Unión o destrucción

Fríos, inhumanos, desalmados… Me quedo corto para describir a todos aquellos que aprovechan los homenajes a las víctimas del atentado para hacer propaganda soberanista y justificar la libertad del pueblo catalán frente a la nación opresora pitando al Rey y al ejecutivo. Un revanchismo, unas ansias de soberanía y de autodominio que parecen cegar el corazón, si es que lo tienen, de los independentistas más radicales.

La CUP, partido al que le gusta dar la nota y marcar la diferencia, que no tiene educación ni principios. Su etiqueta de antisistema les impide distinguir los distintos contextos en los cuales se puede ejercer la protesta y una marcha contra el terrorismo y en defensa de la paz no es el lugar idóneo para lapidar a nadie y exigir responsabilidades. Criticas y linchamientos que contrastan con el carácter conciliador y pacificador de dicha marcha. Una manifestación en donde debía reinar la concordia y la paz, no la caza de brujas y las exigencias de responsabilidades. Enterrar el hacha de guerra y dejar a un lado la rebeldía por un momento. No por Felipe VI, ni por Rajoy, ni siquiera por un servidor, sino por las víctimas, por las 17 almas que perecieron en los atentados.

Hombres, mujeres y niños que merecen un respeto. Una tregua transitoria para cerrar las heridas y trabajar juntos por la paz. Una unión que no solo se debe reflejar a la hora de organizar marchas multitudinarias sino también para maquinar políticas que mitiguen el terrorismo, el odio y el pavor. Porque las pancartas, velas y consignas como la de “No tenemos miedo” están muy bien para la concienciación, pero estas tienen poca eficacia a la hora de la verdad. Solo con medidas legislativas se puede derrotar al Estado Islámico y liberar a nuestro país y a Europa de la muerte y de la sangre.

Sangre, la de los inocentes, que no puede caer en vano. Todas las perdidas deben tener un propósito, un objetivo, una razón, derrotar al Daesh. Terroristas, que no se achantan cuando nos ven salir a la calle sacando pecho, sino más bien todo lo contrario. Observan con mofa sentados en el sofá y fumando una cachimba el espectáculo como si se tratara de mera sátira.

De risa es lo que me parece, y lo digo porque si me lo tomara en serio lloraría, la actitud de los que sacan la estelada en momentos como este y pitan al Rey o al Gobierno. Gente que se empeña en levantar muros y en ondear la bandera de la rivalidad. Personas obsesionadas en encontrar fantasmas y enemigos donde no los hay. Banderas, himnos, pitos, flautas… Todo vale para crear división…

Un desmembramiento que lo único que hace es perjudicarnos a nosotros y beneficiar a los terroristas. Une y vencerás, divide y perderás. Siembra cizaña y el mal ganará. Sufrimiento que no podremos apaliar enfrentándonos entre nosotros y remando en distintas direcciones, sino yendo a todos a una como en Fuenteovejuna. Unión, pues todos, aunque a algunos les pese, somos españoles. Como compatriotas, hermanos y allegados debemos estar juntos en momentos complicados, en los instantes en los que parece que todo se derrumba. Una destrucción, la de nuestros derechos y libertades que solo puede prevalecer si estamos en comunión unos con otros. Sin muros, sin rivalidad, sin odios, sin revanchas, sin banderas que nos distingan entre catalanes y españoles… Unión si no queremos que se produzca la destrucción de nuestro mundo, de nuestra cultura, la de la libertad y de la paz.   

*Jorge Brugos es coordinador de Comunicación de Ciudadanos en Alicante Capital.