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ÁLVARO ACUÑA Martes, 28 de Julio de 2015

Crónica del Low Festival 2015

El siete es un número muy recurrente en la cultura. En algunas es un número sagrado y representa lo bueno. El Low Festival de Benidorm ha celebrado este fin de semana precisamente su séptima edición. Siete años que lo han convertido en una cita imprescindible en el calendario de festivales de nuestro país. Algunos de los conciertos que hemos visto han sido extraordinarios, exquisitos, placenteros. Alguno que otro más insípido y desabrido. Kasabian fue el plato fuerte de la primera jornada del Low Festival.

 

El escenario Budweiser se llenó para ver a los británicos, cabeza de cartel del viernes, que tocaron una buena parte de los temas de su último disco “48:13”. En todo festival hay dos maneras bien diferentes de vivir cada concierto. Una de ellas es dejarse llevar y engullir por el micromundo que se respira en las primeras filas, sintiendo cada nota atronando en el epicentro de nuestro pecho, y una segunda en los exteriores de ese espacio en el que se palpa la experiencia con una visión más amplificada pero a la vez más plácida. Kasabian es de esos grupos que te incendian cuanto más cerca estás del escenario. La pólvora estaba lista y “Bumblebeee”, la canción con la que dieron comienzo a su set, el detonante de una explosión que duró más de una hora. Contundentes y enérgicos, el ritmo frenético que imprimen a sus actuaciones aviva hasta los espíritus más candorosos o amodorrados. El tándem Tom Meighan (voz)-Sergio Pizzorno (guitarra), sobre todo este último, no dejaron de animar al público a saltar y poner las manos en el aire haciéndonos sentir que estábamos asistiendo a uno de los momentos mayúsculos de esta edición.

 

Antes pudimos presenciar, aún cuando el sol era de justicia y el bochorno casi insoportable, el concierto de Zahara. Los horarios es lo que tienen. Si te toca subir al escenario a las ocho y media de la tarde una cosa sí que puedes tener segura, los fans incondicionales estarán ahí caiga la que caiga entonando todas y cada una de las canciones. El público que congrega Zahara es una pléyade de fieles que asisten radiantes a cada una de sus actuaciones. La comunión entre la artista y sus admiradores es sublime. Zahara acabó bajando del escenario y entregándose a su público al bailar con ellos en medio del césped del escenario Ron Matusalem.

 

Estrenamos el escenario Jägermusic con el combo gaditano afincado en Granada Hölograma. Ritmos electrónicos marcados por riffs de guitarra monolíticos y notas repetidas hasta un infinito que se desvanece. Una propuesta jovial y entretenida. El tamaño de la letra en el cartel no siempre es garantía de conciertazo. Si fuera por lo que vimos en el escenario Ron Matusalem, antes de las actuaciones de Kasabian e Izal, The Growlers tendrían que aparecer con letra diminuta. Había muchas ganas de ver a los californianos con su mezcla de garaje, música surf y psicodelia. Pero la falta de conexión entre la banda americana y el público se hizo evidente desde los primeros temas. Las deserciones tempranas dibujaron un césped repleto de calvas que los sonidos lisérgicos de guitarras ácidas fueron incapaces de tapar creando en todos una sensación de lejanía y apatía, tanto en los que estábamos abajo del escenario como en los propios músicos que parecían aburrirse tanto o más que nosotros.

 

Y llegó el turno de Izal. Los madrileños liderados por su vocalista y compositor Mikel Izal habitan desde hace tiempo el Olimpo de los dioses de la música del panorama nacional. Arrancaron con “Copacabana”, uno de los temas de su próximo disco, y no faltaron imprescindibles que ya forman parte del imaginario musical colectivo que siguen alimentando en cada una de sus actuaciones tales como “Pánico Práctico”, “Qué bien” o “La mujer de verde”. El sábado Grupo de Expertos Solynieve desperazaba la tarde en el escenario Budweiser reuniendo una pequeña multitud, entre la cual todavía podían verse pancartas solicitando a Jota que tocara alguna de Los Planetas. La banda liderada por Jota y Manu Ferrón no decepcionaron. Bonitas canciones interpretadas con solidez y efectividad. Sin duda alguna, el sábado era el día de The Libertines.

