Susto o muerte

Se me pone la carne de gallina (y gallino), cada cuatro años por estas tan señaladas fechas de otoño. Ya está ahí, ya viene. No es Jalogüin que, por fortuna, ya pasó. No son los juegos olímpicos, con la misma cadencia temporal. Ni el clásico futbolero o la tensa e intranquila espera para la formación de gobierno. ¡Qué nervios! ¡No puedo más!, ¿quién se llevará Defensa?, ¿quién Educación? ¿quién Administraciones Públicas?, y sobre todo, ¿quién será nominado para abandonar la monclovita casa de Guadalix? Se trata de algo más lejano y transcendente vestido de zafiedad, de serie Z de TV por cable pelado, de teatro y artificios sesudamente estudiados.

Cada cuatro giros solares, el primer martes siguiente al primer lunes del undécimo mes tiene lugar un acontecimiento (Pajín dixit) planetario, cuasi mágico. No se trata del Ejercito de las Tinieblas abandonando el Infierno en tropel al grito de “Klaatu Barada Nicto” frente al Necronomicón, aunque estéticamente se dan un aire. Tampoco es Merlín invocando al Dragón con el conjuro de la Creación, “Anál nathrach, orth’ bháis’s bethad, do chél dénmha” (en irlandés antiguo suena mejor hasta la primera palabra), aunque podamos sentir su aliento. No se aproximan hordas de no muertos ávidos de cerebros con que alimentarse, ni cuerpos celestes amenazan la integridad del planeta para gozo de héroes salvadores. Algo mucho más grave, imparable y terrorífico, está a punto de suceder.

Ese día se renueva al depositario de los mayores secretos de la humanidad. Sabrá si aterrizaron alienígenas en el Area 51, en pleno desierto de Nevada, quién mató a Kenedy (si lo está), todo sobre el triángulo de las Bermudas, la identidad real (o plebeya) de Jack el Destripador, si Walt está congelado, la fórmula de la Coca-Cola e, incluso, el secreto del éxito de Belén Esteban y Jorge Javier Vázquez o la edad de la Preysler. Ese día se designa al ser humano más poderoso del planeta en cuyas manos reposamos plácida e inconscientemente.

Un largo, exhaustivo, concienzudo y meticuloso análisis ha impulsado a dos figuras al ansiado cargo avalados por su gran trayectoria y valía. Son los más preparados e idóneos. Los afortunados entre los afortunados para los que los demás no llegamos ni a ácaros de sofá. Gente Superior.

Ella, Hilaria, esposa, madre y abuela, ya conoce la casa por dentro. Sabe dónde se acumula el polvo (….), dónde está cada jarrón y dónde el despacho oral. Junto a su Bill, nos ha aclarado que el sexo oral no es sexo, sino algo distinto y compatible con la pareja. Sin duda, un gran alivio para muchos/as, en más de un sentido. De naturaleza comunicativa, comparte sus conocimientos, vía mail institucional, reiterada e impunemente.

Donald no se queda atrás, también viene cargado de méritos. Ochenta primaveras contemplan un vigor varonil de adolescente que no pierde ocasión de demostrar. Conocedor de la bancarrota (ajena), es también artífice de imaginativas y trabajadas propuestas como el traslado del muro de Berlín a Méjico a cargo de los encerrados, la prohibición de entrada temporal de musulmanes a EEUU, o la negativa a reconocer ese bulo propagandístico del cambio climático. Adorna, todo ello, con una rubia ensaimada capilar a juego con su exuberante pareja, ex modelo, ex lovena y ex pectacular, a quien dobla, casi, la edad.

Dos prendas, vamos un lujo. Extraídas de la flor y nata, de la “crem de la crem”, política estadounidense, uno reirá y otro no tanto el miércoles siguiente al martes después del primer lunes de noviembre y el resto lloraremos incapaces de creer que, de trescientos veinte millones de habitantes, tengan que decantarse por una o por otro.

De hecho hay estados en que las papeletas, economizando, han sido sustituidas por  otras que preguntan directamente a los electores, ¿susto o muerte?

*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados