Del Sábado, 04 de Octubre de 2025 al Jueves, 30 de Octubre de 2025
Iktsuarpok o el síndrome del esquimal impaciente
Ya lo dijo Nietzsche: "Las palabras son símbolos para la relación entre las cosas y entre éstas y nosotros, en ningún lugar consiguen abarcar la verdad absoluta". Muestra de ello es que algunas sólo existen en el idioma de su origen y no tienen una traducción literal. Uno de estos vocablos que me ha llamado la atención es Iktsuarpok, no sé si lo habéis oído alguna vez.
En esquimal, este término se utiliza para denominar al sentimiento de impaciencia o a las ganas que te empujan a salir del iglú para ver si viene alguien. ¿No os suena? Yo lo he visto claro, la traducción en nuestra sociedad actual es ese gesto instintivo, impulsivo, casi un tic, de mirar constantemente el móvil para ver si hemos recibido un whatsapp (antiguamente el sms) o si nos han llamado. Y si nos vemos obligados a separarnos momentáneamente de nuestro teléfono, lo primero que hacemos es revisar si tenemos alguna notificación pendiente. No me digáis que no lo habéis hecho, porque no cuela. Un gesto que llega a tener tintes patológicos si estamos esperando un "mensaje importante". Verbi gratia, cuando estamos buscando trabajo y hemos dejado ya unos cuantos (¿cientos?) currículums.
Estamos a todas horas pendientes de cualquier ruidito que emita el aparato, esperando que llegue ESA LLAMADA. Otro momento en el que nuestro particular iktsuarpok se convierte en enfermizo es cuando acabamos de empezar una "relación" sentimental/sexual. Y lo sabéis. Cada x minutos -o segundos en el caso de los más enganchados- desviamos la mirada hacia el teléfono y encendemos la pantalla por si ÉL o ELLA nos ha mandado un whatsapp; no lo podemos evitar, aunque lo hacemos a hurtadillas -incluso estando solos, porque en el fondo nos da vergüenza reconocer esta debilidad o dependencia-. Eso sí, al principio sólo whatsapps, que lo de la llamada la dejamos para cuando la relación ha superado cuarentena.
Por fin la lucecita parpadea y notamos ese pitido glorioso, esa vibración mágica; entonces respiramos profundamente con alivio y con una contenida y grandilocuente calma procedemos a leer el mensaje. ¿Y si escribimos y no nos contesta? ¡Ay! Entonces la ansiedad (y la mala leche) se apodera de nosotros, y más ahora que con el doble check azul no hay excusa posible. (Nota: si aún no lo habéis visto os recomiendo este vídeo del "doble check". ¿Y no os pasa que la velocidad a la que nos funciona el cerebro montando nuestras propias películas sobre por qué ese/a desgraciod@ no nos responde es directamente proporcional al tiempo que tardamos en recibir su mensaje e inversamente proporcional al tiempo que "llevemos" con esa persona?
La tecnología nos ha hecho más fácil el contacto, pero seguro que nuestros antepasados no se calentaban tanto la cabeza cuando empezaban a salir con alguien. Por eso, a veces me gustaría perderme unos días sin ningún tipo de "conexión" en alguna isla paradisíaca. Pero luego pienso que terminaría inventando una palabra para las veces que miraría al mar esperando que viniera el próximo barco.
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