Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
Como la pipa de un indio: cuando el tabaco te fuma a ti
No es porque te levantes tosiendo y tirando esputos como un condenado, ni porque te falte el aire cuando subes la cuesta de tu calle, ni por los pitos en el pecho, ni porque el médico y tu familia te lo lleven diciendo media vida, ni siquiera por los cuatro pavos (como poco) que te fundes al día con la que está cayendo. La verdadera razón es que te estás dando cuenta de que no fumas para sentirte bien, sino que lo haces para evitar sentirte mal. Cuando fumas, en realidad ya no sientes nada especial. El problema es cuando dejas de hacerlo. Te has convertido en un verdadero yonki de la nicotina que sería capaz de andar 10 kilómetros mientras caen chuzos de punta, por un triste cigarrillo. Te pones nervioso cuando se acaba tu paquete de emergencia y lo peor de todo, hay noches que te despiertas de madrugada para fumar, sueñas con fumar, estructuras tu día según los cigarrillos.
“Fumar es lo único que me relaja”, solías decir y ahora te das cuenta de que el efecto de la relajación sólo alcanza a la propia ansiedad que te produce el hecho de no haber fumado en un rato. En una especie de síndrome de Estocolmo, confundiste al pirómano con el bombero y ahora estás pagando las consecuencias. Fíjate, lo necesitas hasta para ir al baño, reconoce que llevas tiempo usando la ecuación café más cigarro igual a… Estás usando el tabaco como una forma de auto-medicarte contra los problemas que produce el propio tabaco. Es como tu chupete, amigo.
¿Y por dónde empiezo? Por cualquier sitio, pero empieza ya, despierta, porque tenemos trabajo por delante. Olvídate de magias, hipnosis milagrosas, acupunturas extrañas, libros mágicos y potingues de la herboristería. No sirven, por mucho que los mercaderes quieran ocupar el templo y venderte la moto. O puede que a veces ayuden algo, pero sin tu propia motivación, esfuerzo y una buena planificación de los pasos que tienes que dar lo demás es puro humo. Tampoco te obsesiones con los medicamentos para dejar de fumar, algunas veces son necesarios, pero no siempre. Tu propio deseo es el arma más importante.
¿Que no tienes fuerza de voluntad? Te levantas a las seis para ir a currar, has criado hijos, estudiaste una oposición, cuidaste de tus padres cuando enfermaron o llevas media vida renunciando a mil cosas para poder conseguir ahorrar un poco ¿de verdad no tienes fuerza de voluntad? En realidad tienes mucha más de la que piensas, pero ahí está la verdadera trampa, en que muchos te han dicho tantas veces que es tan difícil, que acabaste por pensar que es casi imposible y te victimizas por ello.
Busca un día, una hora, una fecha y comienza el camino. Los primeros días serán difíciles, pasarás por fases de rabia, tristeza, negación e incluso negociarás con alguien (contigo mismo) si es mejor conformarse con intentar fumar un par de cigarritos al día. Rotundamente no, tu salud es algo de un valor incalculable y no se negocia. La semana que viene hablaremos de cómo hacerlo.













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