Mi disfraz

Siento decepcionar a los que pensabais que en esta columna iba a hablar de San Valentín. Soy así de imprevisible ;). Es que me da mucha pereza, de verdad. Que cada uno lo celebre (o no) con quien quiera y como quiera (o como le dejen). Yo me voy a centrar en el Carnaval, que también es actualidad. Además de una cita para el desfase, con la excusa del "todo vale", el Carnaval nos ofrece una oportunidad única para poder convertirnos por unas horas en nuestro personaje favorito, en otra persona; en definitiva, en alguien que el resto de días no nos atrevemos o no podemos ser.

Por eso este año me voy a disfrazar de Femme Fatale (y no tiene nada que ver con el estreno de '50 sombras de Grey'). Por esta noche, me gustaría saber qué se siente siendo YO una Heartbreaker, que lo de estar en el otro lado y tener el corazón destrozado es casi pura rutina. El traje va completo: tacones de vértigo, para llevar la cabeza bien alta, la gente a mis pies y poder controlar siempre la situación -lo que se dice tener la sartén por el mango-; vestido rojo largo con apertura interminable en la falda, para que todos los ojos se fijen en mí; melena ondulada suelta a un lado a lo Jessica Rabbit, para darme un punto sexy y de misterio; gesto altivo e indiferente, porque todo y todos me dan igual que para eso seré fría, calculadora y nunca me dejaré llevar por los sentimientos.

Las uñas pintadas también de rojo, para que brillen al chasquear los dedos, que será lo único que necesite para que las cosas me salgan bien, porque no me costará nada conseguir lo que quiero. Y el último toque, un látigo (vale, pequeño), que no me resisto a "fustigar" un poco al género masculino. Que para estar "debajo" ya tengo el resto del año. Por un día, por una vez en la vida, quisiera ser "la mala" y sentir cómo se da la vuelta la tortilla. Pero me he probado el traje y me viene grande. La verdad es que no me vale ni para esta noche.

*Rosa Sánchez es periodista. Máster en Dircom y en Marketing de Moda y Belleza. Especialista en Redes Sociales.