Día Viernes, 12 de Diciembre de 2025
Nosotros y ellos
Siendo fiel, como hasta la fecha soy, a mi origen totalmente alicantino debería decir “norotros”, como decimos por aquí, “vamos dor a uno”, hemos quedado con “lor amigos” “maromenor” o “lor indios y lor americanos”.
Pero por si alguien de fuera lo leyera, seremos fieles también a los dictados de una Real Academia de la Lengua tan cambiante y laxa como los ingredientes de las “cocretas” o de las “almondigas”. Cualquier día se admite “unomismo” por “onanismo”, lo que no estaría muy alejado de su realidad. Cosas veredes.
![[Img #21022]](https://alicantepress.com/upload/images/05_2021/2333_enrique-vila.png)
Entre ellas llevo tiempo observando algo que me inquieta, me atormenta y me perturba más que a Esperanza Gracia de madrugada. La pequeña, no tanto, fisura que hace años existía entre el pueblo y sus dirigentes actualmente transformada en abismo que sonroja al de las Marianas. Lástima que cuando se manifestó no se colocara un testigo de escayola para controlar su incremento. De haberlo hecho no sé si habrían tenido que inmovilizarse las roturas de brazos y piernas con madera de pino por escasez.
Repelente y asqueroso, pero nada nuevo. Desde que el mundo es mundo y se organiza en comunidades de personas, ha habido seres, organizados en grupos de su misma calaña, dedicados únicamente a aprovechar el esfuerzo de otros en su propio beneficio. Cuyo único objetivo y actividad ha sido el modo de obtener de los demás lo que por sí mismos no son capaces de generar. Es cierto, también, que siempre ha existido una población silente, sumisa, honrada y ocupada en subsistir con esfuerzo y dedicación que los soporta y los ha soportado, por razones que se me escapan. O no tanto.
En todo caso, la pasividad, incluso la falta de resistencia o respuesta a estos miserables por parte del, muy superior en número, colectivo, ni justifica ni atenúa la mezquindad de su comportamiento. En estos tiempos tan extendido que casi parece la norma en lugar de excepción, hemos llegado al extremo de la defensa del avestruz, escondemos la cabeza bajo tierra con la esperanza de que al no verlo no exista. Cuántos conocidos no han optado por desconocer las noticias diarias para no amargarse. Conozco muchos y cada día más que, como la desgraciada efigie de la “Justicia” prefieren tener una venda en los ojos (por cierto “lorojos”), para evitar enfrentarse a la decepcionante realidad. Esa desgraciada “Justicia” que ni funciona, ni funcionará, por falta de interés de aquellos a los que tiene que fiscalizar, es decir, los mismos que tienen que dotarla de medios y prefieren acondicionar las prisiones en las que pudieran terminar.
La brecha es insalvable y de casi imposible reparación tanto por sus dimensiones como porque la misma está a cargo de sus beneficiarios. Alguna altura moral deberían tener, que no, para arreglarla. Si en Roma los patricios gozaban de privilegios frente al resto y en la Edad Media era la nobleza los que los disftrutaba por derecho de sangre o designación real, hoy la nueva nobleza es elegida. Vaya paradoja, misma situación por elección popular para acabar en el principio.
Aquellos señores, condes, vizcondes, barones, marqueses y duques, hoy presiden Ayuntamientos, Mancomunidades, Diputaciones, Confederaciones, Comunidades Autónomas o Estado.
Son diputados o senadores y dirigen organizaciones forales, organismos autónomos y un sinfín de entidades semiprivadas de interés público como la real federación española de futbol y otras parecidas. Cualquier entidad en la que se maneje el dinero del ciudadano que se deja la piel en obtener para que una mano (in) visible se lo lleve bajo excusa del interés general y la contribución al bienestar social. Ojalá fuera realmente así, nadie discutiría.
Dispendios, privilegios y prebendas de las que goza esta nueva nobleza sin merecimiento ni mesura, a gastos pagados por otros. Viajes en primera o business, alojamientos top level, restaurantes con soles o estrella y todo ello porque yo me lo merezco y tú me lo das, pardillo. Comisiones y demás que no precisan madrugones.
Desalentador es el paseíllo que se dan, altivos y dignos, flanqueados por ilustres y bien conectados asesores, hacia las instituciones que los investigan o juzgan, sabedores que, salvo cataclismos inesperados, todo quedará en agua de borrajas. A lo sumo un transitorio paso por la trena que no supondrá la devolución de lo, digamos, distraído que bien compensa el esfuerzo de no hacer nada en la vida salvo calentarse el magín con el modo más impune de traficar con influencias y torcer el principio de servir con objetividad a los intereses generales con pleno sometimiento a la ley y al derecho. Algo en lo que nunca creyeron, aunque lo juraran al acceder al cargo. “Siempre, Sancho, lo he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en el mar”
Mientras alientan y promueven la desunión y el enfrentamiento del resto, no sea que un día despertemos de Matrix y veamos la realidad del expolio al que nos someten. Los rojos contra los azules, mucho más rojo chillón frente a azules oscuros, los del Madrid contra los del Barsa, mujeres contra hombres, asalariados contra empresarios, Norte frente a Sur. No digamos ya si entramos en creencias religiosas, filosóficas o metafísicas. Nada nuevo, Baxter contra Rojo y, una vez terminada la vendetta, el único beneficiado Eastwood enriquecido a su costa fingiendo estar al servicio de ambos. Todo por un mísero puñado de dólares.
Vaya tela.
La solución es tan sencilla de exponer como casi imposible de ejecutar. Tomar la pastilla azul de Morfeo. Dejar de dormir, despertar. Entender que sólo hay dos bandos que importen, nosotros y ellos. Los que a base de esfuerzo y dedicación construimos sobre pilares firmes y asentados y los que pretenden aprovechar todo ello para medrar sin trabajo ni merecimiento. Entender que, como dice el viejo proverbio árabe, lo único que distancia a dos personas es aire. Unir fuerzas en la honestidad y honradez (con altibajos, no seamos más papistas que el Papa) frente a quiénes tienen como norte justo lo contrario y presentar frente conjunto, por lo menos en esto, para que, de una vez por todas, se acabe el lamentable espectáculo que día a día nos proporcionan. Dotar a la Justicia de los medios adecuados y necesarios para perseguir al infractor y ser implacables en ello.
Pedir, exigir y obtener de los que nos defraudan los correspondientes resarcimientos de modo y manera que sirva tanto como reprimenda como de aviso a navegantes disuasorio. Dejar de dar la imagen de que todo vale; que casi merece más la pena ser de los malos que de los otros.
En fin, crecer. Tomar las riendas.
*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.


















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.185