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LAURA ROSILLO Miércoles, 23 de Julio de 2014

¿Ustedes matarían a una persona?

Les hago esta pregunta porque muchas personas que están en contra del aborto pronuncian estas palabras continuamente para defender el derecho a la vida de ese pequeño ser que comienza a desarrollarse dentro de ti.

 

Otros, sin embargo, defienden el hecho de que ese conjunto de células que se reproducen poco a poco dentro de nuestras cada vez más hinchadas tripas no puede ser considerado una persona debido a que no tiene ni siquiera las características mínimas de un ser humano. No sienten, no ven, no se mueven, ni tan siquiera respiran con su pequeña naricita. En España, como ya sabemos, esta disputa ha ido más allá este año, con motivo de la aprobación de una ley que prohíbe decidir a las mujeres si abortar o no. Históricamente nos podemos remontar al principio de los tiempos, pues el aborto se ha llevado a cabo desde tiempos inmemorables. Uno de los textos más antiguos en los que podemos encontrar información sobre el aborto es el Código de Hammurabi y estamos hablando de algo que fue escrito alrededor del 1700 a.C.

 

Después, famosos filósofos como Platón o Aristóteles sostenían la idea de que no se podían considerar hijos a aquellos que todavía no podían ser educados, o que las personas de más de 40 años podían practicar sexo libre pero con la condición de no procrear, por lo que había que recurrir a prácticas abortivas o al infanticidio. Es a partir de la instauración del cristianismo cuando el aborto empieza a ser criticado y condenado. El cristianismo defendía dos principios: que la concepción era un don de Dios, y que todos los hombres incluso los nonatos eran iguales ante Dios. Estos argumentos fueron calando poco a poco en nuestra cultura produciendo cada vez más el rechazo al aborto. Volviendo a la actualidad, recordamos que en España la interrupción voluntaria del embarazo durante las primeras 14 semanas de gestación entró en vigor el 5 de julio de 2010. Después, en el 2011, el PP modificó esta ley creando bastante polémica debido a que en ella se especificaba que las mujeres entre 16 y 17 años podían abortar sin el consentimiento de sus padres, aún siendo menores de lo que dictamina la ley en España.

 

Este punto me parece muy interesante porque se podría decir que era un cambio muy “liberal” pero tal vez también demasiado drástico. Las chicas de 16 años no pueden entrar a las discotecas, ni beber alcohol, ni comprar tabaco, ni conducir un coche, pero sí que se las consideraba “responsables” como para decidir sobre un tema tan importante, y más sin la opinión de sus padres. Y si realmente pensamos en ello, puede que, incluso sus padres les preparen el desayuno porque van a llegar tarde al instituto. En mi opinión, se les dio un poder que con esa edad es imposible controlar. Además, si han llegado a esa situación, el 90% de las veces ha sido porque no han tenido las precauciones que tendría una chica realmente madura y responsable. A finales del año pasado, Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia, aprobó la ley del aborto más restrictiva de la historia de la democracia, prohibiendo el aborto.

 

En primer lugar, me gustaría señalar lo paradójico que es ser parte de una democracia y que alguien ajeno a ti te prohiba algo tan privado y tan personal, pues nadie más que tú va a tener ese bebé dentro de ti. Incluso lo paradójico que es el hecho de que sea un hombre quien te lo prohiba, sobre todo porque conoce muy bien lo que significa parir a un hijo. Relacionando este tema con la famosa crisis española, me gustaría hacer referencia a esas miles de familias que todavía pasan hambre y que tal vez estén ocupando una de esas miles de casas vacías que coleccionan los bancos. ¿Creéis que esas familias podrían hacerse cargo de un bebé? ¿Y qué pasa con esas familias que ya tienen hijos? Ahora mismo formamos parte de un sistema que defiende a los que “no se pueden defender” y aún no han nacido pero, ¿y los que ya han nacido? Porque ellos tampoco pueden defenderse y parece que a nadie le importa.

 

Y para acabar, después de esta agridulce toma de consciencia, me gustaría cambiar radicalmente de punto de vista, pues cada uno tiene derecho a opinar, aunque en este Gobierno no se lleve a cabo. ¿Qué hubiera sido de nosotros si nuestras madres hubieran creído conveniente abortar? ¿Y de nuestros amigos? ¿Y de nuestro novio o nuestra novia? ¿O del chico o la chica que nos gusta? ¿Realmente pensáis que una persona puede decidir sobre la vida de otra, aunque ésta aún no sea consciente de que lo es? Piensen en ello.  

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