La calle de las setas... y de las pintadas

En octubre de 2013 el Ayuntamiento de Alicante colocó unas llamativas setas gigantes en la calle San Francisco. Los hongos decorativos generaron enseguida una encendida polémica, con una parte de la ciudadanía a favor, y otra en contra por su elevado coste (cerca de 60.000 euros) y por la imagen infantil que daban a la calle, que se convirtió en una especie de camino de baldosas amarillas, pero sin espantapájaros, ni hombre de hojalata, ni león cobarde.

La calle de las setas también fue utilizada para arremeter contra la todavía alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, quien en esa época se había convertido en la enemiga pública número 1 y la fácil diana de todos los dardos, incluidos los que le lanzaban de espaldas desde su propio partido. Se dijo entonces que las setas contribuirían a revitalizar la céntrica calle San Francisco, que languidecía, triste y gris, desde hacia años, pese a los esfuerzos de vecinos y comerciantes, y del intermitente empuje del consistorio. Finalmente, las coloridas setas y las orugas e insectos encaramados sobre ellas suavizaron la dureza de la calle, y al socaire de los hongos se abrieron nuevos locales.

Es cierto que la apertura de varios establecimientos en la calle de las setas la han despertado de su mortecino sueño, especialmente en su primer tramo, el que parte de la plaza de Calvo Sotelo. Pero la imagen que ofrece ahora la calle dista mucho del colorido mundo del Mago de Hoz, porque junto a las setas aparecen en las fachadas de los edificios y en los muros de los desnudos solares, pintadas y grafitis, que convierten la zona en un feo pastiche, y la devuelven a la realidad del vandalismo y del abandono municipal.