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JOAQUÍN NÚÑEZ Sábado, 25 de Abril de 2015

CRISIS

Los antiguos bancos varados al borde de las aceras de Alicante

La crisis económica, las concentraciones bancarias y la extensión de la banca online ha dejado en las aceras de Alicante el duro testimonio arquitectónico de los años del boom económico y de la orgía del pelotazo.

Como los cadáveres de las ballenas que aparecen en la orilla de las playas azotados por las olas, han ido apareciendo, varados en la orilla de las aceras, los locales de antiguas entidades bancarias, vacíos y abandonados. Son los esqueletos de una época de desenfreno, de los años del crédito fácil y de las súper hipotecas. Dentro de ellos se acumula la suciedad y en las enormes cristaleras los graffitis han sustituido las publicidades de las altas rentabilidades y de los préstamos asequibles para cualquier bolsillo.

 

Los bancos van dejando sus cadáveres por todas partes, borrando de un plumazo parte del pasado de los barrios de Alicante, cuyo desarrollo va ligado a esas entidades que ahora reniegan de ellos en un soberbio ejercicio de cinismo y de ingratitud. Si no fuera porque los locales aún permanecen en pie se diría que ese pasado ni siquiera existió y que todo ha sido producto de la imaginación, de una especie de sueño colectivo de ciudadanos que querían prosperar.

 

En la Explanada los operarios se afanan por desmantelar lo que fue en su día la emblemática sede del BBVA, un majestuoso edificio en el que trabajaban decenas de personas. Muy cerca de allí, también en la Explanada, permanece varado desde hace años el cadáver de una oficina del Deustche Bank. Y recientemente, en Maisonnave, el Banco Sabadell ha puesto fin a la historia de la sucursal de la saqueada CAM cerrando la oficina, borrando también parte del pasado de la avenida. Pero el mapa de locales vacíos que fueron bancos no distingue fronteras. En todos los barrios de Alicante han desaparecido sucursales: en el centro, en el Pla, en Benalúa, en Juan XXIII y hasta en Vistahermosa, las playas y en la Universidad.

 

Desde el año 2008 se han cerrado en España más de 12.000 oficinas bancarias. Más del 30% de las sucursales de bancos y cajas de ahorro se ha volatilizado de pueblos y ciudades en un salvaje proceso de ajuste a instancia de los supervisores europeos, pero que en el fondo no es otra cosa que codicia, más rentabilidad y ganancias. Pero si los locales vacíos son los testigos urbanos de este imparable proceso, los empleados afectados por las sucesivas oleadas de despidos son la imagen real, el factor humano de esta moderna tragedia. Profesionales, muchos de ellos con más de 20 años de experiencia, que como tantos otros trabajadores no paran de hacerse preguntas: qué ha pasado, por qué a mi. Nos hemos acostumbrado a todo. Nos están quitando todo. Y solo nos quedan los recuerdos cuando paseamos por las calles y contemplamos incrédulos los antiguos bancos varados al borde de las aceras.

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