Del Jueves, 02 de Octubre de 2025 al Jueves, 16 de Octubre de 2025
La España averiada
Creímos ver la cara más grotesca del abandono institucional tras el descalabro de la gota fría, con más de doscientos muertos y localidades destruidas en una especie de limbo acuático, sin plan de evacuación que funcionara ni para los más afortunados por la mismísima casualidad.
Pensamos que el caos generado por el apagón, con millones de españoles atrapados en su impotente rutina, era el epítome de la debacle.
Sin embargo hoy, más que nunca, los españoles sentimos la punzante certeza de habitar en una nación averiada.
Los incendios que arrasan este verano son testimonio de ello. En medio de un agosto infernal, arden hectáreas por cientos de miles, y hay vidas que se han apagado entre las llamas voraces. Miles de evacuados y una cincuenta de detenidos, acusados de ser los pirómanos necesarios para tal hecatombe.
Y, ¿qué ha hecho, en todo este tiempo, nuestro sistema político decadente? ¿Acaso se ha tomado alguna medida?
Solo una, la promesa de la salvación mediante un pacto de estado contra el cambio climático mientras se constata que más del 80 por cien de los incendios han sido provocados.
La última gran campaña televisiva contra el fuego se remonta a 2014, y en los últimos quince años, la inversión en prevención ha caído en picado, reducida a la mitad. Europa nos señala la vergüenza: España gasta menos que Grecia y Portugal en labores contra incendios, aunque la gravedad y frecuencia de los fuegos crezca a pasos agigantados.
Es curioso constatar que el cambio climático como responsable de esos incendios afecta a unos sitios y a otros no, es aleatorio y caprichoso. En Soria no existe, allí desde hace más de 20 años que no se incendia nada en verano . El hecho de que limpien el monte por ser comunal, recojan leña, el ganado paste nada tiene que ver con la falta de incendios . Además, como el beneficio económico de la zona es mucho, no hay pirómanos buscando nuevos caminos de rendimiento pecuniario.
Esta es la mejor prevención, y la más barata, mientras que no se escuchen los cantos de sirenas de los ecolojetas y gobiernos además de los salmos de la agenda 2030 como revelaciones de la nueva religión incontestable del progresismo institucional.
¿Cómo es posible tal desatino?
La conclusión es simple y dura como un puño: nuestro sistema es un circo de locos, atado a sus maquiavélicas reglas de inacción, fotos para la galería y declaraciones que son una burla en un mundo simple como twitter.
Los políticos son pirómanos con corbata que conservan sus sueldos gracias al incendio social que provocan con intención interesada .
Y aquí estamos, con el corazón hecho trizas por la devastación y una pregunta que resuena en el aire: ¿por qué nada funciona en España?
La respuesta es tan incómoda como evidente: no hay consecuencias para la incompetencia y el cargo público se ha transformado en un premio, en un botín más que en una responsabilidad.
Nuestro país es una caricatura frente a Europa, donde los controles y garantías sobre el poder son pura ilusión. Las tres administraciones –central, autonómica y local– operan como sombras, ajenas a la fiscalización. La falta de efectividad abarca todos los rincones.
La política medioambiental es un chiste cruel. Montañas llenas de maleza, sin limpieza; equipos que se desmoronan, infraestructuras contra incendios que son meras fantasías.
Y si hablamos de gestión del agua, el concierto es igual de desastroso: embalses en ruinas, regadíos insostenibles, agricultores arrojados al abismo. Las infraestructuras son un eco de abandono: vías deshechas, carreteras que dan vergüenza ajena.
¿Y los ciudadanos? ¿Qué podemos hacer, además de protestar en voz baja?
Debemos dejar de aceptar que cada verano España arda, se inunde cada otoño y colapse cada invierno. La avería de la mala función no es un fenómeno natural; es el hijo bastardo de decisiones erróneas, prioridades mal ubicadas y una irresponsabilidad que se ha convertido en norma.
Es un desgaste de lo inaguantable lo que estamos viviendo con la obediencia ciega de los idiotas. Es hora de revelarse, es tiempo de mirar a los ojos del gobernante con desdén, es el momento de reprochar responsabilidades y exigir ceses y dimisiones... y sobre todo, votar en consecuencia contra los mediocres malintencionados que nos gobiernan por doquier y que no tienen otra forma de vivir que parasitar nuestro esfuerzo y dinero porque son incapaces de sobrevivir a su propia inoperancia.
*Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...
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