 

Aunque el elefante no se viera estaba en medio de la sala y nuestra voz interior no cesaba de azuzarnos con una pregunta inquietante llena de buena dosis de morbo retorcido: “¿Nos honrará hoy Pete Doherty con un nuevo dislate y travesura?”. Parecía que fuera a ser así después del puntapiés que propició al micrófono ya en la primera canción pero que no tuvo continuidad y sin embargo, sí que la tuvo en la excelente ejecución de muchos de los temas clásicos de la banda y otros nuevos que aparecerán este año en su tercer álbum. La complicidad de Pete Doherty y Carl Barat va más allá de la música. Parecen dos colegas divirtiéndose, recreándose y gozando hasta el punto que a veces da la sensación que el pobre John Hassall se siente excluido de esa chupipandi que forman los auténticos frontmen de la banda. The Libertines es britpop puro con una actitud punk y descarada la cual aplaudimos con vehemencia todos los lowers.

 

Los Dorian, soberbios

 

Otro de los atractivos de la jornada fueron los catalanes Dorian que llevan todo el 2015 celebrando su décimo aniversario como banda con el disco “Diez años y un día”, disco que reúne sus temas más míticos y dos nuevos, entre ellos “Arrecife”, que a tenor de cómo los fans la han acogido ya se ha convertido en otro más de los himnos de la banda. No podían faltar éxitos como “Cualquier otra parte” o “Paraísos Artificiales” que los lowers corearon hasta la extenuación. A pesar de arrancar diez minutos antes que remataran su intervención The Libertines, el escenario Ron Matusalem bien podría decirse que había colgado el cartel de completo. Se nota el trabajo duro y el esfuerzo que han depositado en esta gira, tanto a nivel musical como estético.

 

La luz se suaviza y sobre el escenario el trío de cuerda junto a la guitarra introducen la tan esperada presencia del grupo en el escenario. Todos de negro, Belly elegante e imponente, y suenan los acordes de “Los amigos que perdí”. Así hasta el final, canciones para cantar y no parar de bailar. Una explosión de confeti ponía punto final a una soberbia actuación. Jose “Chino” en mitad del set de Supersubmarina, con un gesto de complicidad y un cierto tono irónico, dijo que no se creía que toda la gente que en ese momento atestaba la explanada del escenario Budweiser estuviera allí para verlos. Quizás alguna novia había convencido a su chico para que le acompañase. Nada más lejos de la realidad. Todos los allí presentes el domingo estábamos porque Supersubmarina son cada vez mejores músicos y su capacidad de conexión con el público está en estado de gracia. Prácticamente todos los que nos hallábamos en el recinto del Low nos encontrábamos viendo a la banda de Baeza. “Algo que sirva como luz” fue la canción elegida para abrir su set, la misma que sirvió de fogonazo de positivismo, entusiasmo y deseo de pasarlo bien. “Espero que la energía esté arriba porque nosotros vamos a por todas”, gritó de nuevo Jose “Chino”. En ese momento sonaron los primeros acordes de “Canción de guerra”, y cada canción se convirtió en una granada y su lengua en un misil ganándose el corazón de todos nosotros. Sin duda hacen grandes canciones que saben convertir en éxitos. Una actuación potente y enérgica que no tuvo fisuras.

 

El concierto brutal de Foals

 

Poco antes de medianoche y en el mismo escenario pudimos asistir a un concierto brutal. Foals, la banda de Oxford, era el plato fuerte de la última jornada del Low 2015. La fuerza en directo de la banda liderada por Yannis Philippakis es de una intensidad colosal. La habilidad de Yannis con la guitarra es sublime. Y el público no falló y respondió con esa misma intensidad sin dejar de bailar y dar saltos. Pronto sonó “My Number” que enfervoreció hasta a los que estaban sentados en las gradas. Una sola voz entonando ese estribillo tan pegadizo y bailable “You don´t have my number. We don´t need each other now”. Sonaron temas emblemáticos de sus anteriores discos y hubo un adelanto de lo que será su nuevo álbum.

 

La apoteosis llegó cuando Yannis Philipakkis saltó al foso a tocar y bailar con el público. Un concierto que dejó felizmente agotados a todos por tantas buenas canciones interpretadas con maestría que nos llevaron al éxtasis y frenesí. Y si saltamos y bailamos con Foals, cómo nos hicieron disfrutar Facto Delafé y Las Flores Azules. Lo de Óscar D´Aniello es alucinante. No para de bailar y moverse con una pasión, energía y arrebato que nos hipnotiza. Óscar le preguntaba a Helena Miquel si se había puesto las lentillas para ver toda la gente que bailaba con ellos. “Estamos bailando” cantaba Óscar. “Claro que sí” respondía Helena. Y “nos dieron gas”. Canciones como “La Primavera”, “El Indio”, o “Espíritu Santo” coreada a gritos por todos convirtió a Benidorm en una auténtica fiesta. Reportaje fotográfico del Low Festival 2015: Javier Rosa

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