Viernes, 26 de Diciembre de 2025

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RAFAEL SIMÓN GALLARDO
RAFAEL SIMÓN GALLARDO Lunes, 10 de Noviembre de 2025

El presidente vitalicio hasta 2027

Me desperté esta mañana con la noticia de que Junts ha bloqueado al PSOE otra vez. Mi primera reacción fue, como es natural, preguntarme si había café en la cafetera. Luego, ya con la cafeína corriendo por mis venas —una sustancia milagrosa que, si no existiera, la inventaría algún genio con demasiado tiempo libre—, me puse a pensar en la suerte que tenemos.

 

Sí, he dicho suerte. Porque, mire usted, cuando el gobierno no puede moverse, ocurre algo maravilloso: la gente. Los españoles, con ese sentido común que nos caracteriza —excepto cuando se trata de elegir la lotería de Navidad o discutir sobre fútbol—, toman el mando. Y de repente, todo mejora. No sé cómo lo hacemos, pero funciona. Es como si la incapacidad de nuestros líderes activara algún gen dormido de supervivencia colectiva.

Recuerdo aquellos años en los que los políticos progresistas —ésos que se definen como tal entre copa de cava y canapé de salmón— parecían más interesados en teorizar sobre la deconstrucción del patriarcado o en escribir ensayos incomprensibles que en arreglar una carretera. Elementos de salón, les llamo yo. Teóricos. Analfabetos funcionales de la gestión pública. Gente que podría debatir horas sobre Hegel pero no sabría cambiar una bombilla sin llamar a un técnico.

 

Y entonces, justo cuando todo parecía perdido, la ciudadanía —ése ente abstracto pero milagroso— ponía orden. Abría una ferretería, arreglaba un parque, organizaba una comunidad de vecinos. Cosas así. Pequeños milagros cotidianos que no requieren presupuesto ni discursos grandilocuentes.

 

Hoy, mientras Junts y el PSOE se enredan en un baile legislativo que recuerda a esos matrimonios que se quedan juntos solo por inercia —y por el miedo a quedarse solos el fin de año—, Sánchez sigue siendo presidente honoris causa. Un título que suena a algo entre rey sin corona y gerente de comunidad en un edificio con goteras. Y hasta 2027, nada menos. Qué alivio.

 

Mientras tanto, la oposición intenta definirse. Un ejercicio que, seamos honestos, se parece a esos intentos de hacer yoga por primera vez: torpe, con calambres, y con riesgo de lesión emocional. Pero al menos se mueven. Algo es algo.

 

Así que, en definitiva, doy gracias. A quien sea. A Dios, si acaso pasa por aquí y lee prensa. O al azar. O a la estadística. O al vecino del quinto que siempre tiene las herramientas prestadas. Gracias por este paréntesis. Por este respiro en el que, quizás sin querer, recordamos que a veces la mejor política es la que no se hace.

 

Y ahora, si me disculpan, voy a ver si el café aguanta una segunda ronda. Por si las moscas.

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