Día Miércoles, 01 de Octubre de 2025
(In) Solidarios
Casi convencido estaba ya de colorear la cara a los dueños de animalitos que hacen honor al dicho de parecerse cada día más a sus mascotas. Entiéndase bien, los humanos a los animales y no, por desgracia, al revés. Esos “solidarios” benefactores de las plantas que permiten a sus animalitos (algunos de más de 70 kg.) ir dejando abono orgánico, tamaño txapela en ocasiones, en parques, jardines, vados (del Pla de la Vallonga), aceras y otros lugares menos fértiles sin molestarse en retirarlos.
Esas minas que acaban explotando en la suela o que alguien, mejor tarde que temprano, niño o adulto, en el mejor de los casos solo activará o, en el peor, se deslizará en ella con peores consecuencias para su integridad física y, sobre todo, moral. Algunos, como aquel Sr. Moins de esta nuestra comunidad, ya no sólo pasea el suyo propio sino que desde no hace mucho, también los de otros vecinos regocijándose de verles sembrar de deposiciones el recinto general a discreción. Diríase que lo hace a propósito para provocar al resto de copropietarios, ya que ningún beneficio obtiene y propicia serias disputas comunitarias. Claro está que cuando nuestro portero, Terencio Contreras (TC para abreviar), las ve, que no siempre están a la vista, inmediatamente las barre y elimina del panorama común reponiendo casi la normalidad, pues hay veces que queda la sombra para recordarnos el egocentrismo de su conducta.
Semejante siembra de vientos no puede sino provocar una cosecha de furibundos huracanes y si no al tiempo. Pues eso, dispuesto a ello me encontraba cuando una noticia llamó mi atención por encima de restos orgánicos e insolidaridad comunitaria, aunque al final, bien pensado se parecen mucho. Al parecer, más de un dirigente político se lamenta amargamente de que lo escaso de su salario que no le permite llegar con soltura y desahogo a fin de mes. La consecuencia lógica es evidente y casi innecesaria de mencionar, no tienen más remedio que complementarlos mediante comisiones y mordidas. Es decir, no hay otra solución que apropiarse de fondos ajenos para complementar el merecido salario. Nada más injusto para con nuestros muy honorables representantes. La última reforma legislativa (perdón), limita las retribuciones de estos insignes dignatarios de modo que, en función de parámetros como número de habitantes, dedicación o no exclusiva y demás se fijan máximos salariales. Claro, así no hay quien llegue al día 30 atendiendo el Colegio Inglés (Francés o Alemán) de los niños, sus clases de tenis, pádel o equitación, amarre del barco, casa de campo, cuotas del club, gimnasio de la familia, pisito del centro, viajes, ropa de marca, combustible de los coches, parking, club del gourmet, selección de vinos, alimentación vegana o macrobiótica, clases de retórica, psicólogo del gato, adiestrador del yorkshire, nurse de la abuela y la ayuda casi periódica al cuñado díscolo aún no enchufado. Eso como gastos fijos, aparte imprevistos como bodas y eventos del jefe inmediato o regalos varios no siempre disimulables en la contabilidad municipal.
Vamos, un sin vivir pendiente siempre del céntimo para cuadrar cuentas y adecuar ritmo de vida a posibilidades y merecimientos. Además, llevan toda una vida de ardua preparación académica y laboral para el cargo (sus intervenciones públicas lo demuestran), superando peliagudas y comprometidas pruebas de todo tipo, especialmente, cómo evitar el fuego amigo o cómo opinar de todo sin saber ni decir nada. Ante semejante estrés, al que se suma la asistencia a silenciosos plenos o debates, algunos de más de media hora de duración poniendo a prueba sus planos glúteos, la única opción quedaba clara. No había más solución que añadir pequeños (o grandes) complementos salariales imprescindibles para la dignidad del cargo acorde con la representación que ostentan de sus administrados. Está provocando tal alarma social la indigna situación de estos desfavorecidos sociales que varios colectivos proponen apoyarlos en sus reivindicaciones.
Antes de que la situación se agrave y lleguen a pasar graves penurias se ha creado una plataforma de crowdfunding para socorrerles. A la “pole” de las aportaciones se sitúan ingenieros y arquitectos que tras interminables carreras y proyectos de fin de las mismas desarrollan su profesión tras los mostradores de McDonald's, Burger King, ferias ambulantes o similares, seguidos de cerca por opositores a la Administración que tras largos años de preparación y quema de pestañas, salud y relaciones, no logran acceder a puestos menores a los que tan merecidamente, por valía, ocupan los que serían sus jefes. Tras ellos, una interminable lista de ocupaciones (o desocupaciones) les siguen: emigrados médicos en paro, filólogos, economistas, abogados, autónomos, técnicos varios, jefes de obra, periodistas defenestrados, psicólogos, yesaires, electricistas, forenses, sexadores de pollos, mamporreros, futbolistas lesionados, músicos de banda municipal, eternos bedeles, catedráticos, ganaderos, etc... Incluso se comenta que el arquitecto que robaba bancos lo hacía para sufragar necesidades de estos parias indefensos y no por propio beneficio.
También se dice que la Fifa, en sus presupuestos de este año, recogía una partida a su favor sin pretensión de reciprocidad (solo es un rumor) y que más de un Fondo de Inversión está analizando la rentabilidad y viabilidad de invertir en este extendido proyecto español. Como siempre, pioneros en la innovación y el desarrollo. Tal muestra de solidaridad ha calado hondo en instituciones internacionales, demostrando de nuevo que esta comunidad ibérica no sólo es la campeona en donación de órganos sino que entiende y actúa ante los problemas de sus habitantes peor tratados, dando una nueva lección de comportamiento social.
Y es que si se piensa detenidamente, no mucho por propia salud mental, tan insolidario resulta sembrar voluntariamente de mierda esta nuestra comunidad, como pretender que nuestros representantes se conformen con algo menos de lo que se merecen, es decir, una vida de lujo y señorío rodeados de todas las comodidades y ventajas a la que la gran mayoría, por esfuerzo y trabajo, no lograremos nunca acceder.
*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados
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