Gran Depresión II

Yo, es estar encerrado y con una cerveza y me da por filosofar, fíjese usted.
Estaba mirando fotos en el ordenador, todas esas carpetas con sus evocativos nombres: “fotos antiguas escaneadas”, “Embarazo”, “USA 2008”, “Bares” (se lo juro), “Fotos Diego”, etc. Y me puse a pensar que a los humanos nos encanta clasificar y ordenar. No me refiero al trastero o el cajón de la mesilla, que esos son un desastre en el 90% de los casos, sino a los momentos de la vida. Nuestro cerebro está diseñado para actuar así. Clasificando creamos un espacio mental más fácil para movernos en él. Minutos, horas, días, años, siglos, décadas, épocas.
En la Historia (con mayúscula) esto se ve fácilmente. A pesar de lo absurdo que es poner fechas para señalar cambios en la historia, es mucho más fácil manejarse compartimentando épocas. Nadie cree de verdad que con la toma de Roma y la caída de Rómulo Augústulo cambió el mundo occidental: el cambio se gestaba desde hacía años, siglos incluso. Pero es una buena fecha para el fin del mundo Antiguo y el inicio de la Edad Media. Podrían ser otras muchas, pero se eligió esa. Tampoco la Edad Media terminó la mañana del 29 de mayo de 1453 exactamente pero fue ese día cuando los turcos tomaron Constantinopla poniendo fin al Imperio Romano de Oriente, llamado también Imperio Bizantino. Y oye, era un día importante así que se eligió ese: hala, fin de la Edad Media, principio de la Edad Moderna.
Y claro, me imagino que ningún ciudadano romano en ese año 476, el 4 de septiembre concretamente dijo: “coño, mira, acaba de terminar la Antigüedad y ahora empieza la Edad Media, qué guay”. Eso son nombres y conceptos que se dan a posteriori.
Y tampoco pasa nada, las sociedades y los seres humanos se adaptan y cambian. Caen las ciudades antiguas, la gente vuelve al campo, la organización política cambia y el poder pasa de unos a otros. Aparecen nuevas formas sociales y económicas. Y con los siglos eso también cambiará. Cambios, cambios y más cambios. Cada uno derivado del otro y con consecuencias diferentes. La cuestión es que desde un punto de vista histórico no pasa nada, es el proceso lógico de la Historia. Y no es que la Historia se repita, es que el protagonista es siempre el mismo: el ser humano. Y ese sí que no cambia. Así es que son las personas que vivimos los cambios los que sufrimos las consecuencias inmediatas.
Pues oye, me parece a mí que este momento en el que vivimos es uno de esos momentos históricos interesantes (si es que no lo son todos); no especialmente bueno para las personas que vamos a vivirlo. El pequeño y letal coronavirus nos ha recordado cuán frágiles somos y nos ha restregado por la cara que no hay nada inamovible, que todo es cambio. Puede que no sea el fin de una era (eso quizá ya lo hemos vivido con la informática, internet y la tecnología, quién sabe) pero probablemente un cambio económico (lo que quiere decir “social”, obviamente) de primer orden. No tengo yo la capacidad mental para prever qué puede pasar pero me da en la nariz que el mundo no va a ser como era antes de la pandemia. ¿La globalización se frenará? ¿Veremos una descomposición de las estructuras políticas supranacionales (UE a la cabeza)? ¿Volverá la peseta? ¿Dejaremos de socializar, de darnos dos besos, de ir a conciertos? ¿Vamos hacia las sociedades de Mad Max o Blade Runner?
En fin, hay que pensar que probablemente pasaremos este bache mucho mejor que cualquier otra generación anterior a nosotros (al menos en los países desarrollados). Al fin y al cabo no hemos pasado una guerra como nuestros abuelos ni una postguerra como nuestros padres. Aguantaremos estoicamente la caída de la economía y saldremos de esta, a duras penas, entre todos. No hay más remedio.
Pero los niños de hoy, nuestros hijos y nietos, esos van a tener un mundo diferente al nuestro; mejor o peor no sé. Y espero que, dentro de veinte años cuando contemos nuestras batallitas sobre el coronavirus y les enseñemos las fotos de nuestra carpeta “Coronavirus”, “Fotos Pandemia” o “Encierro en casa”, por una vez ellos sí miren hacia atrás, aprendan algo de este momento histórico que nos ha tocado vivir y lo utilicen para crear un mundo mejor.
Y sin muchas esperanzas, me abrí otra cervecita y pensé que era una pena no estar aquí dentro de 200 años para para ver qué nombre le pusieron a este momento y a la época a la que dio paso.
¡Salud!

















David LT | Jueves, 14 de Mayo de 2020 a las 07:32:13 horas
Felicidades por el artículo.
Si no fueran las 07:30 a.m. me tomaba yo también una cervecita ahora mismo!
Sin duda nos depara un destino muy diferente al que imaginábamos en nochevieja, cuando felicitábamos un "próspero" año nuevo.
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