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Redacción Domingo, 08 de Marzo de 2015

CLARA ISABEL FUENTES

La lucha por la igualdad

Viene siendo habitual que, llegadas estas fechas, los medios de comunicación se hagan eco de los actos y manifestaciones organizadas por los partidos políticos, las centrales sindicales y asociaciones diversas para conmemorar el Día de la Mujer Trabajadora. Llueven ya 104 años desde que la alemana Clara Zetkin, importante activista por la igualdad de derechos de las mujeres, propusiera y consiguiese la celebración de un día internacional que sirviera de homenaje al tristemente conocido suceso en el que fallecieron 129 trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York mientras reclamaban sus derechos laborales. Y es lamentablemente triste que, más de un siglo después, estos actos no sean una mera fiesta conmemorativa.

 

Bien al contrario, todos los años renueva su sentido reivindicativo. Es  seguro que ya no tenemos que luchar por el derecho al voto, ni por la emancipación paterna o conyugal (no tan lejana en el tiempo si lo pensamos bien). Ya no ocurre, como me contaba mi madre, que, en su juventud, una chica no debía entrar sola en una cafetería o en un cine. Ahora, las mujeres del llamado primer mundo, votamos, nos movemos libremente, no necesitamos permisos de ningún tipo (excepto los meramente legales, claro está), decidimos sobre nuestra vida y hacienda y desempeñamos trabajos en cualquier sector económico. La cuestión es si todos estos derechos reconocidos universalmente se desarrollan en su totalidad.

 

La menor tasa de empleo femenino y la brecha salarial entre hombres y mujeres, unidas a una mayor incidencia de la crisis económica de los últimos años en el colectivo femenino deben hacernos reflexionar sobre la oportunidad de reclamar, en esta jornada reivindicativa, acciones políticas claramente dirigidas a corregir estos desvíos,  iniciativas que incidan en el fomento del trabajo de la mujer, en la no discriminación salarial, en la colaboración para conciliar la vida laboral y familiar y en la consecución de la justa paridad hombre-mujer en el ámbito de lo público y también en lo privado. Y, por último, y no por ello menos importante que ninguna de las anteriores, una política educativa integral para ciudadanos y ciudadanas del futuro, sin distinciones sexistas. Mientras escribo estas líneas escucho la noticia de que una joven asistente de árbitro de un partido de segunda provincial de Cádiz ha sido agredida verbalmente por su condición de mujer por algunos aficionados e incluso por un jugador al que su club, en una honrosa decisión, ha puesto de patitas en la calle inmediatamente. ¿Una anécdota? ¿Un hecho aislado?.

 

Por desgracia no. Aquí es donde hay que incidir: educación para la igualdad. Es obligación de las administraciones públicas proporcionar los medios para que la educación en las escuelas tenga como pilar fundamental la formación de hombres y mujeres libres y capaces de entender que el único hecho diferencial entre ellos es la cuestión biológica de la maternidad. Una sociedad educada y respetuosa es el mayor activo de cualquier país. No dejemos pasar la oportunidad de seguir reivindicándola el día 8.

 

*Clara Isabel Fuentes es miembro de Fòrum Social per Alacant.

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