Día Miércoles, 01 de Octubre de 2025
Ésta, nuestra Comunidad
Vivo en una urbanización privilegiada. Somos la envidia del resto del barrio y más allá, no sólo por nuestra ubicación sino también porque tantos años, personas y cosas nos han pasado que han moldeado un carácter y forma de entender la vida imposible de repetir.
Por eso somos admirados por todo el que tiene un poco de seso y criticados, pura envidia, por el resto. De hecho se dice por ahí que es “diferente” pero se equivocan, es única. Es de las más antiguas de la ciudad y han vivido aquí todo tipo de personas de distintas culturas y creencias, a algunos incluso ha habido que echarlos a la fuerza como invitados pesados que se resisten a abandonar la fiesta más allá de la hora prudencial. Contamos con gente recia, taciturnos y serios, de los que empeñan su palabra y con quiénes se puede contar en cualquier momento. De los que no te dan la espalda más que para apoyarte en caso de necesidad.
Quizá la orientación Norte de sus viviendas, con menos horas de luz, influye. También hay vecinos más dicharacheros, gente “salá” dispuestos a la fiesta y el jolgorio, con quienes solo hablar te alegra y provoca una sonrisa. Tendrá que ver las horas de sol y el sentido Sur de sus pisos. Se construyó sobre un saliente dando por tres puntos, Este, Sur y Oeste, al mar, mientras que por el Norte una parte tiene vistas directas a él y otra linda con un jardín elevado, casi siempre cubierto de blanco, que nos separa de otra comunidad con la que tenemos una rivalidad perpetua. Ellos piensan (y dicen los muy ingenuos) que cocinan mejor, que beben mejores vinos y comen mejores quesos. Se miran demasiado el ombligo y si algún día fueran capaces de levantar sus rígidos cuellos y mirar al frente reconocerían su equivocación.
El edificio tiene 17 plantas y dos pequeñas construcciones separadas de él y todos los vecinos nos llevamos francamente bien, más allá de los roces de la convivencia. Somos como el carro lleno de melones, imposible de compactar, que con el traqueteo del camino van encontrando su sitio y al rato encajan mejor que la librería “Billy” o la cómoda “Askvoll”. Tenemos liga de futbol sala, baloncesto, competiciones gastronómicas y por nochevieja nos concentramos todos alrededor de la tele para despedir el año y saludar al nuevo. En fin, todos nuestros defectos y fallos se quedan muy por debajo de las virtudes que juntos atesoramos como ecosistema engranado. ¡¿ Pues no va y ahora un vecino de la Sexta pretende separar toda una planta!? ¡Vamos la que está montando el Sr. Moins!.
Ya lo intentó otro con la Octava pero respetó las normas y lo propuso en la Junta de Vecinos (en agosto claro), votando los propietarios en contra. La Ley de Propiedad Horizontal de 1.949 (hay un grupo que quiere eliminarla por su fecha de aprobación y firma, hay de todo y no siempre bueno) dice que tenemos derechos particulares sobre nuestro piso pero también comunes sobre las instalaciones, servicios, pasos y aprovechamiento de la comunidad, es decir, somos un todo con particularidades o particularidades de un todo. Ya nos montó otra hace poco cuando cortó el suministro de agua a los pisos inferiores. Decía que la necesitaba para su altura y sin ella se quedaron las plantas de los pisos inferiores, oyendo como discurría por sus tuberías y desembocaba en el mar perdiéndose sin la utilidad que habría tenido, por puro capricho o golpe de autoridad.
Es más (sin segundas intenciones, o sí) el Presidente ha llevado a juicio ya al Sr. Moins y dándonos la razón. Claro que los gastos del juicio no los paga él, sino que han sido abonados con cargo a las cuotas que todos pagamos. Eso, ¡pues eso!, otra historia. Sin embargo, es un enorme error pensar que se trata de un cascarrabias ocioso sin otra preocupación. Al contrario, tiene un plan maquiavélico, pues ha conseguido que en “su” planta no se hable de otra cosa y en el tablón de anuncios no se publiquen voces discrepantes. Incluso que en su rellano se comuniquen con un idioma propio contagiando al inferior y creando un clima de desconfianza y recelo de todos los demás hacia ellos. Es decir, ha alterado el normal y deseable convivir comunitario en su huida hacia adelante. Muchos pensamos (y en su planta también) que es una cortina de humo para distraer la atención de los asuntos que tenía que gestionar y en la Primera, la Segunda, la Tercera, la Cuarta y hasta en la Quinta (más dados a comentar cosas banales y frívolas) se han escuchado debates y tertulias de los vecinos que lo sostienen. Incluso en la Sexta, de vez en cuando, surge alguna voz pero es acallada inmediatamente.
Y lo que es más extraño, ha atraído a personas que antes vivían en la comunidad para difundir su mensaje. Personas que, con nuestro equipo de futbol sala han alcanzado el título del barrio no hace mucho; deportistas y personajes que han representado a la comunidad en los campeonatos de la ciudad y que han alcanzado su mayor gloria en nombre de todos, llevando nuestra camiseta y escuchando nuestro himno. Ahora reniegan de nosotros y se declaran a favor de la separación, pero claro, ellos o no viven con nosotros ya, o pueden vivir donde quieran, no como el común de los vecinos. De hecho, creo que sus pisos pertenecen a sociedades, en paraísos, que no pagan cuotas comunitarias. Lo peor es el enfrentamiento que ha creado entre los comuneros, pues todos sabemos que solo una parte de su rellano le apoya pero no entendemos cómo los demás no le bajan de ese pedestal al que se ha subido pero del que hay que empujarle para que baje.
Los de la Sexta, en general, son gente muy válida y eficaz y hemos tenido siempre buenas relaciones con sus industriales y profesionales, pero últimamente los vecinos se resisten a tratar con ellos por pura desconfianza. Y muchos nos preguntamos, por qué, él que puede, no se hace una casa en el campo en la que criar animales para hacer salchichones y pizzas y se nombra Rey perpetuo de la misma mientras se dedica a reflexionar sobre el motivo de que “todo junto” se escriba separado y “separado” se escriba todo junto. Sinceramente, todos o casi todos se lo agradeceríamos.
*Enrique Vila es abogado y fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.
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