Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
La culpa es nuestra
¿Cuántas veces habremos escuchado aquello de "hazme una perdida cuando llegues"? Son miles las veces que nuestra madre, nuestro padre, nuestros abuelos, tíos y familiares nos han dicho esto para dejar de estar preocupados porque no estabas "a salvo" en casa. Pero si eres una chica, esta frase tiene una connotación diferente.
Toda la vida, las mujeres han estado en casa cuidando de los hijos, mientras sus maridos, considerados fuertes y machotes sólo por su condición de hombres se ganaban el pan y protegían a su familia. Ahora que "teóricamente" las mujeres tenemos más libertad, es cuando más casos de acoso y violaciones se producen. La culpa es nuestra. La culpa es nuestra por poder andar a nuestras anchas por la calle, vestirnos como nos da la gana y por no depender de ningún hombre que nos diga a qué hora tenemos que volver a casa.
Es curioso lo que se le puede inculcar a una niña desde bien pequeña: "no hables con desconocidos", "no vayas sola", "¿pero alguien te trae a casa no?", "que no se te olvide avisarme cuando llegues", "ve hablando conmigo por el móvil hasta que llegues a casa" y una larga lista de etcéteras. Desde el primer momento en el que se dio a conocer un caso de violación, las mujeres hemos tenido que ser las encargadas de que no nos pasara nada. Es decir, que si no cumples con tus "obligaciones de mujer" es que tú te lo has buscado.
Estos días este tema está que arde, sobre todo por el revuelo que han causado los consejos del Ministerio para prevenir las violaciones. Y la verdad es, que o te echas a reír o agarras el capazo del día si te las tomas muy a pecho. Pero aún así, desgraciadamente, nadie ve en estas recomendaciones ninguna locura, pues son situaciones en las que ya les han ocurrido cosas a mujeres que "no han sido precavidas".
Trasladando algunos de estos consejos a la vida real, encontramos uno que dice: "Por la noche, evite las paradas solitarias de autobuses." Yo no tengo coche y para mí, los medios de transporte públicos son mi único método de transporte. ¿Tengo que quedarme en casa a partir de las 9 para evitar tener que sentarme en una parada de bus sola? Porque eso significaría volver a los toques de queda.
Después, hay un par que me hacen bastante gracia: "no pasee por descampados ni calles solitarias, sobre todo de noche" y "si se ve obligada a transitar habitualmente por zonas oscuras y solitarias, procure cambiar su itinerario." Eso, en mi caso, quiere decir que, además de no poder entrar a mi casa porque mi portal está en un callejón medio en penumbra, significa que tengo que darle 7 vueltas al barrio para no ir siempre por el mismo sitio. Al menos hasta que mi casa cambie sola de lugar como la isla de Perdidos.
Y como no, las reinas de la corona de las recomendaciones: "Evite entrar en el ascensor cuando esté ocupado por un extraño, especialmente en edificios de apartamentos" y "Si vive usted sola, no ponga su nombre de pila en el buzón de correos, sólo la inicial. Eche las cortinas al anochecer para evitar miradas indiscretas. Tenga encendidas las luces de dos o más habitaciones para aparentar la presencia de dos o más personas en el domicilio." Vamos, que el Gobierno me va a pagar la factura de la luz, la del ascensor y una indemnización por la de cartas que se me van a perder por no poder poner mi nombre completo. ¡Ah! Pero, ¿y el cuerpazo que se me va a poner de subir y bajar escaleras?
Señoras y señores, en cuestiones de violación, no necesito una serie de consejos para "enseñarme" a protegerme, necesito un sistema que me proteja de verdad. Porque aunque sobre el papel tengamos los mismos derechos que los hombres, vemos día tras día como eso no se cumple ni por asomo. ¿Conocen aquello de "más vale prevenir que curar"? Pues piensen en ello.












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