La Palmera, el inicio del fin de las Hogueras de Alicante

A las 12 en punto de la noche se ha disparado desde la cima del monte Benacantil de Alicante la monumental Palmera de fuegos artificiales que da inicio a la Nit de la Cremà. Cientos de cohetes de luz blanca han iluminado el cielo ante la inquieta mirada de decenas de miles de alicantinos y visitantes, que desde azoteas, balcones, barracas y repartidos aquí y allá por las calles de la ciudad han contemplado el grandioso espectáculo que se repite todos los años.

La Palmera marca el inicio del fin de las fiestas de Hogueras. Y hoy la formidable Palmera ha vuelto a recordar a los alicantinos que todo es efímero, que el fuego acaba consumiendo de forma inexorable la madera y el cartón, los sueños y la propia vida. Los alicantinos han vuelto a comprobar esta noche que la realidad tiene la consistencia de las cenizas, la fragilidad de lo fugaz, y que una ligera brisa es suficiente para llevarse todo, de elevar por los aires las hogueras que poco antes se erguían orgullosas en el suelo.

Saben los alicantinos a la perfección que habrá que esperar un año más para que se levanten en calles y plazas los monumentos de cartón, para que vuelva el estruendo de los petardos, el olor de la pólvora, el aroma de las flores del manto de la Virgen. Habrá que esperar 12 meses para que la algarabía tome la ciudad, para que los alicantinos se inventen una realidad y se anclen a ella durante siete días, ignorando la otra vida, la del resto del año. Pero será hasta que la Palmera se dispare desde el Benacantil y las llamas, la pólvora y el fuego devoren una vez más los monumentos, los sueños de los alicantinos.