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ENRIQUE VILA
ENRIQUE VILA Domingo, 11 de Septiembre de 2022

Cuando el sabio señala la luna el necio mira el dedo

(a vueltas con el Poder Judicial)

 

Tan vieja como la existencia es la necedad, no así las cotas que estamos alcanzando a pulso y ufanos de ello. Muestras a porrillo. Una de tantas, de las más claras, la frustrada renovación de los Altos cargos del “independiente” Poder Judicial. Ejecutivo y Legislativo, gobierno y oposición, andan enzarzados en la batalla del “tú más y peor”, en un partido a tres bandas de cuyo resultado pende el resto de la presente liga y venideras dando un patético espectáculo que, por otro lado, les importa menos que el futuro de Escarlata O,Hara a Rhett Butler.

  • ¡Tú no quieres renovar porque pierdes poder en la designación de afines!
  • El que no quieres eres tú porque te mandé un guasap para hacerlo y no me salen las dos rayitas azules.
  • De eso nada, cuando te vi en al bar del Congreso, desayunando a 1,00 €, café de Colombia, tostadas de centeno con aceite virgen supremo de Jaén, jamón de Jabugo y agua con gas perrier, te dije que a ver si nos tomábamos algo y hablábamos de varios temas.
  • Hay que cambiar el sistema de designación.
  • Lo fueras cambiao cuando pudiste, ñiñiñiñi.
  • ¡Eso es mentira!
  • Cuelga tú
  • No, cuelga tú.
  • Yo colgué la última vez.
  • Zzzzzzzzz

 

Y así desde que el primer animal marino decidió intentar vivir en tierra.

 

[Img #21022]

 

Mientras, los creyentes de ambas facciones religiosas, en lo que se han convertido con la inestimable ayuda del “cuarto poder, asumen como propias las verdades de sus líderes confesionales y disponen sus redes (sociales) para defender hasta la muerte los incontestables y particulares dogmas frente a las mentiras, también indubitadas, ajenas. Bonito panorama.

 

Dice el refranero popular, “las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”, “el árbol te impide ver el bosque” o, incluso mejor, “Cuando el sabio señala la Luna, el necio mira al dedo”, que encaja como el zapato de Cenicienta en los pinreles de esta nuestra comunidad.

 

La triste y lamentable realidad es que unos y otros pugnan porque el árbitro del “Estado de Derecho” (carente de VAR) le sea proclive, afín y apoye y sostenga sus decisiones inclinando la balanza de la tuerta Justicia a su favor. A las claras y sin tapujos, estilo Texas. El fin y los medios puestos al servicio de los intereses de la nueva nobleza personificada en diputados, senadores y todo el elenco político que inunda el país. Chapoteas en la playa y mojas de uno a tres políticos fijo.

 

Necedad materializada en la atención a la discusión y el olvido del verdadero problema. Sobre el papel (que, como dicen en mi gremio, lo soporta todo), el Estado de Derecho se apoya en tres patas autónomas e independientes entre sí. El Poder Legislativo, encargado de dictar normas, el Poder Ejecutivo, encargado de aplicarlas, y el Poder Judicial, encargado de controlar si los anteriores se ajustan en sus labores al extensísimo manual de instrucciones. Únicamente en teoría. Una cuarta, no institucional, traslada “desinteresa y objetivamente”, también en teoría, las incidencias de todo al conjunto de la sociedad. Que Legislativo y Ejecutivo son gemelos, mellizos, hermanos totales o uterinos, no merece mayores explicaciones. Que la cuarta pata resulta prima, sanguínea o por afinidad, a estos dos es también más que evidente.

 

Visto lo visto, no queda sino batirse, asediar y conquistar al díscolo Poder Judicial para tener un control absoluto del cotarro sin temor alguno a consecuencias. Es la adictiva “poderina”, una dosis es suficiente para engancharse y necesitar más y más y no parar hasta concentrarlo todo. Quienes se ven privados de ella contra su voluntad toman puertas giratorias que les permita consumirla aunque sea en menores y más espaciadas cantidades. Así nos va.

En el circo nacional, de sus tres pistas, dos se encanan discutiendo y la tercera, sin público, concentra el problema, el desastre, el fondo irresoluble porque no hay intención de repararlo. El respetable presta atención únicamente al ruido mediático, la música y el espectáculo de las dos primeras donde payasos, lanzacuchillos, domadores de fieras y trapecistas dan su función. La tercera, esencia y fundamento, origen y semilla del problema apenas tiene audiencia.

 

Y lo que te rondaré morena mientras prestemos atención al dedo que señala la Luna, al árbol que oculta el bosque o se nos emborre la mirada de lágrimas. El fondo subsiste para gozo y solaz de sus autores. No tienen color, ni condición o convicción más allá de copar todo el poder posible; no han creído jamás, ni creerán, en esa Carta Magna que nos preside, sólo en ellos mismos y su bienestar. No tienen convicciones más allá de su propio beneficio, España, para ellos es un nombre y su bandera un trapo, hasta para aquellos que a golpe de pecho se enrollan en ella y la enarbolan con pasión fingida.

No sois buenos, ni necesarios, sino contingentes. Prescindibles, adjetivos, secundarios, extras de la peli. Patronos de vuestros empleadores de quienes cobráis. Sabandijas, parásitos y sanguijuelas apoltronadas.

Contáis con todo mi desprecio y, parafraseando a Lenon, estoy seguro de que no soy el único.

 

Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.

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