamos con orejeras de caballo de picador que sólo nos permitan mirar al frente sin nostalgias laterales y, mucho menos, traseras.
Toca dejarse de clasificaciones simplistas y complicarse la vida que el sueño chespiriano ha terminado, poner los pies en el suelo y avanzar con paso renqueante primero, firme después y a la carrera cuando se pueda. Próxima etapa, Navidad, con otros estereotipos más familiares (cuñados incluidos), reencuentros y reuniones gastronómicas, buenas intenciones y demás pero nada comparable al opiáceo letargo estival que, irremediablemente, nos deja. Descanse En Paz, agosto 2015.
*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados
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